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Eduardo Bajo A.

Acabando la universidad, pensé en irme a Venezuela. Mi madre pasó por Yalex y me preparó una maleta tropical. En Oviedo conté con Gustavo Bueno, Julio Mangas y Emilio Alarcos. Pero mi licenciatura en Filología Románica tenía pocas salidas. Una, fue traducir libros. Mi destino cambió al entrar, en la escuela de FP de La Robla, la de la Vasco. Y finalmente, en Diputación. Aparte de mi trabajo habitual, he colaborado en La Crónica –desde el 94–. Pasé por Diario 16, El Mundo y ahora, en La Nueva Crónica de León. Hay noticias que uno no querría dar, pero como dijo Blas de Otero: «Nos queda la palabra”.

 

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