La Denominación de Origen Bierzo representa una de las historias más notables de recuperación y consolidación de la identidad vitivinícola en España. Su origen se remonta a finales de los años ochenta, cuando en 1988 obtuvo el reconocimiento provisional como denominación de origen, y un año más tarde su reglamento definitivo fue publicado en el Boletín Oficial del Estado. Con la creación de su Consejo Regulador, el Bierzo inició un camino firme hacia la profesionalización y la garantía de calidad de sus vinos, vinculados a un territorio de personalidad única.
Desde entonces, la DO Bierzo ha evolucionado hasta convertirse en una referencia dentro y fuera de Castilla y León. Su Consejo Regulador vela por el cumplimiento de las normas de cultivo y elaboración, asegurando que cada botella que lleva su sello conserve la autenticidad de un paisaje y una tradición. En 2021, la denominación dio un paso decisivo al obtener la acreditación de la Entidad Nacional de Acreditación (ENAC) bajo la norma internacional UNE-EN ISO 17065. Este hito la convirtió en la primera denominación de origen de Castilla y León con capacidad para certificar por sí misma la calidad de sus vinos, reforzando su prestigio y ofreciendo una garantía adicional de confianza a los consumidores.
El territorio amparado por la DO Bierzo comprende actualmente 22 municipios de la comarca, a los que en 2019 se sumaron otros diez con reconocida tradición vitícola. Su paisaje se caracteriza por el minifundio y los viñedos en pendiente, situados entre los 450 y 800 metros de altitud. Los suelos, de origen mioceno y cuaternario, aportan una riqueza mineral que se traduce en vinos de notable complejidad. A ello se suma el microclima berciano, protegido por la Sierra de los Ancares, con precipitaciones moderadas y más de 2.000 horas de sol al año, unas condiciones ideales para el cultivo de la vid.
La historia del vino en el Bierzo es mucho más antigua que su reconocimiento administrativo. Los romanos ya cultivaban viñedos en estas tierras hace dos milenios, y durante la Edad Media fueron los monjes del Císter quienes impulsaron su expansión y perfeccionaron las técnicas de elaboración. Esa herencia, unida al esfuerzo de generaciones de viticultores, ha dado lugar a un mosaico de pequeñas parcelas donde cada cepa cuenta una historia.
En los últimos años, la DO Bierzo ha sido pionera en España al implantar una clasificación de viñedos inspirada en el modelo borgoñón, que distingue categorías como “Vino de Paraje”, “Vino de Villa”, “Viña Clasificada” y “Gran Viña Clasificada”. Este sistema pone en valor la singularidad de cada terruño y el trabajo minucioso de quienes cultivan la vid, reforzando la idea de que el vino es una expresión directa del lugar del que procede.
Las variedades autóctonas definen el alma de la denominación. La Mencía reina entre las tintas, aportando vinos de aromas intensos, cuerpo equilibrado y una frescura que refleja fielmente el carácter atlántico del Bierzo. Entre las blancas, la Godello ha ganado protagonismo por su elegancia y capacidad de guarda. Ambas variedades simbolizan la apuesta por la autenticidad frente a la uniformidad global.
El Consejo Regulador de la DO Bierzo no solo cumple una función de control y certificación, sino que actúa como motor de desarrollo económico, social y cultural en la comarca. El vino ha contribuido a fijar población en el medio rural, ha dinamizado el turismo enológico y ha reforzado el sentimiento de pertenencia a una tierra que encuentra en sus viñedos su mejor carta de presentación.
Hoy, más de tres décadas después de su creación, la Denominación de Origen Bierzo es mucho más que una etiqueta de calidad: es el reflejo de un paisaje, de un clima y de una comunidad que ha sabido transformar la tradición en modernidad. Sus vinos, reconocidos en mercados internacionales, son el resultado de una identidad construida con paciencia, respeto y un profundo vínculo con la tierra. Cada copa de Bierzo encierra una historia que comenzó hace siglos y que el Consejo Regulador sigue escribiendo día a día, con la mirada puesta en el futuro y las raíces firmemente ancladas en su pasado.
Un merecido reconocimiento
Toda esta historia, identidad y garantía de calidad llevarán al Consejo Regulador de la DO Bierzo a recibir La Negrilla de Oro 2025 de La Nueva Crónica en un acto que se celebrará en Ponferrada el 14 de noviembre con la participación de bodegueros veteranos y jóvenes emprendedores.
La Negrilla de Oro alcanza este año su novena edición convertida ya en una tradición consolidada. El galardón que concede este periódico se ha transformado en un símbolo de reconocimiento a las personas, entidades y proyectos que contribuyen al progreso y la identidad de la provincia.
Esta no es la primera vez que la celebración viaja al Bierzo: en 2020, La Negrilla de Oro vivió una edición especialmente emotiva en la comarca, donde se rindió homenaje a la Brigada de Salvamento Minero del Bierzo Alto en un multitudinario acto celebrado en el Castillo de Ponferrada. Por otro lado, su última edición, la de 2024, destacó al Museo Casa Botines Gaudí, gestionado por la Fundación Obra Social de Castilla y León (Fundos), un espacio que aúna arte, historia y patrimonio en pleno corazón de León.
El palmarés de La Negrilla de Oro refleja la diversidad y la vitalidad de la sociedad leonesa. A lo largo de los años han sido distinguidos nombres y colectivos tan distintos como las bandas y agrupaciones musicales de las cofradías de Semana Santa, la Academia Aspire, El Corte Inglés con motivo de su 75 aniversario, la Fundación Delia Morán y su directora Jeanette Dayana Pérez, o el Padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz, quien inauguró la lista de premiados.
El viñedo, símbolo de vida
Más allá del reconocimiento, el premio de La Negrilla de Oro se ha consolidado como una cita que pone acento en los acontecimientos que marcan cada año en la provincia. En 2025, el galardón adquiere un significado especial tras un verano especialmente duro, marcado por los incendios forestales que afectaron a toda la provincia de forma severa. La tragedia ha reforzado el valor de proteger los recursos naturales, entre ellos el viñedo, símbolo de vida y de futuro para una tierra que sabe sobreponerse y seguir brindando lo mejor de sí misma.