Defensa de cuatro o de cinco, Yeray por dentro o en banda, Borja Valle entrando y saliendo del once, moneda al aire entre Bustos y Mula, baile de acompañantes de Nóvoa, Brais Abelenda con numerosas titularidades... Los primeros meses de la competición de la Ponferradina fueron una sucesión de experimentos en busca de una identidad. Un cuerpo técnico recién llegado y media plantilla nueva retrasaron el rendimiento de un equipo que llegó a estar muy cuestionado, pero lo cierto es que su segunda vuelta es notable.
Comenzando por el sistema de juego, desde la pretemporada Javi Rey intentó asentar su clásico 4-2-3-1 en el que el media punta actúa como verso libre. La confianza en Brais Abelenda para desempeñar este rol fue rotunda, si bien su pobre rendimiento lo fue relegando a un segundo plano hasta su salida en enero. Y a su lado, Ernesto Gómez compartió titularidad en las tres primeras jornadas, aunque también fue perdiendo fuelle. Tanto es así que, pese a que el entrenador finalmente haya instaurado su formación favorita, ésta presenta numerosas variantes respecto a la idea inicial.
Para el buen funcionamiento de este engranaje es fundamental la figura de Borja Valle. Tan cierto es que en la primera vuelta no mostró su mejor cara como que en la segunda se ha hecho dueño y señor de la media punta. Cinco de los ocho goles de su cuenta particular han llegado desde febrero, aunque es injusto quedarse únicamente con las cifras al hablar de él. El berciano se ha convertido en un jugador muy activo como conector en esas posiciones interiores tan difíciles de encontrar, con un protagonismo muy alto en el juego y en la creación de ocasiones y, además, es el primero en remangarse y defender como el que más.
Otra formación a la que ha recurrido en múltiples ocasiones el cuerpo técnico es la defensa de tres centrales, aunque desde el 15 de marzo -victoria por 0-1 en Carballiño- no se ha vuelto a ver. Ni siquiera en partidos como visitante en Tarragona o Tarazona, citas que podían ser adecuadas a esta disposición táctica. A partir de ese triunfo en tierras gallegas, el ‘nuevo’ 4-2-3-1, con Borja Valle de enganche acompañado por Yeray y Bustos (o Mula en alguna ocasión) ha sido la norma habitual, con el asterisco del choque de Zubieta por las molestias físicas del capitán.
En estos momentos, jugadores como Sibille y Bustos se han asentado como figuras relevantes. El central argentino, que comenzó la campaña gozando de la confianza de Javi Rey, únicamente completó tres partidos en tres meses entre enero y marzo, pero ya ha vuelto a hacerse un hueco en las alineaciones titulares, siendo de la partida en los últimos seis encuentros en los que ha estado disponible. Del mismo modo, el extremo zurdo tardó en arrancar pero ya cuenta con la etiqueta de titular gracias, especialmente, a sus nueve goles. En el otro lado de la moneda, Andújar, Lancho y Mula han pasado a ser reservas habituales.
Así, la Deportiva ha ido clarificando poco a poco la mayoría de sus puestos hasta contar ocho titulares frecuentes. Sin embargo, el entrenador de Orense todavía guarda una parte de su imprevisibilidad en tres posiciones: el lateral izquierdo, con Álvaro Ramón y Andoni López; el centro del campo, con Marco Doué y Vicente Esquerdo; y el delantero, con rotaciones entre José Luis Cortés, Álex Costa y Pau Ferrer, si bien el primero es el que ha partido con una mayor ventaja en los últimos partidos trascendentales.
Un sistema definido, la mayoría de los puestos con un inquilino claro y, por supuesto, un estilo marcado: presión alta, juego combinado y un hambre que no ha hecho más que crecer. Con aún algunas fórmulas por resolver, como aumentar la regularidad lejos de El Toralín, el laboratorio de Javi Rey ha encontrado la ecuación para soñar con el ascenso, bien sea por el camino rápido o por el sinuoso.