Estar considerado como uno de los equipos débiles de la categoría, pues obviamente la Cultural tiene como único objetivo la salvación, puede hacer que seas minusvalorado, que 'morder el polvo' ante los leoneses suponga una herida mayor en los rivales o que los partidos contra ellos sean considerados como uno de esos que hay que sacar adelante.
Esa puede una de las razones, porque son muchos casos ya para que sea sólo casualidad, por las cuales la Cultural se ha convertido ya en el terror de los entrenadores cuestionados, pues únicamente dos de las ocho destituciones que ha habido hasta ahora en Segunda División no han tenido nada que ver con la escuadra culturalista.
De momento, un triunfo de la Cultural de Ziganda ya le ha vuelto a costar el puesto al entrenador rival. Porque este martes por la tarde el Málaga hacía oficial el cese de Sergio Pellicer tras su derrota (1-0) de este lunes en el Reino, que dejó a los malagueños quintos por la cola y empatados con el último equipo que ocupa puestos de descenso.
Zaragoza y Mirandés ya habían echado a Emilio Larraz y Fran Justo tras perder con la Cultural
De hecho, ahora mismo tres de las cuatro victorias que han logrado los leoneses con el 'Cuco' al frente han terminado con el cese del técnico rival, algo que ha sucedido de hecho en sus tres últimas. Porque relevó el Zaragoza a Emilio Larraz tras el 0-5 en La Romareda, le supuso la destitución a Fran Justo el caer 3-2 con el Mirandés en el Reino y pone fin a la paciencia con Pellicer ahora el último triunfo culturalista.
Pero es que además en estas 14 jornadas de liga ha habido otras dos destituciones justo antes de medirse a la Cultural, como fue el caso de Johan Plat con el Castellón, con Pablo Hernández estrenándose ganando 1-3 en León; y de Gabi Fernández con el Zaragoza, sin éxito inmediato ahí en el cambio.
Dado que van ocho ceses y otro es el que la propia Cultural hizo con Raúl Llona, sólo el de Sergi Gullo en el Huesca y de Asier Garitano en el Sporting no han tenido nada que ver con los leoneses, que quieren seguir dando disgustos a los rivales.