MILAN

Por José Javier Carrasco

12/08/2023
 Actualizado a 12/08/2023
La escritora Miriam Alonso. | L.N.C.
La escritora Miriam Alonso. | L.N.C.

Milán, una ciudad industrial del norte de Italia, la capital de Lombardía, con una hermosa catedral gótica y el famoso teatro de la Scala, y también el nombre de una marca de gomas de borrar. Nata, esa sustancia que nada viscosa sobre la superficie de la leche, que de niños evitábamos, y además un tipo de goma. Bajo el envoltorio de papel rojo celofán, que se ciñe como un anillo a ese objeto delicado, no mucho mayor que las antiguas fotografías de los fotomatones, del grosor de la revista Natural Geographic, aparecen escritas en tinta negra contrastada con el color amapola del papel, esas dos palabras, en diferentes tamaños. Milan abarca casi toda la extensión de la goma, que a su vez sobreexcede unos milímetros la longitud del papel. Nata, en minúsculas bajo la M, bajo la I, bajo la L de MILAN aclara la condición, la naturaleza, la especificidad del objeto que acaba de adquirir, como el nombre que acompaña a un apellido ilustre. 


Un objeto frágil, que hay que cuidar. Materia encargada de borrar, de hacer desaparecer los trazos de lápiz – letras, números, dibujos – equivocados, fallidos, frutos de la precipitación o el despiste. Un objeto que irá adquiriendo, a medida que lo utilice, la forma de una pequeña rueda, que como una diminuta luna llena posada en un rincón de la mesa, descansará a la espera de que la tome entre los dedos y la aplique, como ahora, sobre el papel, para borrar el título que ha dado al dibujo que acaba de hacer: paisaje nocturno con 3 nubes cambiantes. Mejor llamarlo, simplemente: noche


Esa presentación tan peculiar confiere al objeto una dimensión de golosina, de cosa apetecible para un coleccionista de curiosidades o para un niño. La bruja de Hansel y Gretel debía tener unas cuantas iguales en su casa del bosque para borrar unos nombres y añadir otros nuevos, en su macabra lista de comeniños. Esa imagen la sacude y es la causa de que ahora mire con recelo a esa pequeña pastilla, que presenta una arista apenas roma, algo oscurecida a causa de su contacto con el título del dibujo, y se plantee sacarla de su campo de visión, meterla en un cajón y olvidarse de ella por un tiempo, hasta que la imagen de la bruja se evapore. Al ir a cogerla advierte que una de las uñas de la mano ha crecido y se curva imperceptiblemente. Antes de darse cuenta, su mano se ha convertido en una garra que sostiene la goma y la lleva a la boca. Da un bocado y mastica. Desmenuza el contenido y escupe el papel que la envuelve junto a algunos grumos. Caen sobre la lámina, donde asoma el dibujo, como sobre una bandeja. Da otro bocado y repite la operación. Cuando termina, bebe agua.

Lo más leído