Soy futbolero. Aunque no sea algo de lo que me sienta orgulloso, no puedo evitar pegarme un berrinche cuando pierde mi equipo, enfangarme en absurdos debates con amigos sobre si en tal jugada debió pitarse penalti o, todavía peor, que en mi tele se vea de vez en cuando ‘El Chiringuito’. A sabiendas de que todas ellas son verdaderas estupideces (gilipolleces si se prefiere), como tantos y tantos futboleros, reincido en ellas de modo sistemático bajo la máxima, que algunos atribuyen a Valdano y otros a Sacchi, de que «el fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes».
Sin embargo, como en cualquier otra pasión humana, la frontera futbolística entre hacer el estúpido (hacer el gilipollas si se prefiere) y serlo es muy fina. El pasado fin de semana, sin ir más lejos, se dieron no pocos casos de leoneses que la tarde del sábado se desplazaron a Ponferrada para vociferar «León se mea en vuestra puta aldea» y a la mañana siguiente, enfundados en la misma bandera púrpura salpicada con algún que otro lamparón de calimocho, salieron en la manifestación leonesista a reivindicar una nueva autonomía que, ante la suprema indiferencia de Zamora y Salamanca, pasa de forma irremediable por El Bierzo.
Un partido o ir al estadio se pueden convertir en la excusa para volcar frustraciones, airear complejos y, solo en excepciones, por suerte no fue el caso de este Deportiva-Cultural, ejercer la violencia. Una pérdida de perspectiva que provoca que, con frecuencia, el fútbol pase a ser lo de menos. Tal vez esto sea un signo de los tiempos: historias de Instagram que justifican viajes transatlánticos, vestidos de boda de los que se habla más que de los novios o fotos pujando un paso ante el Coliseo de Roma que parecen tener mayor importancia para quien posa que la experiencia devota.
Aunque puedan acotarse dentro de una rivalidad deportiva, desde luego que los cánticos de burla al pasado minero de una de nuestras comarcas no parecen la manera más edificante de potenciar un proyecto en común. Tampoco que personalidades políticas que ostentaron cargos de máxima responsabilidad en Ponferrada generalicen de «anormales» a la afición de la Cultural. ‘Hunos y hotros’ de los que un día escribió Unamuno respecto a otra enemistad fratricida.
No vamos a descubrir a estas alturas que un estúpido (un gilipollas si se prefiere) puede anidar a ambos lados del Manzanal. Tampoco que un derbi provincial en Segunda sería lo mejor para la economía, para la visibilidad social y, ojo, para el fútbol de León. Como leonés, como socio de la Cultu y, sobre todo, como futbolero espero que así sea: que el sábado la capital sea una fiesta y que la Ponferradina también ascienda en el ‘playoff’. Para esta tierra tan necesitada de alegrías sería «la cosa más importante de las cosas menos importantes».