Maximino Cañón 2

El Carmen de Redipuertas, en este caso

18/07/2023
 Actualizado a 18/07/2023
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Acabo de estar hablando con el gran amigo Félix Llorente hombre que, entre otras muchas cosas, todas ellas, a excepción de las de su trabajo como director en su época de la sucursal de la Caja de horros de entonces (hoy Unicaja Banco), en Avda. Padre Isla, ha venido, y viene, desempeñando de manera altruista actividades sociales, actualmente como Presidente de la Asociación de Caridad. Pues a lo que iba, Félix es un gran conversador y como yo tampoco me reprimo cuando nos encontramos, se nos echó encima la hora de comer por lo que tuvimos que dejar la continuación para otro día. Como cuando esto escribo es en la festividad de la Virgen del Carmen, salió a colación un viaje que había hecho hacía unos días a un campamento en las cercanías de Lugueros y Cerulleda y como a uno le tira la sangre de los ancestros, lo ligamos con la fiesta que hoy se celebraba en Redipuertas, el mencionado Carmen, comparándola con los años en los que había vecinos durante todo el año y la fiesta constituía el acontecimiento principal. Se recibían familiares, se anunciaba con carteles en los pueblos de la comarca del Curueño la mencionada festividad resaltando los actos tenían lugar. El cartel anunciador solía empezar con un titulo llamativo y en mayúsculas con la siguiente entrada: GRANDES FIESTAS. Santa misa en honor de la patrona Virgen del Carmen. A mi me impresionaba, de pequeño, cuando al levantar la hostia el cura, la guardia civil presentaba armas al compás del himno de España interpretado por los músicos contratados para la celebración. Cerraba el acto religioso la procesión, con la imagen de la Virgen Del Carmen portada por los hombres, alrededor de la iglesia, anteriormente por el pueblo, mientras las campanas sonaban. A continuación el tradicional BAILE VERMÚ. Después comida festiva con invitación a los forasteros que allí se encontraban. La generosidad de los montañeses se hacia patente cuando, después del baile vermú, los mozos iban por las cantina recogiendo gente para invitarles su casa a comer, aunque no existiera parentesco alguno. A la tarde empezaba el baile de verdad, el cual duraba hasta la noche y si el tiempo lo permitía y las familias dejaban salir a las hijas al baile después de cenar a la luz del Carburo, todavía no había llegado la luz eléctrica. Aquí era donde la pareja de la guardia civil volvía a tener protagonismo pues eran los garantes de que la fiesta continuara o no, según la autorización que previamente había emitido el Gobierno Civil, o el talante del cabo del puesto. Hoy, como tantas otras costumbres, han quedado en desuso, que no olvidadas, que quizás solo tienen vigencia en los filandones alrededor de una mesa y donde la gente joven toma nota de lo oído aunque no vivido. Para mi, sin lugar a dudad, aquellas fiestas tenían un encanto inolvidable que todavía hoy perdura en los recuerdos. Aunque, como de aquí se desprende, quedan únicamente los descendientes de aquellos «argollanos» oriundos de donde nace el Río Curueño, vaya mi entrañable recuerdo como agradecimiento a lo bien que uno lo pasó en tiempos en los que todo era natural, nada artificial. Esto, sin quitar una coma, también vale para el otro pueblo de mi ascendencia, por parte de madre, Cerulleda.
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