LA RUTA DEL PLACER | Casa Gatito: Sencillez y calidad

Nos vamos a Valderas a disfrutar de un comedero de los de toda la vida. Todo un clásico es esta casa de comidas donde llegas, te sientas y decides plato: ¿conejo o bacalao?

Susana Martín
08/12/2017
 Actualizado a 18/09/2019
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Qué ilusión hace volver a una de esas de comidas que se mantiene intacta desde tiempos inmemoriales, y más aún si hace tantos años que no la visitas que ni te acuerdas de cuánto cuesta encontrarla o de su singular sistema de funcionamiento. Había ganas de bacalao y un viaje nos situó a la hora que aprieta el hambre en las inmediaciones de Valderas. Fue ver el cartel y decidir que todos queríamos comer el bacalao en uno de sus templos de toda la vida, que son varios en el pueblo.Desde niña no había vuelto a ese mítico comedero, y ya tenía ganas, así que sugerí Casa Gatito y la propuesta ganó por aclamación popular. Unos, porque sabían que era un acierto seguro; otros,  porque ni lo conocían.No se hagan ilusiones con alargar la sobremesa. Ni cafés ni chupitos, pero siempre les quedarán los bares de Valderas para rematar una comida deliciosaSer de León y no haber estado nunca en Casa Gatito debería estar penalizado por las altas esferas, y más con la cantidad de leyendas que sobre esta casa de comidas tradicional circulan por los mentideros: sus comensales más célebres, las teorías que circulan sobre el verdadero nombre del restaurante y por qué, el motivo de que no tenga ni cartel...Primer punto: No se puede reservar en Casa Gatito. Allí es llegar y besar el santo, si pillas mesa. Si el comedor está ocupado, a esperar, y no hay barra.También importante es su misteriosa ubicación. Cuesta encontrarlo porque no hay indicativo visible, apenas una ‘R’ minúscula junto a la puerta. La mejor opción es preguntar al llegar a Valderas. Si no ven a nadie, déjense guiar por el instinto, sobre todo por el visual: donde vean un porrón de coches aparcados, tienen todas las papeletas para haber llegado a destino.Una vez localizado Casa Gatito, el proceso gastronómico suele ser rápido si hay mesa libre. Entrar en ese salón le hará sentirse como en la casa del pueblo de toda la vida, con sus manteles de hule y su ambiente familiar y esa sonoridad fatal cuando el local está lleno y repleto de grupos grandes (paciencia).No les costará elegir qué comer. Aquí es sota, caballo y rey. Sin contemplaciones. Sin primer plato. Plato único: o conejo o bacalao al ajo arriero. Acompañamos con pan bregado. Para beber, agua o vino de la zona, prieto picudo rosado con gaseosa. Rematamos la faena con fruta en almíbar, yogur, flan casero o queso curado de oveja (exquisito) del sur de León.El secreto de este restaurante que lleva desde los años 40 del siglo pasado haciendo felices a los leoneses no es otro que la sencillez y la calidad de sus platos, que se toman recién elaborados y están realmente buenos. Prueben ambos, bacalao y conejo, merece la pena.No se hagan ilusiones con alargar la sobremesa. Ni cafés ni chupitos, pero siempre les quedarán los bares de Valderas para rematar una comida deliciosa.
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