«Al recordar a Emilio Hurtado y a otros ilustres leoneses de aquellos años me viene a la mente la duda de si el olvido es simplemente por desinterés o desidia, o si existe un deliberado acto de lo que los romanos llamaban ‘Damnatio Memoriae’, es decir, una condena al olvido que consistía en borrar todo vestigio y patrimonio de una persona —muchas veces senadores o los propios emperadores— considerada deshonrosa por el pueblo o por sus enemigos políticos. Al pensarlo fríamente y aplicando el ‘principio de parsimonia’, también llamado ‘Navaja de Ockham’, que dice que, cuando se tienen varias explicaciones posibles para un fenómeno, la más simple es generalmente la correcta, me quedo con que ‘solo’ se trata de desmemoria e ingratitud y... ahí lo dejo».
Con estas palabras explica Fernando Rubio la elección, este lunes personal, de la figura del doctor Emilio Hurtado Llamas como eje de este León de Fernando Rubio. Por supuesto que acude a las imágenes que de él guarda en su archivo y que le obligan a fijarse, al margen de su figura como médico y político, a recordar su papel fundamental en el ‘desembarco’ de la Universidad en León; ésa que se ha convertido en la gran empresa de la provincia, seguramente la primera.
Acudimos primero a una especie de biografía oficial de ‘don Emilio’, como le gusta llamarle a Fernando: «Emilio Hurtado Llamas (León, 1904–1985) nació en el seno de una familia de médicos. Su padre, Emilio Hurtado Merino, fue médico leonés y ‘patriarca de la saga médica de los Hurtado’, considerado uno de los pioneros de la ginecología en la provincia de León. Siguiendo esa tradición familiar, Hurtado Llamas estudió Medicina y completó su formación en Alemania y Francia.
Ejerció como médico-cirujano en la ciudad, trabajando en el Sanatorio Hurtado y en el Hospital San Antonio Abad de León (único hospital de la capital en esa época), del que fue cirujano y director, especializándose en atender el sistema de salud pública local. Por cuya labor en salud pública, beneficencia y acción social, el Estado lo condecoró con la Gran Cruz de la Orden Civil de Beneficencia en 1965».
Además de desempeñar con excelencia su profesión de médico, tuvo una importancia fundamental en la creación, entre otras, de algunas instituciones trascendentales para las gentes de León:
- La Asociación Española Contra el Cáncer de León, que se constituyó el 15 de noviembre de 1957 y unos meses después se abrió como dispensario para atención a enfermos. Al primer presidente, Ramón Cañas del Río, siguieron Emilio Hurtado Llamas, Emilio Hurtado Fernández-Llamazares, María Victoria de Valenzuela y Ponte, y Serafín de Abajo.
- En 1956 Hurtado Llamas asumió la presidencia de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León, cargo que desempeñó con fuerte impulso a la provincia.

Bajo su dirección, la Caja vivió un notable crecimiento de su obra social y proyectos empresariales. Promovió la construcción de viviendas para depositantes y familias necesitadas, y apoyó numerosas instituciones culturales, artísticas y benéficas en León.
Durante su mandato se levantaron varios hitos urbanos: la entidad financió y construyó el Hotel Conde Luna (inaugurado en los años 60), que llegó a ser «un referente para el turismo internacional» en León; y promovió junto al Obispado el Sanatorio Psiquiátrico Santa Isabel en Puente Castro (inaugurado en 1965), dotándolo de tecnología moderna para atender la salud mental de la provincia. Además, diversificó la intervención de la Caja hacia la agricultura y ganadería (por ejemplo, introduciendo en León la raza bovina parda alpina) y participó en planes de desarrollo rural. Hurtado impulsó «obra cultural, artística y de beneficencia» y consolidó la Caja como depositaria del ahorro leonés con proyección social.
Pero en cualquier historia de la Universidad de León que se precie no se puede obviar la labor que realizó la Caja de Ahorros, presidida por entonces por Emilio Hurtado Llamas, que apostó por la compra de suelo para la Universidad de León, terrenos procedentes de los ahorros del pueblo de León, y situados en la denominada Huerta del Obispo. El 31 de diciembre de 1977 se puso la primera piedra y se erigió un monolito en lo que sería el campus de León. «En mi fotografía de hace 48 años, podéis ver a Emilio Hurtado, acompañado del Gobernador Civil, Julio Camuñas y otras autoridades, en el campus de Vegazana, inaugurando el cubo de granito con la leyenda ‘Centro Universitario de León’.
Y recuerda Rubio una anécdota contada por José Magín González Gullón que habla de la decidida voluntad de Hurtado de apostar por la Universidad para León: «La entonces Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León, capitaneada por Emilio Hurtado Llamas, ultimaba las gestiones para conseguir la Universidad, a lo que se oponía, con todo su poderío político y académico, el distrito universitario de Oviedo al que pertenecía León.
Y en esas estábamos cuando se produjo la visita a León del rector ovetense José Caso para intentar disuadir a los leoneses de su empeño.
Tras una reunión por momentos acalorada, el rector se dirigió al presidente de la Caja leonesa diciéndole en tono desafiante: «Para que León tenga Universidad, tendrá que pasar usted por encima de mi cadáver». Emilio Hurtado, sin inmutarse, respondió: «procuraré no pisarle».
Tras un silencio expectante diéronse la espalda, fueron y no hubo por fortuna cadáver, pero sí Universidad».
Se muestra Fernando Rubio convencido de que es muy justo este recuerdo pues, lamenta, «no creo que las instituciones le recuerden y, menos, la Universidad de León».