Este 2025 que ya consumió un mes ha sido declarado en España el Año del Pueblo Gitano para conmemorar como se merece los 600 años de presencia de este pueblo en España. La llegada de este pueblo del que se suele recordar que "sin tierra, sin un espacio físico concreto".
Ellos mismos lo repiten. El romaní Eslam Drudak lo cuenta de manera bella: "Dime, gitano ¿Dónde está nuestra tierra, dónde nuestras montañas, nuestros ríos, nuestros campos y nuestros bosques? ¿Dónde nuestra patria? ¿Dónde están nuestros sepulcros? Están en las palabras, dentro de nuestra lengua". Están pues en su cultura, en sus tradiciones.
No ‘tienen’ tierra pero sí están en nuestro país, en España, también en León, cómo no. De su presencia en los años 70 da fe y deja constancia su archivo de los años 70. "He encontrado más material del que yo pensaba, muy variado, podíamos hacer un primer acercamiento para conmemorar esa llegada a España cuando el 12 de enero de 1425 Alfonso V, Rey de Aragón, otorgó a Juan, Conde de Egipto Menor, un salvoconducto que le autorizaba a viajar libremente en su peregrinación a Santiago de Compostela, donde iban a purgar su apostasía. Y más adelante volvemos con el material que reúna".
A mandar maestro.

"Vayamos con estas imágenes que tomé en una fiesta gitana en La Virgen del Camino, en junio de 1976, el mismo año en que se estrena ‘Camelamos Naquerar (Queremos hablar)’ un espectáculo flamenco que tiene como objetivo exponer una situación de injusticia determinada".
Admite Fernando Rubio que estas fotografías de hace 49 años, "me han traído múltiples recuerdos de los buenos gitanos que conocí en aquella época. Los Barrul, los Jiménez y otras familias que estaban asentadas en la zona de las Ventas, La Inmaculada, el barrio de San Esteban y otros muchos lugares de la ciudad" y recuerda cómo "aquellos gitanos funcionan conforme a lo establecido en la denominada ‘ley gitana’ que aunque es de obligado cumplimiento, no se trata de un código escrito, sino que es meramente oral y la dicta el patriarca o conjunto de patriarcas del grupo familiar, esto es, los ancianos".
Entre los recuerdos de aquellos años y las familias que ya ha citado también estaba un sacerdote que se hizo muy conocido en la ciudad por su relación con el pueblo gitano: "En León tuvo una destacada actuación en la mejora de la comunidad gitana el Apostolado Gitano, organización cristiana en la que participaba de una forma destacada el sacerdote Pedro Puente Hernández, ‘el cura payo’, leonés de Villafeliz de la Sobarriba, que desde 1973, dedicaba todo su tiempo a la mejora de la vida de los gitanos leoneses por lo que se ganó la condición de gitano del alma y él mismo se definía a sí mismo como gitano de adopción".
Hace unos días entrevistábamos a Tío Jesús, un gitano viejo de la comunidad leonesa, vecino del Barrio de la Inmaculada, y en la conversación posterior planteaba algunas reflexiones dignas de análisis. "Cada vez que se abre el debate, por ejemplo, de los toros se saca a relucir para defenderlos que grandes escritores son taurinos y han escrito de toros, ¿porqué el Romancero gitano de Lorca no es también la llave que abre la puerta al reconocimientos de as costumbres, tradiciones y vida del pueblo gitano?".
Está de acuerdo Fernando Rubio y nos recomienda escuchar el poema en la profunda voz de Tomás Galindo en este enlace: https://youtu.be/bhuFqZ6eePY
Y así empieza a recitar a «Antonio Torres Heredia, / hijo y nieto de Camborios, / con una vara de mimbre / va a Sevilla a ver los toros. / Moreno de verde luna / anda despacio y garboso...».