El Hospital El Bierzo se prepara para recuperar, pasado el verano, previsiblemente en el mes de octubre, la Unidad contra el tabaquismo que lleva casi dos años a la espera de volver a funcionar, tras la parada por el Covid y por la baja de una de las profesionales que se encargaba de ella. La intención es reactivarla con dos profesionales, el Doctor Juárez y la Doctora Castro, como caminaba en un principio y con las mismas características. Ellos hacían rotaciones de entre 4 y 5 meses para atender, en una consulta semanal, a entre 3 y 4 pacientes de primera consulta y realizar los seguimientos pertinentes al resto. Reconoce la jefa de Neumología y una de las encargadas de este servicio, Elena Castro, que los pacientes primarios requieren más tiempo de consulta “se les hace una entrevista, un test, se les habla de a lo que se enfrentan. Estamos con ellos unos 45 minutos”. Y se les abre los ojos sobre algo que reconoce que a veces no ven “que son drogadictos, porque la nicotina tiene un poder adictivo muy fuerte, más que la cocaína”, apunta. En seis meses se puede dar de alta al fumador que se ha abstenido de fumar ese tiempo, aunque la recaída es habitual. Según Castro, el porcentaje de éxito que consiguen está entre un 25 y un 30%. Son personas fumadoras que han dejado esa adicción pero, de ese total, la mitad suele recaer. “No es un camino fácil”, asegura Castro “y es algo de lo que tienen muy poca información. Por eso lo primero que tenemos que hacer es que tengan conciencia de lo que sucede y de que tienen que pasar un síndrome de abstinencia. Que no tengan falsas expectativas en los tratamientos”, dice poniendo los pies en la tierra.
En El Bierzo el tabaquismo representa lo mismo que en otras zonas. Los porcentajes de fumadores en España están en el 25%, pero lo que sí echa de menos Castro es la realización de un trabajo preventivo ya desde el colegio. La edad de inicio en el hábito de fumar está en los 14 años “los adolescentes son un reservorio de las tabacaleras”, reconoce. Además, los que pretenden esquivar la nicotina con nuevos dispositivos como vapeadores “acaban finalmente en ella, en la nicotina, la mitad de los consumidores”. Un problema que hace que la reapertura de esta unidad sea una necesidad pero también “debería plantearse el tenerla cada centro de salud”. Y es que, si tenemos en cuenta que el 25% de la población fuma, si quisieran dejarlo "no podríamos ayudarles con una unidad solo en el Hospital”. Eso sí, pide formación sectorial sobre este tema, que en la actualidad puede conseguirse “pero interesa a los neumólogos, no tanto a otros profesionales como cardiólogos a los que también les afecta”, dice.
La ayuda desde atención primaria
Manuel Martín Fernández, Manolo, como quiere que le llamen sus pacientes, ha marcado la pauta de esa cartera de servicios que les toca llevar a los médicos de familia convirtiéndose en un referente de la lucha antitabáquica para sus pacientes y, al tiempo, para los de otras demarcaciones que pidan ayuda. Desde el año 2.000, cuando comenzó a pasar consulta en Toreno, su mirada estaba puesta en el paciente.
Un amigo cura que fumaba 72 cigarrillos al día le hizo poner en valor la necesidad de buscar una salida a la adicción a la nicotina. Después de idear un acompañamiento ante el ahogo que en misa vivía el párroco, Manolo consiguió que, en tres meses, dejara de fumar. La mejora fue tal que siguió ese camino de ayuda, que reprocha que no sea tratado en la universidad “se hablaba de drogas, pero no se incluía el tabaco”, recuerda cuando él era un universitario de Medicina. También hecha en falta la formación en comunicación para llegar al paciente, algo que muchas veces hace que no se consiga llegar a él con la cercanía que le gustaría. Era una sustancia que se asumía como habitual y bonachona, sin pensar en los perjuicios que, a posteriori, traería la nicotina. Manolo los revela con claridad y casi toca todo el mapa anatómico. La Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) encabeza la lista, le sigue el cáncer de pulmón, el de todos los órganos por los que pasa, incluso está creciendo el de vejiga por esta causa, y se está asociando el de estómago a ella también. Isquemias, ictus, infartos, anginas de pecho…vamos, que el tabaco, a su paso por el cuerpo, deja un reguero trágico para la salud. Y es un daño generalizado que afecta al 80% de los fumadores.
Manolo, como médico de familia y, en la cercanía de lo rural, vio que era necesario afrontar esa lacra del consumo de tabaco y la fórmula la encontró en educar. Los pacientes que llegaban a consulta con ese problema o en los que percibía que esa adicción existía desgranaron una realidad, que la deshabituación se había planteado desde un punto de vista biológico “pero somos mitad biología, la otra mitad somos biografía”. Esa fue su reflexión y empezó a encadenar el problema desde esos dos enfoques, el primero, que tiene en cuenta la adicción en sí y que utiliza fármacos para paliarla, y el segundo, que viene dado por los hábitos, por la cultura, por la repetición de conductas, cuyo tratamiento tiene más que ver con la psicología conductual. Es el que él aporta, el acompañamiento de una reflexión sobre la necesidad de consumir la droga que representa el tabaco o no.
Cada día Manolo Martín recibe entre una y cuatro personas que quieren dejar de fumar y en tres meses consigue que lo hagan. Meses en los que sigue un orden para tratarles que comienza con la captación para pasar a informarles de cómo van a trabajar. A partir de ahí marca una reducción del consumo haciendo que los pacientes le pongan nota a cada cigarrillo “hay muchos que fuman por fumar, por nada más, otros no, esos son los de sobresaliente. Pero pueden ir dejando los que bajen de notable”, explica. Así van rebajando la dosis y van liberándose del consumo. De no conseguirlo de manera total, se pasa al apoyo farmacológico y se mantiene un seguimiento.
Los pacientes le envían un vídeo valorando cómo han llevado el proceso y la tónica general es que “dicen que no ha sido tan difícil” y que su sensación es de que se encuentran mejor “y ahorran esos 150 euros que supone fumar una cajetilla diaria al mes”. El porcentaje de éxito en este acompañamiento liderado por Manolo es alto, aunque reconoce que hay una parte de recaída, que no valora como fracaso, sino como un aprendizaje “la próxima vez lo intentarán con más herramientas”, explica.