El amor al Bierzo como encaje de emprendimiento es lo que La Bercianita quiere defender, una nueva marca agroalimentaria que se posiciona como mucho más que un tesoro de la fertilidad comarcal y de sus ocho marcas de garantía. Es la defensa de una identidad que el CEO de la compañía, Antonio Espejo, reivindica. “Es una declaración de amor al Bierzo”, reitera, “y a las guardianas del saber hacer”, dice, justificando la elección de su nombre como homenaje a la mujer del campo berciano.
La Bercianita ha hecho un pacto con el sabor, la tierra y el tiempo, siempre con respeto al origen, en la defensa del mundo rural y en la convicción de que el futuro de la gastronomía pasa por un equilibrio entre tradición y sostenibilidad.
La firma irrumpe en el sector agroalimentario con una premisa clara: detener el reloj. Frente a la producción acelerada y la industria estandarizada, La Bercianita apuesta por la elaboración lenta, la selección cuidada y el respeto absoluto por los ritmos naturales. “Es lo que conocieron nuestros mayores”, destaca Espejo, una filosofía que se traduce en una cocina que valora la calma, la artesanía y la esencia del producto como elemento central.
La compañía establece como eje de su actividad la responsabilidad medioambiental, el cultivo respetuoso y la sostenibilidad alimentaria. Trabaja con agricultores locales que comparten su compromiso ético y busca generar empleo de calidad, permitiendo fijar población y favorecer el relevo generacional en el campo. De hecho, excepto el pimiento —para el que cuentan con cuatro hectáreas propias de cultivo— el resto de sus productos vienen de productores locales que han visto en estos emprendedores un “aire fresco” que les da continuidad. En su poco tiempo de vida, ya cuenta con la mayor plantación de pimientos del Bierzo: de los 120.000 kilos producidos este año, 70.000 han salido de sus huertas.
La Bercianita concibe cada producto como un pequeño homenaje comestible. Para la firma, un frasco no es solo alimento, sino relato: un viaje a los bosques de castaños, a los ríos que atraviesan la comarca, a las recetas que se preparaban a fuego lento en cocinas de leña. Es sabor a pimiento asado, a castañas al fuego, a mermeladas caseras, a infancia y memoria. Un puente entre pasado y presente.
Con este proyecto, el Bierzo se reivindica no solo como un territorio fértil y diverso, sino como una identidad cultural con capacidad de liderazgo en el ámbito agroalimentario. La Bercianita quiere convertirse en embajadora de ese tesoro natural y humano, demostrando que el desarrollo rural puede ser sostenible, rentable y atractivo. “Es una declaración de amor al Bierzo”, destaca Espejo. Una comarca a la que considera que siempre le ha faltado algo: el paso de darle valor añadido a sus productos ejemplares. “Hemos vendido a granel”, dice, perdiendo la parte de riqueza del producto elaborado.
Es ahí donde quieren incidir. Y también en recuperar el aliento de una comarca “que añora su minería y tiene que pasar esa página para abrir otra”. Reconoce que es fácil ver el potencial agroalimentario de la zona, pero ya no solo desde la perspectiva del agricultor: “Es añadir nuevas tecnologías, marketing, nuevas formas de vender…”. Todo para hacer que un bote de La Bercianita vaya más allá del producto peculiar que ya han reconocido varias Estrellas Michelin y que se ha convertido en Producto del mes de El Comidista, nada más bautizarse.
“Representamos ese relevo que pide el Bierzo”, dice con orgullo Espejo, abriendo una puerta al futuro desde el campo y poniendo en valor productos que quieren que sean también un abrazo navideño bajo cada árbol. Para ello conciben packs de regalo exclusivos que se pueden adquirir online, con punto de recogida en Ponferrada, en tiendas especializadas y pronto también en una línea de supermercado. “Somos un producto que hay que valorar por el mimo con el que se hace. No competimos con marcas industriales”, apunta.

En sus estanterías lucen paquetes como Rojo Bierzo -pimiento asado y mermelada- o Gourmet Esencia, con pera conferencia al vino Mencía y mermelada. En sus lineales hoy cuentan con pimientos asados, pera al vino, al almíbar y en mermelada, así como crema de castaña y castaña en almíbar. Pero la intención es crecer con el marron glacé y la manzana reineta como enseñas, además de ampliar la producción propia con más hectáreas para un cultivo sostenible.
La marca defiende que la verdadera vanguardia consiste, a veces, en saber mirar atrás: recuperar recetas, respetar los ritmos de la tierra y dignificar las manos que trabajan el campo, unido con la tecnología y casando así el hoy con el ayer. Su propuesta es una revolución suave, que no necesita artificios para conquistar: basta con autenticidad.
La Bercianita nace para custodiar la esencia del Bierzo y compartirla con el mundo. Una esencia que late en sus montañas, en sus pueblos, en sus bosques y en su gente. Una esencia que ahora encuentra una nueva guardiana, empeñada en demostrar que cuando florece la tierra, florece también el alma.
