Ha sido este 2025 «el gran año» de premios del esperado sorteo de Navidad, que regó de millones diversas comarcas de la provincia. Se hace por ello extraño pensar que quienes lo están pasando en la resaca del mejor sorteo sean unos chavales que han sembrado su pueblo de millones, los de la Comisión de Fiestas de Villamanín, a los que algunos de los agraciados piden ver hundidos por la más ruin de las codicias.
Pero ésa es otra historia, hoy toca ver que también hay aspectos en los que «cualquier tiempo pasado fue... peor», como el de los premios del sorteo de Navidad, que en el archivo de Fernando Rubio conserva muchas caras de desilusión que de ilusión, muchos más titulares de que «el gordo pasa de largo», «el gordo se olvida de León»... con una excepción, que no era el gordo pero: «En mis años de prensa en León, nunca fotografié una celebración del primer premio.Entre 1970 y 1980, el Gordo no visitó la provincia. Los premios se concentraban en Madrid, Barcelona y otras capitales», recuerda Fernando quien añade que «el mayor golpe de suerte llegó en 1974, con el segundo premio, el 56.332, vendido en la administración nº 5 de la calle Conde Rebolledo.
Repartió más de 600 millones de pesetas gracias a 20 de las 21 series y a las aproximaciones del 53.330 al 56.335. La Peña de los Pedrines, el bar Miserias y La Gitana se encargaron de distribuir las participaciones. Hubo alegría, sí, y también algún lamento de quienes pasaron por allí sin comprar».
Fueron leyenda durante años y corrían las historias de venturas y desventuras de aquellos agraciados, para los que recuerda Rubio un famoso refrán: «Ser pobre y rico en un día: milagro es de la santa lotería»; que también tiene su cara B para la desgracia: «Quien nace afortunado, le ponen huevos los gallos; y a quien nace para ruina, ni las gallinas».
Y el más repetido pues es cara A y cara B a la vez: «La felicidad está en compartir», sobre lo que piensa Rubio: «Una buena convivencia no debería romperse por una cuestión de dinero que, además, no existía antes del sorteo».
Como es costumbre en el ‘archivo vivo’ que es Fernando Rubio sobrevuela las fronteras para darle vuelo a las noticias. «Volvamos a lo esencial. Los romanos representaban este tránsito con Jano Bifronte, el dios de las dos caras: una mira al futuro, la otra al pasado. Enero toma su nombre de él, guardián del umbral entre lo que fue y lo que será.
Por eso quiero dedicar este cierre al Año Nuevo 2026, ese verso aún no escrito. Que te acompañe la sabiduría de Machado: «caminante no hay camino, se hace camino al andar».
La valentía de Benedetti para no rendirse «aún cuando el frío queme».
Y la lucidez de Borges, que nos recuerda que «todo destino se resume en un instante en que uno descubre quién es». Ojalá 2026 sea ese instante.
Y regresa Fernando, para cerrar la mirada retrospectiva de este lunes, a Villamanín, parece inevitable y su primera reflexión va nuevamente más allá. «Al margen de la solución, solidaria o no, que se tome en Villamanín: ¿Y hacienda? Hacienda quiere su 20% igual. Es maravilloso». Imagina la conversación:
— Oiga, que hemos vendido más papeletas de la cuenta.
— Perfecto, pero el 20% me lo ingresan igual.
— Es que la gente va a cobrar menos.
— Ah, entonces cobro yo más proporcionalmente. Es Navidad, hombre.
Que recuerda aquello de «es el mercado, amigo». Porque, razona Fernando Rubio, «hacienda no entiende de errores humanos. Hacienda entiende de retenciones. Y aquí es donde yo digo: ¿No sería precioso que, por una vez, Hacienda renunciara al 20% para que los vecinos de Villamanín cobraran lo suyo?»
— Un gesto navideño. Un milagro fiscal. Un ‘hoy no mordemos’. Pero no. Hacienda es como ese cuñado que llega a Nochebuena sin traer nada, se come el jamón… y encima te pide tupper para llevar.
Parece que es demasiado pedir al espíritu navideño don cobrador sin frac.