Fasgar es ahora mismo un auténtico infierno. Este pequeño pueblo en el corazón de Omaña lleva 11 días ardiendo y apagar el fuego parece una tarea imposible. Desalojados desde el domingo, los vecinos que se han quedado están desesperados viendo cómo los servicios de emergencias ahogan las llamas en un punto, pero estas se reavivan en otro.
Este mismo martes, que la situación parecía más tranquila a primera hora por las bajas temperaturas de la noche, el viento ha cambiado de repente a mediodía y todo se ha vuelto a descontrolar. No hay tiempo de mirar lo que se ha quemado aún, porque las llamas siguen fuera de control.
"Esto es una desesperación total. El fuego se iba para un lado, lo apagaban, se iba para otro, no había medios aéreos tampoco, solo un helicóptero de la base de Camposagrado, que los dejaba solos apagando sin ayuda por el monte y se iba a otro lado", lamentaba Rosa María Fernández, vecina de Fasgar y concejala de Murias de Paredes, nerviosa ante el avance de las llamas y la falta de medios para atajarlas: "Es que no saben ni por dónde viene el fuego".
"Vino un tornado de fuego"
Los 170 vecinos que Fasgar tiene en agosto fueron evacuados el domingo, tras empeorar la situación cuando "un tornado de fuego", en palabras de los testigos, hizo del pueblo "una ratonera" y esto es lo que temen que vuelva a pasar. La angustia de no tener claro por dónde arrinconar al fuego tras 11 días de incendio interminable cabrea a los vecinos, que cargan contra la falta de medios y de coordinación entre los mismos.
"En Campo de Santiago lo dejaron a la suerte y era allí una brigada de voluntarios que estuvieron desbrozando, pero ahora ha vuelto a subir y se está metiendo contra el pueblo", explicaba Rosa, que regresó el lunes al pueblo para hacer bocadillos para los voluntarios. "Tenemos miedo de que se meta al valle de Colinas, porque sería esto una ratonera", añade, mientras la Guardia Civil controlaba su presencia allí, al ser un pueblo evacuado.
Los pocos brigadistas que luchan contra este incendio este martes, poco más de una docena, están exhaustos. Llevan aquí 11 días sin descanso, son peones de la Junta de Castilla y León que siguen poniendo en riesgo su vida en condiciones extremas. A mediodía trataban de parar el fuego desde la carretera para que no bajara más hacia el valle. Mientras, dos helicópteros echaban agua a las puertas del pueblo y en los numerosos focos activos en la montaña.
Montrondo, fuera de peligro
Al otro lado de la montaña, en Montrondo, los vecinos han pasado toda la noche sin dormir pues temían que le fuego comenzara a bajar por su ladera. "A las cuatro y media de la madrugada veía tres focos de fuego desde mi ventana", señalaba Pepe. A mediodía, solo se veía humo al otro lado de la cresta de la colina de un bosque de abedules de Montrondo que ya ardió en 1978. "Aquí hemos trabajado el pueblo, como en todas partes supongo, porque no han venido todos los medios que deberían haber venido", añadía Juan.
Este incendio de nivel 2 mantiene desalojados Fasgar y otros cuatro pueblos del municipio de Murias de Paredes, a los que se suma Salientes, en Palacios del Sil. Aunque el fuego no ha llegado a ninguna casa, las llamas siguen quemando paisajes naturales y pastos ganaderos y agotando ya las pocas fuerzas que les quedan tanto a los vecinos como a los brigadistas.
