Como casi todos los días voy a tomar el buen café mañanero que Manolo, el del “Rincón del Valle”, nos sirve a la clientela fija que, normalmente coincidimos, compartimos y vivimos, muchos de los recuerdos emanados de la querida, y casi sin actividad actualmente, que el inolvidable “tren de Matallana” nos trae a la memoria a los que le conocimos, pueda volver a llegar hasta la estación colindante con la avenida Padre Isla con la comodidad que ello supone.
Es cierto que cada vez somos menos los que, con motivo de la edad y de otras circunstancias que la vida nos depara, fuimos testigos de aquellos trenes llenos de viajeros, lecheros, y de la Ribera del Torio, mayormente, para abastecer a parte de la población de la ciudad que valoraba mucho aquellos productos que, según se decía eran caseros sin otros aditamentos artificiales, como así se anunciaban y se vendían.
Como he dicho en otras ocasiones, al llegar el tren a la capital, como fin de trayecto, se producía el desfile de lecheros cántara en mano prestos a vender el preciado alimento de aquella leche que, además estaba cubierta con una nata con la que se cubría una buena rebanada de pan que,enriquecido con aceite y con azúcar, hacia las delicias a la hora de merendar mientras jugabas en la plaza de Renueva, así como en las cercanías de nuestra querida estación que tanto refugio nos dio a pesar de las advertencias que , tanto en casa, como por los guardas nos hacían para preservarnos del peligro que aquellas máquinas de Vapor podían provocar. La otra prueba que tenían que superar los viajeros al llegar a león, era la de pasar por el cedazo de los consumeros que eran los funcionarios municipales instalados en todas entradas a León donde se tenían que mostrar los productos a vender y pagar el correspondiente impuesto objeto de múltiples altercados con los consumeros sin que ellos tuvieran culpa alguna Pero la estación también facilitaba el uso de la cercanía de la misma, para la celebración de las fiesta o Verbenas que lo demandaran.
Una actividad muy seguida y participativa era la “carrera de mazapán”en la cual se daban cita corredores tanto del barrio, como de otros barrios, con del deseo de alzarse con el dulce premio, además del prestigio ello otorgaba. La misma tenía lugar en la parte baja de la estación de Matallana. No era raro el que se produjera algún altercado a la hora de pintar la raya de salida, teniendo que poner orden la comisión de fiestas del barrio que gozaba de autoridad en la celebración como garante del orden entre los contendientes. Remitiéndome a lo expresado al principio, en lo referente a la Verbena, en este caso de Renueva, tuve ocasión encontrarme, en el citado Rincón del Valle, con uno de los que por entonces, participaban en la carrera pedestre y que solía obtener el codiciado premio por las condiciones que Argelino Martínez por aquellos años tenía. Este caso, aunque con unos años más que yo, el recuerdo de aquellas carreras, como de tantas otras cosas que permanecen en la nube de lo vivido, me hizo dirigirme a él para identificarme como uno de los jóvenes espectadores de aquellas competiciones de aficionados, no exentas de rivalidad.
Un saludo, y hasta cualquier día en el Rincón del Valle de nuestro amigo Manolo tomando ese buen café con el que nos deleita.