Cuentan de un diputado de la República que, impulsando una ley, postuló: «Lo primero es la base» y desde el fondo, alguien añadió: «Y después peinase». Hoy es tal la ataraxia de los congresistas, que ni eso serían capaces de decir.
Pero a lo que íbamos. A estas alturas ya sabemos los efectos del miedo sobre las personas. Lo vimos en la pandemia, las ocupaciones, los asesinatos de los guardias en Barbate, la impunidad de los narcos remontando el Guadalquivir, amenazas a los jueces, corrupción sin límites en las esferas del gobierno, las compensaciones a los separatistas y la gesticulación de la vicepresidenta Montero. Suma y sigue.
Asustar es útil para dirigir al pueblo: Ofusca las mentes, atenaza los músculos, incapacita para tomar cualquier iniciativa y los ciudadanos se confían entre los brazos de cualquiera.
Y así, tal cual, nos han pillado los ‘Hombres de Negro’ (de arco iris, diría yo) que vienen de Europa para controlar en qué se gasta Sánchez el dinero que llega de la UE. A ver si destruye los embalses de una vez, arruina el campo, prima a Marruecos y sobre todo, que invierta en la partida en armamento, como ordena la Úrsula von der Leyen sin despeinarse. Se trata declarar la guerra ¿a Rusia? ¿a Vladimir? ¿Trump, por los aranceles? No les basta con haber involucrado a Ucrania en una guerra desproporcionada.
Pero el caso es que con un gobierno repartido entre el que quiere mantenerse en el poder a toda costa y los comunistas de Podemos, prosoviéticos, castristas, iraníes, chavistas y errejonzuelos... la situación va a ser complicada.
A pesar de todo la UE se impondrá porque es de donde viene el dinero para comprar unas armas, que nos vendrían mejor para defender las amenazadas Ceuta y Melilla, que para atacar a Rusia por segunda vez.
Para dar la impresión de que van en serio, nos dictan unas recomendaciones «para sobrevivir a un ataque nuclear». De eso saben bastante en Hiroshima y Nagasaki. También insisten en que nos hagamos un búnker. Pero ¿quién resistiría vivir en un cuchitril, con la suegra, la esposa, los cuñados y los niños? Al final acabaríamos saliendo del zulo, pidiendo que nos pegaran un tiro por la gracia de Dios.
Yo, por mi parte voy a remozar mi mejor refugio, para la paz y para la guerra, que es la bodega de mi bisabuelo. Con una dotación de hogazas, chorizo, queso y un bocoy para que no me falte el vino. Como dice la canción: Si yo me muero, que sea «al pie de una cuba, con un ramo de uvas en el paladar».
De momento, a esperar qué hacen con nosotros y que pase lo que tenga que pasar.