León y la actitud

León afronta una coyuntura histórica mala. No hace falta entrar en detalles porque los datos que lo demuestran se repiten muchas veces. Vamos peor que la media española, peor que la media autonómica y peor que la media del noroeste, así que hay poco que debatir sobre el tema. Observar en León y en Ponferrada la escasez de coches y de gente por las calles a horas que antes eran de actividad rutinaria no es más que un síntoma de ello.

Se puede afrontar esa circunstancia con la actitud de quien se queja, pero al final no hace nada efectivo. También se puede encarar planteándose que algo hay que hacer y, además, haciéndolo. Personalmente creo que no hay peor derrota que la de la batalla que se pierde sin pelearla. Y eso, librar la batalla, es lo que deben intentar las verdaderas gentes de bien.

Para lograr avances hay que asociarse. Los logros individuales son posibles pero infrecuentes. Si se quiere obtener resultados, es más lógico unirse a un grupo existente, o bien crear uno. Asociarse supone ser flexible, debatir y asumir algunas cuestiones con las que no se coincide del todo para conquistar consensos; acuerdos más importantes que todas las desavenencias que se puedan argüir. León se asocia bastante, pero dada la mala situación que atravesamos como colectivo, tendría que asociarse aún más.

Y finalmente el grupo ha de moverse. Hay que tener las primeras ideas claras, pero después toca avanzar hacia lo que sea, un objetivo, una acción, algo que ponga a prueba la capacidad de organización y ejecución del grupo. En ese movimiento colectivo hay mucho de aprendizaje, de maduración, de mesura, de capacidad de diálogo, de tolerancia al fracaso, de coraje y, por supuesto, de celebración colectiva.

Luego de cierto camino andado llega la reflexión más elaborada, hecha con más conocimiento, la más valiosa. No es la visión global lo que más abunda entre la gente que hace las cosas individualmente. Sin embargo es común entre los que trabajan en asociaciones. León necesita en este momento visión global, estratégica, porque requiere un planteamiento general de a dónde queremos ir desde la maltrecha situación en la que estamos. Y después hemos de pensar en lo que tenemos que hacer para alcanzar ese horizonte que, si la realidad presente no nos ilusiona, éste sí lo hará.

Es en las grandes crisis cuando se desarrollan los grandes planteamientos capaces de transformar una sociedad. León tiene la capacidad intelectual colectiva para generarlos. Hay que insistir desde el mundo asociativo a las instituciones públicas, que no han sabido estar al nivel requerido, que es el momento para replantear casi todo.