La pólvora del Rey

Viene este título a la época en que los Tercios de Flandes disparaban a diestro y siniestro en los Países Bajos, allá por el siglo XVI.

El mismo precio que paga Zelensky por defender su país de la agresión rusa. Se queja de que los países aliados, hasta ahora, sólo le han enviado chatarra; lo normal en cualquier comerciante que quiera librarse de los saldos. Y ahora, en otro tono, «exige» la entrega del Leopard, el carro de combate más destructivo que hay. Este carro circula por los más abruptos parajes salvando todos los obstáculos. Pero en su rumbo no figura el camino de la paz.

En Alemania –el dueño de la bestia– ha causado cierto rechazo, frente a la manifiesta agresividad de Inglaterra o Polonia. En este sentido la postura de España es algo tibia. Ya se quejó el ucraniano de la escasa calidad y cantidad del armamento recibido. Pero Sánchez, está maniatado por los comunistoides que mantiene en su gobierno, los cuales se sitúan decididamente en el bando ruso. Una postura nostálgica porque no se han enterado de que Stalin falleció hace setenta años.

La última vez que EEUU rearmó a un país para desplazar a Rusia fue en Afganistán –G. Bush– que forzó a las tropas rusas a abandonar el territorio. Como resultado: el renacer de Al Qaeda, Bin Laden, secuestro de aviones y masacre de las Torres Gemelas, entre otros desastres. Ahora es Europa y, nuevamente, Estados Unidos los impulsores de esta guerra. Una historia que puede reproducirse porque es difícil que el Kremlim renuncie a sus antiguos territorios.

El dramaturgo francés, Pierre Daninos, escribió la comedia ‘La Guerra de Troya no sucederá’. Pero realmente sucedió. ¿Qué pasará cuando los Leopard entren en Rusia causando devastación? La respuesta la tiene Putin, cuya falta de escrúpulos ya se puso de manifiesto con el envenenamiento del presidente ucraniano Yuschenko. ¿Hasta dónde puede llegar Rusia? ¿Quiénes lo pagaremos?

En cuatro palabras, la sabiduría popular responde: «Tanto peca el que mata, como el que tira de la pata». A buen entendedor, pocas palabras.