Enseñ-Arte

12/12/2015
 Actualizado a 17/09/2019
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Me gusta mucho el arte. Creo que nunca lo había dicho aquí. Sólo es un hobbie, de hecho me gustaría saber mucho más de lo que sé, y por supuesto entender mucho más de lo que entiendo. Lo que nunca me había planteado es en qué sentido me gusta el arte. Realmente me siento algo ignorante al respecto. Me gusta, sí, pero no suelo llegar a comprender de verdad lo que significa una obra, ni me creo capaz de juzgar si un artista es bueno o malo o el por qué unos triunfan y otros no. Hasta hace poco pensaba que era por falta de conocimiento –que también– pero ayer mismo en la inauguración de una exposición a la que asistí, me di cuenta de que no. Como mucho necesitas a tu lado a alguien que sepa de cuentas y tenga ojo para un buen negocio. Me pareció todo tan frívolo… Despojado de todo el encanto y la magia que me inspira el arte en sí. La simple satisfacción de contemplar.

Si yo me comprara una obra, sería porque me haría feliz poder verla todos los días en mi salón. Por el placer de admirar algo bello y tremendamente personal. Pero en ese momento, en la galería, me di cuenta de que el mercado del artees como la pescadería. La ley de la oferta y la demanda. No quiero tu pieza porque sea más bonita o más fea. No la quiero porque me haya despertado una emoción hasta ahora desconocida. No la adquiero por el placer de mirarla y de que otros puedan contemplarla a su vez. La quiero simplemente como inversión de futuro. Y si mañana se revaloriza y su precio asciende al doble, me deshago de ella y todos tan contentos. Se la cedo al mejor postor. Como si se tratara de una casa o un coche. Es una de las peores maneras de restarle valor a algo que me parece tan exclusivo, tan único. ¡Y qué desilusión! Se me viene a la mente aquella frase de la película Match Point: «Aquel que dijo más vale tener suerte que talento, conocía la esencia de la vida». Y efectivamente en el mundo del arte se cumple. Da igual la ‘mierda’ que hagas, que si tienes la suerte de que tres tontos te lo compren y les dé por difundir el rumor de que eres el artista revelación del año, lo tienes hecho. Igual tengo que empezar a probar, no vaya a ser que suene la flauta…