José Luis no recibirá un premio literario por ‘El hilo verde’. Da igual, porque la historia de cómo Mario llegó a su vida tras haberle adoptardo en Etiopía y de cómo se ha sobrepuesto su familia a la detección –cuando sólo tenía cuatro meses– de una parálisis cerebral no necesita palabras con un lacrimógeno envoltorio para llegar al fondo del corazón de quien la lea.
La sonrisa de su hijo es el mejor premio y por eso viaja a donde haga falta para correr y disfrutar juntos, como hicieron este domingo en la Media Maratón de León, demostrando que verdades como la suya tienen las patas muy largas y que muchos nos ahogamos en un vaso de agua por problemas que consiguen atormentar nuestra existencia pese a que en el fondo son nimiedades.
Y eso es algo muy habitual en el cada vez menos noble oficio de juntar letras, en el que tendemos a hacer nuestros los problemas de los demás y en el que la mayor recompensa que se recibe es la de sentirse como una llave inglesa que acaba tirada en la caja de herramientas en cuanto se aprieta la tuerca que anda floja.
Es por eso que libros como ‘El hilo verde’ te ayudan a relativizar el mundanal ruido al que nos somete la sociedad y a elegir bien las batallas que libras o al menos la intensidad con la que lo haces. Venía con ganas de embestir sin contemplaciones contra el todopoderoso y reelegidísimo líder del socialismo leonés, Javier Alfonso Cendón, quien sigue encadenando despropósitos a cuenta de Feve sin darse cuenta de que las mentiras –al contrario de lo que ocurre con verdades como la de José Luis– tienen las patas muy cortas. Nos quiere vender una solución provisional (disculpe que me ría, avezado lector) después de demasiados años prometiendo la definitiva. Da por buena una inversión de un millón de euros en tres autobuses eléctricos en lugar de destinar veinte a unos trenes para cuya plataforma se gastaron veintitrés. «El presupuesto es el que es», dice sin que se le encarnen los carrillos y sin mencionar los doscientos veinte millones de los nuevos convoyes para Asturias y Cantabria, aquellos que no entraban por los túneles y con los que nos engañó diciendo que algunos eran los que espera León. Y sin citar tampoco los cuatrocientos millones de inversión comprometidos en el marco de la cesión al País Vasco del tramo de Feve entre Bilbao y Balmaseda.
Venía con ganas de embestir contra él, pero no merece la pena. Pobre diablo, bastante tiene con defender al Gobierno cuya apuesta por León se traduce en tardar más de un año en reparar una tubería de saneamiento para poder abrir dos calles. Imagínense lo que puede ocurrir con los grandes proyectos que duermen el sueño de los injustos… Bastante tiene con avalar al Gobierno que nos niega el derecho constitucional a ser comunidad autónoma para intentar salir de la miseria mientras se agacha ante secuaces de terroristas y prófugos de la justicia para reforzar los privilegios de vascos y catalanes que quieren desguazar esta vieja y maltrecha piel de toro. Bastante tiene con que sus únicas verdades se ajusten al mismo criterio por el que hasta un reloj parado acierta la hora dos veces al día. Y bastante tiene para él con que su hilo verde le una exclusivamente a la esperanza de seguir teniendo un escaño a costa de que el del futuro de este nuestro terruño sea de color negro.