Según el diccionario de la RAE, ‘encastillado’ es alguien «altivo y soberbio». Y encastillarse, «perseverar con tesón, y a veces con obstinación, en su parecer y dictamen, sin atender a razones en contrario», lo que conecta con el ajedrecístico enroque. La etimología de ambas voces es muy visual: alguien desde lo alto de un torreón que contempla al resto de la humanidad sin escucharlo, tal vez vez desdeñoso. Para los que nos gustan los castillos, el de Villafranca del Bierzo lo tenía casi todo: una historia de cinco siglos, una planta robusta con cuatro torres hermosas, una ubicación privilegiada en un bello pueblo y, sobre todo, gente viviendo dentro del palacio. Y no gente cualquiera: la pianista Marita Caro, heredera de la propiedad, y su esposo: el compositor Cristóbal Halffter, el más importante autor de música contemporánea en España. Cerca de ese castillo se han desarrollado algunos momentos importantes de mi vida. Por eso, el día que entré allí a entrevistar a Halffter estuve al principio más pendiente del entorno que de la persona. Pero pronto mi atención se concentró en él: acababa de morir Marita y él, a punto de cumplir los 90 decía que todo se le había quedado en silencio. Ya había estado con él en un par de ocasiones, una de ellas en su casa de Madrid, al lado del Teatro Real donde se estrenó su ópera ‘Don Quijote’ en el año 2000. Otra fue en un homenaje que le hicieron en el Auditorio Nacional. En todas ellas había demostrado ser más desafiante hacia la autoridad que cualquier ‘punk’ 60 años más joven. Lo que pasa es que sus estimulantes ideas no seducían más porque, ay, su música no era fácil. Y no lo era porque él estuviese encastillado, como en la imagen de más arriba. Al contrario: era su profundo humanismo el que invitaba al público a hacer un esfuerzo más, igual que ese preparador físico que te ordena otras cinco dominadas, porque es lo mejor para tu cuerpo.
Además, Halffter hizo suya la frase de Publio Terencio Africano, «nada de lo humano me es ajeno», y encontró inspiración en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en los objetores de conciencia, en Zweig y en Juan del Enzina, en Heidegger y en el asesinato del niño Gabriel Ruíz ‘Pescaíto’. El compositor, sostenía, tiene que hablar a la sociedad en la que vive, no se puede limitar a intentar satisfacer sus gustos con la enésima recuperación de la ‘Quinta’ de Beethoven. Y es lo que él logró: retarnos a pensar más grande, a escuchar mejor. Lo cual es justo lo contrario de vivir metafóricamente en un castillo.Y aún más: tanto desde el Curso Internacional de Composición, como desde el festival Música en Villafranca, quiso que el arte sonoro fuese más allá de los torreones y las almenas, y se desperdigase por la tierra que le acogió. Gracias al empeño de su hijo, Pedro Halffter Caro, esta idea seguirá viva, aunque él, Cristóbal, ya no esté físicamente entre nosotros.

Cristóbal Halffter
06/06/2021
Actualizado a
06/06/2021
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