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Bodas, bautizos y manifestaciones

08/06/2025
 Actualizado a 08/06/2025
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Si alguna vez me queréis ayudar, os ruego por favor que no forméis un frente común. Si me queréis, irse. Pase lo que pase, no será necesaria tanta crueldad. Hay personas que saben que están muertas cuando ven un frente común a su alrededor. ¿De qué murió? De un frente común. Se lo detectaron demasiado tarde. Los frentes comunes siempre aparecen demasiado tarde, cuando por un lado sabes que ya no hay nada que hacer y, por otro, que nadie va a hacer nada aunque pudiera. Un frente común es un entrenador ratificado. Un frente común es aplicar la Extremaunción a lo que sea, un eufemismo de fracaso. Cada vez que titulo «frente común por» o «frente común contra», el producto interior bruto de esta provincia cae otro poco. En una oración compuesta, todo lo que va antes y después de «frente común» fallece sin la necesidad de conjugar los verbos. Políticamente resulta muy confortable un frente común, por eso sigue aplicándose con insultante impunidad en nuestros días, brindando a nuestros responsables institucionales  la oportunidad de hacerse fotos como si estuvieran recién llegados, como si no tuvieran nada que ver con el crimen, un todo a cien del escurrir responsabilidades, conscientes de que las culpas siempre son, por lo que sea, del que no está presente. Andan casi tan listos para entrar en cualquier frente común como para pedir avales. La colaboración institucional está muy bien, la suma de esfuerzos suena fenomenal en los discursos, pero los frentes comunes resultan temibles. Tiene mucho más peligro un frente común que una caja común en la que todo el mundo puede meter la mano. Los políticos hacen frente común, aprueban en un ayuntamiento una moción que nunca llegará a su destino pero servirá para cobrar dietas, encantados de conocerse por haber alcanzado en algo la unanimidad, y, de repente, parece que tienen bula, los asesinos ya pueden dar sentidos pésames a las viudas y lamentarse de la desdichada suerte, hay que ver, ya lo dije yo, se veía venir, hacen con todo igual, las competencias son suyas... Como en el banco, si te quitan la comisión «te la quito yo» y, si te la cobran, «te la cobran estos cabrones».

Se podría contar la historia de León a través de los frentes comunes. Hubo un frente común por la minería y, bueno... No hace falta dar muchas más explicaciones. Sólo en lo más reciente, por no remontarme a los frentes comunes por biomédica o la escuela de pilotos y otros ejemplos de éxito, ha habido últimamente frentes comunes para reivindicar la plataforma logística de Torneros, defender la uva godello, pedir que no cierren los consultorios médicos de los pueblos, reforzar la justicia, recuperar la Vía de la Plata y, por supuesto, el memorable y ejemplar frente común de la Mesa por León. 

Por si le faltara algo a esta época de cerezas, bodas, bautizos y comuniones, también despedidas, graduaciones, confirmaciones y emotivas fiestas de fin de curso, además de las aquí siempre presentes procesiones con los cofrades de guardia, ahora le han brotado al mes de junio manifestaciones, siempre con variopintos frentes comunes, tantas protestas con aroma a entierro (Teleperformance, Oncobierzo...) que algunos de nuestros representantes ya son capaces de activar con obscena naturalidad el modo plañidera. El viernes hubo una en La Bañeza contra el cierre de la Azucarera, un frente común de manual que garantiza fracaso y más frustración. Peor es la manifestación que hoy se celebra en Madrid, frente común pepero contra el Gobierno de Pedro Sánchez, que dicen que es una mafia y es verdad, que dicen que necesitamos un cambio y es verdad, pero al verles y escucharles queda claro que el cambio tendría que empezar por propio PP. El Partido Popular leonés no tiene dinero ni para fletar un autobús este domingo para ir a hacerse fotos con Feijóo o  Ayuso, así que se les caen los argumentos de que son el partido que mejor gestiona nuestros impuestos si queda claro que ya no saben gestionar ni los suyos. La situación evidencia el enfrentamiento entre facciones y la falta de comunicación interna: ahora que el magnánimo Mañueco dice habernos puesto a todos el transporte gratuito, los peperos leoneses no tienen ni para un autobús. Quizá así se den cuenta de que es mejor que cobren y funcione a que sea gratis y no aparezca.

A los representantes del PP leonés que hoy acuden a la llamada de su partido viajando a Madrid es necesario recordarles que también ayer se celebró otra manifestación, también en Madrid, también con problemas de transporte: fue en defensa del tren de Feve. Por lo que sea tuvieron más interés en lo de hoy que en lo de ayer, aunque en algunos casos el abandono de la vía estrecha afecte directamente a sus municipios y a sus vecinos y aunque muchos de ellos hayan firmado el manifiesto, es de suponer que con la esperanza de que su firma se evapore cuando alcancen ese poder que tanto ansían y que les facilitan los tribunales pero les siguen negando los datos económicos y las urnas. El debate es dolorosamente simple: a las acusaciones de corrupción, y tú más; a la falta de soluciones, y tú menos. Les iría mejor estando callados y dejando que su adversario exhiba sus torpezas, mantener la sospecha de parecer inútil antes que demostrarlo. Lo de UPL.

Los manifestantes en defensa de Feve se plantaron ayer en Madrid cansados de la inutilidad de los frentes comunes, que también los ha habido, demasiados, en torno a este tren que si no existiera nos lo querrían construir con los mismos argumentos que ahora parecen no escuchar para conservarlo. En realidad no habría que dar muchas más explicaciones si cada uno de los manifestantes contara la odisea de su viaje hasta plantarse ante la sede del Ministerio de Transportes en Madrid. Como todos los miembros del frente común, yo también siento no haber podido acompañarlos ayer, pero tampoco acudiré hoy ni a bodas, ni a bautizos, ni a manifestaciones. Trataré de aportar algo cogiendo el tren. Ojalá haya alguien para cobrarme el billete.

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