Novelar y acercar la historia al lector
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Novelar y acercar la historia al lector
Caminos femeninos del arte
Ara Antón cultiva la novela histórica, pero también la juvenil, la poesía y los artículos en prensa
«La lectura y la escritura son los únicos caminos saludables para escapar de la rutina» (Ara Antón)
Hoy traigo a esta sección a Ara Antón (León, 1948), reconocida escritora de nuestra tierra que, además de su faceta como novelista histórica –la que más destaca en el conjunto de su obra- se ha adentrado en la novela infantil y juvenil, además de participar como articulista en algunos medios de la prensa provincial y como conferenciante.
Tampoco es menor su obra poética aunque de momento aún sea inédita, sólo compartida ante públicos reducidos. Diplomada en Magisterio por la Universidad de León, vivió en Francia y Estados Unidos, ejerciendo a su vuelta la docencia en nuestra tierra. Esta circunstancia y la crianza de sus hijas fueron en parte la causa de que no comenzase a publicar demasiado pronto, aunque cuando lo hizo ese desembarco le llegó por la puerta grande pues su primera novela El velo (1997), ganó el “Premio de narrativa Camilo José Cela” de la Diputación de Guadalajara; una novela que dice haber surgido por “el desengaño ante los feminismos desaforados de la década de los 70 lo que la impulsó a recrear la vida de la reina de León, Sancha, y su hija Urraca que, sin necesidad de alardes ni vacías manifestaciones, gobernaron un reino, siempre detrás del velo”. Y detrás de ésta llegarían otras, también junto a otros importantes reconocimientos.
Puede desarrollar cualquier tema porque –dice- “lo que me interesa es indagar en ellos, incluyendo épocas, situaciones, personajes, sentimientos, motivaciones,…”, logrando novelas que son fruto de “la investigación histórica y de mi amor a la lectura”, en las que aborda con maestría desde el mundo de los astures a momentos tan próximos como la Guerra Civil, sin olvidar el Reino de León; acercándose con éxito tanto a figuras que formaban parte de la Corte, como a figuras tan complicadas como la de San Agustín, y dando –en algunas de ellas- especial protagonismo a mujeres que fueron exponente de las capacidades y el poder femenino, que impusieron su voluntad incluso desde detrás de un trono, como el caso de la Infanta Urraca o Leonor de Aquitania, ejemplos de que ninguna puerta tiene por qué cerrárseles a las mujeres (ni entonces ni ahora) si saben luchar y desenvolverse en la vida, incluso por encima de las negativas circunstancias que les sean impuestas.
Además de la Historia, también la tradición oral se hace presente en su obra, como en en Leyendas de amor y muerte; o hay espacio para los cuentos fantásticos como en La porfía del laberinto, donde toca el tema de la con un cierto humor ácido. También se adentra con éxito en el mundo mágico de los niños que traslada a sus títulos: Un pueblo sin tele ni tele; Un pueblo mágico… a veces.
A través de sus diferentes obras, nos ha demostrado que es capaz de desarrollar cualquier tema “porque lo que me interesa es indagar en ellos, incluyendo épocas, situaciones, personajes, sentimientos, motivaciones, etc…”, considerando que en cada una sale al exterior parte del “inconsciente”, ya sea el de quien escribe o ese que pertenece a todos y que “Freud llamó inconsciente colectivo”. Considera el hecho de la escritura sumamente gratificante porque -al igual que otras expresiones artísticas- nos permite comunicarnos “con esa parte oscura y poderosa que nos gobierna”; algo que junto a la lectura supone el único camino saludable para escapar de la rutina, con un efecto sanador increíble. Y así dice “aconsejaría a todo el mundo que lo experimentara porque, además de entretenimiento, encontrarían conocimientos –de los que todos, a pesar de lo que crean algunos, andamos muy escasos-.” Y cree en los lectores como los mejores críticos “porque no tienen intereses espurios de ningún tipo, (porque) hablan desde sus sentimientos” y por ello utiliza las redes sociales para comunicarse con ellos”.
Lectora contumaz de El libro del desasosiego de Fernando Pessoa, tiene como fuente de su escritura “cada documento, cada libro, cada autor” y cada nuevo personaje le ha enseñado también algo en la vida porque con cada uno de ellos “he compartido vivencias que me han enriquecido”. Eso sin contar el hecho del viaje pues aunque tanto en ella como su literatura está muy presente el amor a su tierra, considera que «el encuentro con otras formas de pensar hace que nos cuestionemos las ‘verdades’ y comprendamos que no son tales y que nadie sabe más que nadie».
Ara Antón es una estupenda novelista que se inspira en personajes de la Historia y de la realidad más cercana para acercárnoslos con una mirada propia, como a Leonor de Aquitania, protagonista de su última novela publicada, que si antaño inspiró a trovadores y poetas de su época, fue elegida por ella “o mejor, ella me eligió, porque fue una gran feminista sin pretenderlo, siempre desde su papel de mujer en un mundo de hombres poderosos y agresivos, a los que consiguió, en uno u otro momento de su vida, poner a sus pies». Ara, que entiende el mundo como ese lugar al que cada uno de nosotros ha venido “para realizar una misión” de la que tenemos que hacernos conscientes con el fin de llevarla a cabo lo mejor posible, tal vez haya encontrado la suya en contarnos vidas y circunstancias que nos permitan adentrarnos en la Historia con una nueva perspectiva. Altamente recomendable.
Hoy traigo a esta sección a Ara Antón (León, 1948), reconocida escritora de nuestra tierra que, además de su faceta como novelista histórica –la que más destaca en el conjunto de su obra- se ha adentrado en la novela infantil y juvenil, además de participar como articulista en algunos medios de la prensa provincial y como conferenciante.
Tampoco es menor su obra poética aunque de momento aún sea inédita, sólo compartida ante públicos reducidos. Diplomada en Magisterio por la Universidad de León, vivió en Francia y Estados Unidos, ejerciendo a su vuelta la docencia en nuestra tierra. Esta circunstancia y la crianza de sus hijas fueron en parte la causa de que no comenzase a publicar demasiado pronto, aunque cuando lo hizo ese desembarco le llegó por la puerta grande pues su primera novela El velo (1997), ganó el “Premio de narrativa Camilo José Cela” de la Diputación de Guadalajara; una novela que dice haber surgido por “el desengaño ante los feminismos desaforados de la década de los 70 lo que la impulsó a recrear la vida de la reina de León, Sancha, y su hija Urraca que, sin necesidad de alardes ni vacías manifestaciones, gobernaron un reino, siempre detrás del velo”. Y detrás de ésta llegarían otras, también junto a otros importantes reconocimientos.
Puede desarrollar cualquier tema porque –dice- “lo que me interesa es indagar en ellos, incluyendo épocas, situaciones, personajes, sentimientos, motivaciones,…”, logrando novelas que son fruto de “la investigación histórica y de mi amor a la lectura”, en las que aborda con maestría desde el mundo de los astures a momentos tan próximos como la Guerra Civil, sin olvidar el Reino de León; acercándose con éxito tanto a figuras que formaban parte de la Corte, como a figuras tan complicadas como la de San Agustín, y dando –en algunas de ellas- especial protagonismo a mujeres que fueron exponente de las capacidades y el poder femenino, que impusieron su voluntad incluso desde detrás de un trono, como el caso de la Infanta Urraca o Leonor de Aquitania, ejemplos de que ninguna puerta tiene por qué cerrárseles a las mujeres (ni entonces ni ahora) si saben luchar y desenvolverse en la vida, incluso por encima de las negativas circunstancias que les sean impuestas.
Además de la Historia, también la tradición oral se hace presente en su obra, como en en Leyendas de amor y muerte; o hay espacio para los cuentos fantásticos como en La porfía del laberinto, donde toca el tema de la con un cierto humor ácido. También se adentra con éxito en el mundo mágico de los niños que traslada a sus títulos: Un pueblo sin tele ni tele; Un pueblo mágico… a veces.
A través de sus diferentes obras, nos ha demostrado que es capaz de desarrollar cualquier tema “porque lo que me interesa es indagar en ellos, incluyendo épocas, situaciones, personajes, sentimientos, motivaciones, etc…”, considerando que en cada una sale al exterior parte del “inconsciente”, ya sea el de quien escribe o ese que pertenece a todos y que “Freud llamó inconsciente colectivo”. Considera el hecho de la escritura sumamente gratificante porque -al igual que otras expresiones artísticas- nos permite comunicarnos “con esa parte oscura y poderosa que nos gobierna”; algo que junto a la lectura supone el único camino saludable para escapar de la rutina, con un efecto sanador increíble. Y así dice “aconsejaría a todo el mundo que lo experimentara porque, además de entretenimiento, encontrarían conocimientos –de los que todos, a pesar de lo que crean algunos, andamos muy escasos-.” Y cree en los lectores como los mejores críticos “porque no tienen intereses espurios de ningún tipo, (porque) hablan desde sus sentimientos” y por ello utiliza las redes sociales para comunicarse con ellos”.
Lectora contumaz de El libro del desasosiego de Fernando Pessoa, tiene como fuente de su escritura “cada documento, cada libro, cada autor” y cada nuevo personaje le ha enseñado también algo en la vida porque con cada uno de ellos “he compartido vivencias que me han enriquecido”. Eso sin contar el hecho del viaje pues aunque tanto en ella como su literatura está muy presente el amor a su tierra, considera que «el encuentro con otras formas de pensar hace que nos cuestionemos las ‘verdades’ y comprendamos que no son tales y que nadie sabe más que nadie».
Ara Antón es una estupenda novelista que se inspira en personajes de la Historia y de la realidad más cercana para acercárnoslos con una mirada propia, como a Leonor de Aquitania, protagonista de su última novela publicada, que si antaño inspiró a trovadores y poetas de su época, fue elegida por ella “o mejor, ella me eligió, porque fue una gran feminista sin pretenderlo, siempre desde su papel de mujer en un mundo de hombres poderosos y agresivos, a los que consiguió, en uno u otro momento de su vida, poner a sus pies». Ara, que entiende el mundo como ese lugar al que cada uno de nosotros ha venido “para realizar una misión” de la que tenemos que hacernos conscientes con el fin de llevarla a cabo lo mejor posible, tal vez haya encontrado la suya en contarnos vidas y circunstancias que nos permitan adentrarnos en la Historia con una nueva perspectiva. Altamente recomendable.