Cabrera, La Cabrera que dicen muchos, Cabreira en su lengua, es otro mundo. Para bien y para mal, ni mejor ni peor, pero una comarca indudablemente diferente, en su vida y sus gentes. Tal llena de contrastes como no encontrarás. El alejamiento que vivió, la falta de comunicaciones, hizo de ella también una leyenda desde la lejanía, aquella que Ramón Carnicer bautizó con un singular título en su libro de viajes por aquellas tierras: ‘Donde las Hurdes se llaman Cabrera’. Un libro que levantó una tremenda polvareda cuando éstas se silenciaban por decreto.
Tanta que otro cabreirés de vivencia, el médico Leopoldo de la Mata, quiso responder al libro parodiando su título por uno bien agresivo: ‘Un cerdo pisó Cabrera’, pero todo se quedó en el título según contaba en uno de sus artículos el gran guardián de la memoria de las gentes de Cabrera y párroco durante muchos años en aquella comarca, Manuel Garrido, de excelente memoria.
Sí era el doctor de La Mata un ilustre coplero, con letrillas que hicieron furor, a todo lo que se movía. Sirva como ejemplo la que le dedicó a Girón, que no parecía personaje muy apropiado para el ripio_ “A Manolito Girón / qué mala muerte llevaste, / te mataron a traición / cuando menos lo pensaste”.
Aquel clima ‘posbélico’ de persecución de la guerrila dio pie a otra copla del médico nacido en La Bañeza y que habla de la tensión que vivía la guardia civil, que recoge Garrido con el título de Romance de la vaca muerta: “En la sierra Campo Romo / cerca de la Casa la Cueva, / en una noche serena / pero no muy despejada, / un bulto negro, muy negro, / a paso lento avanzaba. // Pronto le dan el alto, / ¡Alto, alto! Por tercera vez, / y el bulto sigue avanzando. / De pronto se oye un disparo, / al instante se oyen cien, / el bulto cayó por tierra. / Requiescat in pacem. Amen”.
Cabrera fue la tierra del maquis Girón y su leyenda, la más controvertida leyenda de la guerrilla, pero también es la patria de Amable Liñán, guerrillero de laboratorio e investigación, premio Príncipe de Asturias de Investigación; de Iruela salió el Relojero Losada, una de las biografías más apasionantes de nuestra historia y también cabreirés era realmente Salvador Cañueto, el llamado ‘bandolero de Omaña’, que ni era bandolero ni de Omaña, un tipo tan golpeado por la vida como noble que decidió fugarse de la cárcel cuando ya solo le quedaban días para cumplir una larga condena y ahora se encuentra en búsqueda y captura… para cobrar la jugosa herencia que le dejó en testamento la misma madre que le abandonó siendo un niño, seguramente arrepentida.
No podía ser Cabrera ‘ajena’ a protagonizar un buen número de libros y novelas, biografías… muchas veces controvertidas, cuestionadas, como le ocurrió al primero de los grandes textos dedicados a ‘estas Hurdes’, el de Ramón Carnicer. Pero también posó su mirada en ella Salvador de Pablos y sus viajes a esta comarca, el citado Manuel Garrido, Santiago Macías en el apartado del maquis y con especial atención a Manuel Girón, Concha Casado, Xepe Valle, Andrés Martínez Oria y su cuidada y poética Flores de hinojo. También levantó polémica la biografía de un cabreirés escrita por el vasco Ramiro Pinilla, ‘Antonio B. El rojo’, en unos títulos, otras veces ‘el rojo’. Pero también cabreirés es el pobre Colás, uno de los tipos más entrañables y recordado por sus vecinos.
Y de biografías de cabreireses son dos libros de reciente aparición y del mismo autor: José Manuel Roces, un asturiano afincado en Cabrera buena parte del año, con casa en Nogar y muchas horas a la orilla del río. Son ‘El bandolero de Omaña. Ni bandolero ni de Omaña, cabreirés’ y un egundo de reciente aparición: ‘Una cabreiresa inocente: indultada por la cofradía del Santo Cristo del Perdón’, en el que narra la historia de Teresa Rodríguez Lorden, la mujer inocente que acabó en la cárcel y, por suerte o justicia, recibió el beneficio penitenciario de esa vieja costumbre de la Semana Santa leonesa.
Visitaba Roces a Teresa en Santa Eulalia haca tan solo unas horas y la mujer le confesaba: “Ya no me quedan lágrimas de lo que he llorado, tenía que parar de leer para secarme los ojos, pero ya lo he leído tres veces”. Sin embargo José, su marido, reconocía que “no soy capaz de acabarlo. Doy en llorar y llorar… y no puedo seguir leyendo. Tengo tantas ganas de que vengan los hijos para que lo lean».
Y es que proteger a los hijos fue lo que les llevó a aceptar una sentencia injusta: «¿Qué no se hace por los hijos?», se pregunta esta mujer a la que viendo y escuchando se hace muy difícil pensar que pisó la cárcel.
Y es que de la mano de este ‘cabreirés de vivencia’ recorreremos este verano algunos personajes de Cabrera, singulares, no hace falta que sean ilustres o famosos, basta con que tengan una historia que contar y aquella tierra como telón de fondo.
Gente como Félix el de Silván, muchos años soldador en plataformas petrolíferas; Ifigenio, el carpintero de Pombriego; Brindis Morán, de Sigüeya; Sergio el músico de Odollo… historias sin ningún afán de controversia, todo lo contrario, de reconocimiento