Las prisas, las jodidas prisas, siempre tienenla culpa de no fijarnos en cosinas que están ahí, y que además llevan años, incluso algunas más de un siglo en plena calle, sin pedir nada a cambio y, sin estorbar a la mirada de la belleza y al encuentro con la sabiduría de aquellosmaestros que idearon, tramaron, y urdieron esas formas maravillosas en las calles más llamativas de nuestras ciudades; aquel último cuarto del siglo XIX donde unas nuevas formas de edificación fueron alegrando algo las ya largas avenidas, las calles más transitadas, y las plazas más concurridas. Ensanches que los propios arquitectos vieron conbuenos ojos para que las ciudades fueran ampliándose dentro de un orden más o menos racional, y siempre que algunos intereses especulativos, que también abundaban, lo permitieran y, de esa manera, se fueron creando edificaciones de varias alturas y con fachadas bonitas y entradas de portales llenas de encanto y belleza. Así ocurrió durante unpar de siglos atrás, y así intentaremos contárselo. Imagino que los costes de construcción en aquellos años eran altos, pues se necesitaba mucha mano de obra, y aunque esta fuera barata, se tardaba años en terminar una construcción grande. Hay que también contar, que no era lo mismo construir en aquellas zonas más céntricas, que en los barrios o arrabales de las ciudades. De ahí que la calidad de materiales y otros añadidos, fueran mejores en aquellas calles más…de las ciudades, villas y grandes pueblos, que aquellas otras, donde los trabajadores vivían. Hoy vamos a escribir sobre aquellas variadas y bellas puertas de las entradas a los edificios del centro de la ciudad de León; pero imagino, que en casi todas las ciudades, y en aquellos años, la nueva arquitectura iba por esos derroteros.

En León también se edificaron edificios que en aquella época eran innovadores y llenos de elegancia, estilo, y diseño. Y todo gracias a “El Ensanche”. A fines del siglo XIX la ciudad ocupa 50 Ha. y a lo largo del siglo pasará de 9.000 a 15.000 habitantes; esto produce la necesidad imperiosa de una nueva urbanización. Mientras en 1843 aún se reparan las murallas medievales para la defensa de la ciudad, desde 1850 hasta 1923 se demolerán una tras otra todas las puertas (excepto Puerta Castillo). Poco a poco la ciudad vieja se transforma: en la década de 1890, se alinean las calles del barrio antiguo, demoliendo docenas de casas, palacios e iglesias; en 1918 caen 17 casas seguidas de la Calle La Rúa, entre ellas los restos del palacio real de Enrique III, y los Baños de Doña Urraca (hoy piscina del Hotel Conde Luna). En 1862 el arquitecto Pérez de las Rozas planea la nueva ciudad: “El Ensanche”; el proyecto será sucesivamente adaptado en 1889 por Ruiz de Salazar que toma como base el desarrollado por Cerda en Barcelona, y a comienzos de nuestro siglo por Cárdenas. La desamortización de solares permite abrir nuevas calles al moverse de manos los terrenos que rodean la vieja ciudad amurallada: Padre Isla y Ordoño II (entonces llamado Paseo de las Negrillas), parten de la vieja Cerca del Burgo Nuevo, que es demolida junto con el monasterio de Santo Domingo, para crear el actual centro urbano. La ciudad moderna. Y en aquellos tiempos se van realizando edificaciones en Ordoño II, calles adyacentes y calle Ancha, entre otras; y de ahí salen algunas edificaciones como el Nº 27 de Ordoño II que se construyó en el año 1896 y que tiene una puerta muybonita; la misma es de madera conlucera en arco de cristal y forja en abanico, picaportes de hierro fundido y tiradores y clavos en forja; es una de las puertas más llamativas de la citada calle. Otra puerta que nos ha llamado la atención, es la siguiente edificación: Nº 25; el hibridaje entre madera, bronce, y lucera rectangular con cerramiento de forja en rombos. A destacar el picaporte de latón, así como el trabajo de vaciado y labrado de las dos hojas de la puerta de madera, con rosetones rectangulares. Encima de la puerta un símbolo de laurel, compás y escuadray una plomada, sugieren la pertenencia al mundo de los arquitectos; el compás y la escuadra son instrumentos de precisión matemática muy comunes en la práctica de la arquitectura. Es a partir del uso de estas herramientas que el arquitecto alcanza la perfección de las formas en su trabajo. Sin embargo, la utilización de este símbolo no es exclusiva de la profesión, ya que la masonería también estampa la figura en sus diversas representaciones. Lo dejamos para los estudiosos del tema.
Las prisas tienenla culpa de no fijarnos en cosinas que están ahí, llevan años ahí, algunas incluso siglos Arquitectos de renombre importante, pues algunos, también trabajaron en la catedral de León, incluso años enteros. Especialistas en aquellos años de pocas bonanzas en construcción, pero sídejaron un legado personal en diseño de construcción con un encanto un tanto especial… imagino que como en otras ciudades similares.Y seguimos este pequeño recorrido por esa avenida de Ordoño II, tan llamativa y con tanta gente,que a veces, se pasa de largo ante tanta belleza mostrada a lo largo de sus dos aceras.Y sí hay que hacer mención a las puertas de bonitas forjas en hierro, en redondos labrados al calor y fuego y carbón vegetal en los talleres de herreros y forjadores, en aquellas fraguasde golpes serenos, de maestros y aprendices que no reparaban en domar el hierro para la vistosidad de una entrada hacia las casas, palacios y edificios de gentes de profesiones liberales, y que cambiaron el estilo de la madera de toda la vida, por unas nuevas formas de lucir sus casas. Así nos encontramos con el Nº 20 y 24, 28 y 35 donde los maestros idearon unas forjas muy llamativas y bonitas. En elNº 2de la citada avenida nos encontramos con una puerta algo especial, pues, aparte de su bonita estampa, recurre a la vidriera como contrapuerta interiorentre una forja de latón muy llamativa y bonita, a destacar también los labrados y tallas, los zócalos, bajorrelieves en madera en toda la puerta, seguramente realizada por maestros ebanistas de uno de los grandes talleres de carpintería y ebanistería de la ciudad.
Un recorrido por esa avenida de Ordoño II, tan llamativa y con tanta gente,que a veces, se pasa de largo Esas contrapuertas pequeñas que se abrían en verano para la ventilación del portal y de la escalera, tienen una importancia decorativa especial, las hay labradas y talladas, como lisas en madera, las hay con cristales opacos y hasta con vidriera realizada con junta de estaño y de varios colores, las hay con cristales traslucidos que dejan ver portales de una inmensa belleza en su interior. Les acompañan tiradores con forma depomo redondos con dibujos varios, tiradores alargados de bronce y hierro fundido, llamativos y bellos picaportes también en latón o fundido a molde de arena y pulido de piedra y bombo, también se pueden fijar en las bocallaves de latón y hierro fundido.Recuerdan a nuestras madres y abuelas con aquel “Sidol” de toda la vida, que olía a rayos… aquel liquido espesoque había que dejar secar durante unos minutos y luego venga a pasarle la bayeta para abrillantar todos los bonitos llamadores, tiradores, bisagras… escribiendo sobre las bisagras, menuda tela que había para aguantar el peso de esas bonitas puertas, bisagras, generalmente interiores, realizadas por herreros a fragua y agua fría para dar dureza y que soportaran, y muy bien las puertas, las grandes puertas de hasta tres metros de altura y anchos muy variados, pero desde el metro, hasta el doble en doble hoja, casi nada; ahí los maestros albañiles tenían que ser muy finos para recibir todo ese peso y además saber hacer los desarrollos de las luceras que tan bonitas les quedaban. Me da la impresión que pocos maestros oficiales, hoy en día, serían capaces de realizar estas grandes puertas de entrada.
Y así podríamos seguir comentándoles sobre arquitectura que ha pasado por más de tres siglos; trabajos muy bien realizados por artesanos y maestros de varios oficios en esas puertas de entrada que son un museo vivo y en la calle, un museo lleno de arte y cultura, y que con solo pararse a admirarlas, se reconforta lamirada y se lleva para casa, la sensación de que hubo un tiempo donde se ponía gran belleza en aquello que realmente no tendría demasiada importancia, como es la entrada a unportal de estos magníficos edificios, y donde aquellos grandes arquitectos, aquellos constructores pacientes, aquellos maestros albañiles, carpinteros, canteros, forjadores, herreros, peones de mano… hicieron un gran trabajo dejando su impronta y su maestría a través de los años; algunas fueron restauradas, pero la gran mayoría siguen siendo las auténticas del año de la construcción de los edificios. Habría que llevar estas pequeñas cosas, aparentemente, a los recorridos culturales de la ciudad, todos los edificios emblemáticos e históricos son importantes, pero también hay más cosas de las que disfrutar en la bonita ciudad de León, y además gratis…