El paso del tiempo ofrece cambios de ciclo que propician la desaparición de elementos que habían sido el eje central de la vida cotidiana; con el ejemplo inevitable, por ejemplo, del arado romano que después de resistir desde los tiempos que su apellido dice casi a nuestros días hasta su desaparición casi absoluta bajo las rejas de los tractores que cambiaron la vida del campo.
Hoy viene hasta este rincón de los lunes unas estampas que Fernando Rubio guarda todavía con gran vigor en los años 70 y hoy... la feria de ganados de San Andrés, en León, colocada en el calendario como dice el viejo refrán: «Noviembre, bendito mes que empieza con los Santos y acaba con San Andrés».
Todavía la fotografió Rubio con relativo esplendor pero... «A partir de los años 1960–70 el mercado de San Andrés, como el resto de las ferias, comenzó a declinar. El factor principal fue la mecanización agrícola. Como señalan estudios ganaderos, ‘la utilización del ganado equino ha ido perdiendo importancia en la actividad agrícola a medida que ésta se ha ido mecanizando’». En resumen, hasta que irrumpió la gasolina.
Y aunque se puede llegar rápido al ocaso tiene una muy larga historia detrás, a la que viajó Fernando. «El mercado/feria de ganados de San Andrés en León es una tradición centenaria que ha cambiado de emplazamiento y de importancia a lo largo de los siglos. Sus orígenes se remontan a la Edad Media en el entorno de las murallas de San Isidoro. Se sabe que el rey Alfonso XI (siglo XIV) donó terrenos junto a la muralla para ampliar el recinto ganadero en la Era del Moro de León. Ya en 1466 se obtuvo privilegio real para celebrar ferias en León (por San Juan y Todos los Santos), aunque la feria de San Andrés propiamente dicha surgió algo después».
Una rica historia con otros capítulos. Los “libros de pata endida” del siglo XVIII registran ventas de ganado vacuno en las ferias de San Andrés (y San Marcelo), lo que demuestra su importancia comercial desde hacía siglos. En el siglo XVII–XVIII las ferias se celebraban con fechas fijas: San Marcelo a fines de octubre y San Andrés un mes después (finales de noviembre). «En esas transacciones se anotaba la edad y precio del animal, con un impuesto de alcabalas del 6% sobre el valor».
Un viaje que llega al siglo XX, el cercano, que vio como en 1927 se delimitó la Plaza de Ganados en La Corredera, y a partir de 1955 comenzó a construirse el recinto ganadero de La Chantría, con entrada por la avenida José Aguado. «El actual Mercado Nacional de Ganados de León está a las afueras de la ciudad en la margen derecha del Bernesga fue proyectado en 1971, terminado en 1977 y comenzó su andadura en 1978 con una exposición de ganado de la raza Parda Alpina y se estableció definitivamente en 1979».
Ya estamos en los 70, la década de Fernando Rubio como fotoperiodista, con numerosas imágenes en su archivo de esta feria que «había sido un pilar de la economía local. Constituyó un sistema de comercio ganadero tradicional, clave para los ganaderos de León y de provincias vecinas. En pleno siglo XX aún se describía como la cita ganadera más importante de España;aunque ya se comenzaba a ver el gran problema para ella: Cuando tractores y camiones, dejaron de necesitar mulas, asnos y caballos para arar y transportar se redujo drásticamente la oferta de estos animales», que eran los grandes protagonistas de esta feria, que no era de vacuno, como buena parte de las de la provincia.
Así se fue constatando que la revolución del motor y el comercio moderno desplazaron el sistema ferial antiguo. «El resultado fue que el Mercado de San Andrés –al igual que otras ferias rurales– vio reducidos sus compradores y transacciones. Testimonios de la época señalan que, a finales del siglo XX, el mercado ya no era ni la sombra de lo que fue en los años 80, reflejo del fin de una era ganadera». Aquello que muchos echaron al viejo saco de «los tiempos adelantan que es una barbaridad» era esta vez muy cierto. «Lo que pasó es que, a veces, no sólo adelantan sino que dejan muy atrás a aquellas ferias ganaderas que brillaban en la mitad del siglo XX».
Y con ellas va muriendo ese viejo rito de una especie de cortejo comercial que era el trato, el juego teatral para llegar a un acuerdo entre vendedor y comprador, un entente que siempre parecía imposible —en principio— y acababa siendo posible —al final—.
- Esa mano y cerrado el trato.