El olor a pintura da la bienvenida en el jardín de Ana Mogas. No es el único enclave en que el sonido de los sprays se entremezcla con el ritmo del hip hop que emanan los altavoces de los artistas que participan en el ciclo León Jam enmarcado en el festival de verano ‘León, cuna del parlamentarismo’, puesto en marcha por la concejalía de Acción y Promoción Cultural del Ayuntamiento de León. La avenida Doctor Fleming y la calle de Astorga también son testigos de la destreza de un grupo de creadores que, llegados desde diferentes partes de la geografía nacional –como Sevilla, Huelva y Málaga–, ofrecen sus pinceladas a las paredes desnudas del entorno de la antigua estación de Renfe.
«Pretendemos llevar el arte a las calles, democratizarlo, que sea accesible para todos», relata la organizadora Raquel Moledo: «Sobre todo, cogemos como ejemplos de otras grandes ciudades que tiene ‘jams’ y eventos dedicados al arte urbano para traer eso a León y tener iniciativas renovadas de cultura».
El campo del arte urbano es muy amplio. De ello da debida cuenta el programa de una cita que arrancó este viernes y continuará este sábado, desde las 12:00 hasta la medianoche. A la pintura mural, acompañan también talleres de colaboración, exhibiciones de BMX, skate y breakdance, talleres de todo tipo y sesiones de música en directo. Acompaña, también, una batalla de ‘tags’; término con el que se conoce a las firmas de los artistas.
El primer bosquejo de esta iniciativa sucedió el año pasado. Auspiciados en el patrocinio de una treintena de empresas, un grupo de amigos echó mano de aerosoles y mascarillas para convertir la vieja fábrica de Rubiera en su particular lienzo. Ahora, por primera vez, ese grupo de amigos cuenta con el apoyo del consistorio leonés.
«Nos han dado un voto de confianza; han apoyado este proyecto y les agradecemos que sea así para poder llevar el arte a las calles de León», refleja Moledo, que se arrancó en el mundillo de los murales hace ya cuatro años. «Al final, esto empieza como algo no permitido. Ahora estamos en otra fase porque la mentalidad está cambiando, pero los comienzos son duros», continúa: «Aquí hay gente que lleva pintando incluso más años que yo respirando».
Son las propuestas como esta las que contribuyen a ese cambio en la percepción de una práctica que nace, se erige y se disfruta en plena calle. Por eso sus devotos no dudan en acudir a la llamada del arte urbano y planean los detalles perfectos, la anatomía exacta de una mano o un rostro, buscando dejar atrás la concepción despectiva del grafiti para hacer de sus obras verdaderas piezas de arte mural.
