El Camino es para andar y para saborear

La Posada de Gaspar es una parada obligatoria para quienes acaban una etapa del Camino de Santiago en Rabanal, pero también lo es para aquellos amantes del buen yantar que busquen deleitarse con materia prima de la mejor calidad

T. Giganto
11/05/2018
 Actualizado a 15/09/2019
Para abrir boca nada mejor que la cecina de buey con virutas de foie. | T.G.
Para abrir boca nada mejor que la cecina de buey con virutas de foie. | T.G.
Rabanal del Camino es final e inicio de etapa del Camino de Santiago. Un pueblo de la maragatería leonesa que aún conserva la arquitectura tradicional y por el que centenares de peregrinos pasan cada día. Entre las piedras de sus casas, las grandes puertas de madera y los típicos corredores de la zona, hay un lugar especial en el que poder repostar después de andar el Camino. También es un lugar al que acudir para disfrutar de un descanso dando un paseo por la zona y disfrutando, ¡cómo no!, de la gastronomía tradicional. Ese lugar es La Posada de Gaspar, un precioso edificio de piedras cargadas de historia que desde hace unos meses regenta José Ramón. Desde el minuto uno su posada será también la del visitante, que se encontrará como en casa. Prepárese para entrar en el luminoso comedor y para salir sin una pizca de hambre y con muchas ganas de volver para comer lo que no da tiempo en una sola visita. Déjese recomendar por el servicio, que le ofrecerá la mejor materia prima del día. Y no salga de La Posada de Gaspar sin probar las espectaculares manitas de cerdo con langostinos o sin degustar la cecina de buey con virutas de foie. Ambos platos pueden ser el entrante ideal para hacer boca a lo que está por llegar a la mesa: bacalao al ajo arriero, carne de buey, pescado fresco, pulpo al ajillo, solomillo, cocido maragato (por encargo)... Los postres caseros llevan el sello de Rebeca, trabajadora del establecimiento con una buena diestra para el dulce que conseguirá poner la guinda a una comida que le recomendamos reposar en la misma Posada. Tomar un café, un chupito o un buen gin tonic en la terraza es una delicia al alto nivel de los fogones del establecimiento: claridad, el agua de la fuente, la sombra de la parra, las numerosas flores... No es de extrañar que esta zona del local quede pequeña los días en los que sale el sol. Pero La Posada de Gaspar no solo se disfruta en verano. Para el invierno una gran sala, disponible para reuniones, está presidida por la acogedora chimenea donde poder sentarse con los amigos a charlar. Si tiene la suerte de contar con algún músico en el grupo, incluso puede amenizarle el rato tocando el maravilloso piano que en su día tocó Frank Sinatra en una actuación en Madrid. Y es que La Posada rezuma historia. El establecimiento se asienta en una construcción medieval que data del siglo XVII y que fue antiguo hospital de peregrinos. Hoy, reconvertido en hotel rural con 15 habitaciones (dobles y triples), sigue sirviendo para cuidar de la salud de quien cruza su puerta y como medicina infalible, un buen plato de la gastronomía leonesa.
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