Decía el viernes el gran pintor Félix de la Concha al recoger el premio Concejo de las Artes que «aunque he vivido gran parte de mi lejos de León, en el extranjero, esta tierra siempre ha estado conmigo y, especialmente, su luz, esa luz que se te queda en la retina y te acompaña siempre».
María Ángeles Villarpriego es otra artista, pintora tambén, nacida en la localidad cabreiresa de Encinedo y que, como tantos vecinos suyos, tuvo que abandonar su tierra; pero Villarpriego nunca la abandonó del todo pues, al margen de sus regresos, como decía De la Concha «se llevó su luz, sus recuerdos, su sensibilidad... en definitiva, su pueblo y su comarca viven en sus pinceles.

María Ángeles nacióen Encinedo, en el corazón de la Cabrera leonesa, pero ha vivido siempre entre paisajes, emociones y raíces divididas. Su infancia transcurrió entre las montañas de León y, más tarde, en Bélgica, país al que emigraron sus padres buscando nuevas oportunidades. Desde entonces, su vida se ha tejido entre Encinedo y Bélgica, dos escenarios distintos pero igualmente presentes en su sensibilidad artística.
Tras años de idas y venidas, su familia se establece definitivamente en Valladolid, donde emprenden un negocio de hostelería. Sin embargo, el destino golpea con fuerza: su padre fallece antes de que el proyecto pueda ver la luz, y es entonces su madre, junto a sus hermanos —y más adelante María Ángeles misma— quienes asumen la gestión. Ese negocio familiar ha sido durante años su otra escuela: la de la resiliencia, el esfuerzo cotidiano y la cercanía con la gente.
Pero, más allá del trabajo, desde niña ha existido una constante que ha guiado su vida: la pasión por el arte, por el dibujo y la pintura. En cada rato libre, en cada pausa, se abría camino el color, la forma, la emoción plasmada en papel o lienzo. Una trayectoria artística forjada con dedicación.
Su formación artística se ha construido de forma constante y comprometida desde el año 2000, de la mano de maestros como Sergis Fernández, Ana Díez, Wafa Sabbagh y Rachid Hachami, entre otros. También ha participado en ateliers y talleres dirigidos por artistas como Ana Ivanova y Nicolás López, donde ha podido profundizar en técnicas y enfoques diversos, especialmente en óleo y acuarela, sus medios predilectos.

Su obra se caracteriza por una clara expresión emocional, en la que cada trazo y cada mancha de color busca conectar con lo profundo: inquietudes, recuerdos, belleza, fragilidad o fuerza. No se limita a la representación, sino que apuesta por la exploración interna a través del arte, con una técnica refinada que nunca pierde la frescura del gesto sincero.
Ya ha realizado un buen número de exposiciones en diferentes ciudades (Madrid, Sevilla, Valladolid...) y pronto podrá venir al lugar que más emociones despierta en ella, su tierra, donde mostrará el influjo de los dos mundos que han marcado su trayectoria, el de su Cabrera natal y el de la emigración, para labrar esas pinceladas en las que hay hay historia, hay memoria y hay alma.