El color de las romerías de León

Las romerías en la provincia son mucho más que procesiones; son celebraciones vivas de la cultura, la fe y el pueblo, donde cada sentido se ve estimulado de una manera única y memorable

09/06/2025
 Actualizado a 09/06/2025
"sumergirse en el interior de una romería leonesa es un viaje a través de un tapiz sensorial tejido con hilos de historia y tradición". | FERNANDO RUBIO
"sumergirse en el interior de una romería leonesa es un viaje a través de un tapiz sensorial tejido con hilos de historia y tradición". | FERNANDO RUBIO

Estalla junio y llega, entre otras muchas cosas, el tiempo de las romerías. El sábado se celebró una, en Castrotierra, el domingo otra, en Camposagrado. Mastines, lucha leonesa, procesiones, bailes regionales... 

- ¿Qué hacemos Fernando?
- Pensé en rescatar cualquiera de las romerías que ya había publicado —la de la Virgen de la Vega, la de La Velilla, San Froilán o de la Virgen del Camino—pero, al reflexionar sobre lo que tenían en común todas, era el impacto en nuestros sentidos que hacía que cada una de ellas, a pesar de ser todas, en principio fiestas de trasfondo religioso. Por eso ya que el sentido de la vista es al que mis imágenes se dirigen, he titulado esta selección de imágenes, entre cientos que tengo, como ‘El color de las romerías’.

Aunque después, en su viaje, posa su mirada en los olores, los sabores y hasta las miradas de las romerías y sus gentes, pues todas tienen gancho y encanto. «Las romerías en la provincia de León son mucho más que simples procesiones; son celebraciones vivas de la cultura, la fe y la comunidad, donde cada sentido se ve estimulado de una manera única y memorable. Sumergirse en una romería leonesa es un viaje a través de un tapiz sensorial tejido con hilos de historia y tradición», nos cuenta Rubio. 

En los colores, lo suyo, se muestra convencido de que una romería leonesa es una paleta vibrante. «Desde el verde intenso de los prados y montes por donde transcurre la comitiva, hasta el azul profundo del cielo que suele acompañar estas jornadas. Pero los verdaderos protagonistas cromáticos son los trajes regionales: faldas de vivos colores, mantones bordados con profusión de hilos brillantes, pañuelos que adornan cabezas y cuellos, y chalecos que, a menudo, lucen botones plateados que reflejan la luz. Ver desfilar a los romeros ataviados con estas indumentarias es contemplar un arcoíris de tela y tradición. No faltan los pendones y las flores que adornan los pasos y las ermitas, añadiendo toques de color fresco y natural a la escena».

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Canciones y danzas al son de dulzaina y tamboril unido panderos y voces. | FERNANDO RUBIO

Se nota que tiene muchas delante cuando describe con precisión ¿Pero dónde están los olores? En la memoria, los recuerdos. «El olfato se activa de inmediato en una romería. Al principio, se percibe el aroma a naturaleza viva: tierra húmeda si ha llovido, el dulzor de las flores silvestres, el verdor de los árboles. Conforme avanza la jornada y la gente se asienta, el aire se impregna de otros olores más contundentes y reconfortantes. El humo de las hogueras donde se preparan las viandas es inconfundible, mezclándose con el aroma a leña quemada y, quizás, el toque resinoso de los pinos cercanos». 

- ¿También eres capaz de viajar a los sabores?
- Con saliva en la boca, con nostalgia incluso. Los sabores son un festín de la identidad leonesa.

- Pues dale.
- El paladar es el gran beneficiario de las romerías. Después de la caminata, la recompensa es un verdadero festín. El chorizo y la morcilla de León, a menudo preparados en el momento, son protagonistas indiscutibles, acompañados de un buen pan de hogaza. Las empanadas, con sus variados rellenos, son fáciles de llevar y compartir. No faltan las tortillas de patatas, los pimientos asados y, dependiendo de la romería, guisos más elaborados que se cocinan en grandes peroles. Para beber, el vino de la tierra. Los postres, sencillos pero deliciosos, como las rosquillas, los frisuelos o las manzanas asadas, ponen el broche dulce a la experiencia. Cada bocado sabe a tradición, a esfuerzo compartido y a la alegría de estar juntos.

Como sabe Fernando Rubio que andaré por los aluches no quiere dejar fuera de sus recuerdos la lucha, los bolos, los mastines, los pendones... Pues se muestra convencido que en la romería nada es individual sino un canto a la convivencia comunal. «Son el reflejo de una cultura que sabe celebrar, compartir y honrar sus raíces, y que, año tras año, renueva la magia de estas tradiciones ancestrales. Es una invitación a sumergirse de lleno en la riqueza de León».

Y mientras lo recuerda Fernando, escucha, incluso en la lejanía de Tenerife, canciones y danzas al son de la dulzaina y el tamboril unidos a los panderos y las voces de los grupos folclóricos interpretando aires tradicionales.

Estamos de romería. Y esto no ha hecho más que empezar. 
 

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