Tengo demasiado lejana la ópera prima de
Sofía Coppola ‘Las vírgenes suicidas’ como para someterla a una comparación con el también debut de la directora turca afincada en Francia,
Deniz Gamze Ergüvena, aunque en ambos casos hay cinco hermanas en el despertar de la vida y un ambiente de represión familiar que terminará derivando en tragedia, si bien es verdad que en
‘Mustang’ esa represión trasciende el propio marco familiar para convertirse en un asunto cultural respecto al papel de la mujer en una sociedad como la turca. Mucho más cercana tengo
‘La habitación’, de
Leny Abrahamson, con la que ‘Mustang’ comparte la elección de mostrar una realidad demasiado terrible bajo un prisma fabulador, consecuencia de elegir como hilo conductor de la narración a un niño de cinco años que vive confinado junto a su madre en el caso de la más certera propuesta de Abrahamson y a una jovencita de 13 años en el caso que nos ocupa, que terminará rebelándose contra el destino que aguarda a las cinco huérfanas, a las que una abuela a ratos comprensiva y un tío iracundo preparan para el matrimonio. El problema de ‘Mustang’ es que la denuncia termina diluyéndose en una propuesta narrativa y visual que por momentos parece más próxima a aquellas sensuales películas firmadas por el fotógrafo metido a cineasta
David Hamilton a finales de la década de los setenta. En este sentido me parece mucho más consecuente el discurso del director tunecino
Férid Boughedir en ‘Un verano en La Goulette’.
