Justo estos días, con la mitad de las calles del centro de la ciudad levantadas, por lo que aparcar es una tarea casi imposible; con las protestas de muchos ciudadanos porque los ‘servicios municipales’ se reserven dos calles para uso propio y están vacías la mitad del tiempo... la aparición de la grúa municipal en el horizonte se convierte en motivo de polémica y, a veces, bronca.
Nada nuevo. La polémica viene de lejos, tanto que nuestro Fernando Rubio bucea en su archivo y allí aparecen imágenes de 1978 cuando el servicio daba sus primeros pasos en la ciudad, entre la incomprensión de unos, el susto de otros, el desconocimiento de muchos y hasta habría quien defendía que ya era hora de poner orden en tanto desmán. Rubio lo recuerda y se plantea el eterno dilema: «Aunque sería necesaria, por eso la implantaron, llegó a convertirse en motivo de preocupación para muchos conductores. Es evidente que lo verían como un ‘invento infernal’ los sufridores automovilistas de buena fe, pero también podía ser un ‘justo castigo’ para los conductores caraduras, pues a nadie se le escapan las imágenes de coches invadiendo las aceras, sobre pasos de peatones...» .
También recupera Fernando Rubio algunas imágenes previas a la actuación de la grúa, aquellos tiempos en los que el único arma de control era el bolígrafo del municipal poniendo una de aquellas multas de las que todos los ciudadanos afirmaban «tú escribe, ya tengo yo quien me la quite», que casi nunca era verdad pero era una forma de desahogo muy extendida.
«Como todos los instrumentos usados por el ser humano hay dos visiones distintas según el que infringe la norma y el que sufre las consecuencias de esa infracción, con la imposibilidad de pasar por la acera, salir del garaje o entrar en su vehículo...», señala Fernando Rubio dando por hecho que el síndrome de las dos Españas llega a todos los rincones de la vida diaria.

Lo que es indudable es que la puesta en funcionamiento de aquella ordenanza municipal se convirtió en un foco de anécdotas, algunas jugosas. Recuerdo un viejo reportaje de la desaparecida La Crónica de León con un municipal que se jubilaba y contaba algunas de ellas, una muy simpática de los primeros días de funcionamiento. «Estábamos en el cuartelillo y llega un ciudadano, entre indignado y preocupado, y nos dice: Me han robado el coche». Al dar los datos y el lugar donde lo había aparcado el municipal se da cuenta de que es uno que había llevado la grúa tan solo unos minutos antes y le informa: «No se preocupe, lo tenemos nosotros».
- Putos chorizos, cómo iba yo a pensar que precisamente ustedes.
Le explican lo de la grúa, un nuevo servicio muy necesario para regular el tráfico, y todas esas cosas y el buen hombre no duda en pedirles perdón: «Perdonen, no sabía que existía eso de la grúa, ¿puedo llevar el coche?».
- Sí señor, pero tiene que pagar mil pesetas (creo).
- Putos chorizos, tanto rollo para sacarme las perras.
Y allí dejó el coche; recordaba el municipal. Que ése es otro de los problemas relativamente frecuentes de los depósitos, los que dejan allí el coche, no les merece la pena sacarlo, les caduca el seguro o no lo tienen...
El paisano llegó al cuartelillo a denunciar que le habían robado el coche; "le tenemos nosotros", le dijo el municipal pues lo había llevado la grúa. "Putos chorizos", le gritó
Lo de «me han robado el coche» era lo más habitual de aquellos inicios, aunque no faltan anécdotas de quien llevaba unas horas por el Barrio Húmedo, va al depósito de la grúa porque le ha llevado el coche y lo único que ocurre es que se le ha olvidado dónde los había aparcado.
Hay en el historial de funcionamiento de la grúa municipal leonesa de todo; la madre que denuncia que le han secuestrado a un hijo que había dejado en el interior, fue la grúa y se lo llevó;el que se niega a bajarse de su coche y se lo llevan ‘puesto’, broncas con los polis y el último ‘sucedido’ es aún muy reciente, de la pasada semana: «Un vehículo ha colisionado contra un autobús urbano este martes en León. El suceso ha ocurrido en la calle Peña Labra de la capital cuando el coche se ha soltado de la grúa que lo portaba y se ha chocado contra este transporte público que cubre la línea 6 y que se dirigía en dirección a Hospitales»; así lo contaba La Nueva Crónica.
Curioso, aunque no llegara a la anécdota (o no tanto) que tanta repercusión tuvo, bien es cierto que ocurrió allí donde todo pasa a lo grande, en Nueva York. «La grúa municipal retiró un coche fúnebre… ¡con muerto incluido! Muy grande fue el susto del conductor del vehículo cuando se percató de que había desaparecido coche, féretro y difunto. Hora y media permanecieron todos en el depósito municipal hasta que se aclaró el entuerto provocado cuando el conductor aparcó (mal) pues solo eran unos minutos para recoger la documentación». Pocos minutos pero suficientes.
Qué pensarían dos jóvenes que practicaban sexo en la parte posterior de una furgoneta, en Granada, cuando comenzó a moverse. La fogosidad del momento les impidió ver el cartel de ‘Prohibido aparcar’. La verdad es que de hacer el amor no decía nada.
En fin, la grúa municipal, no nos vamos a poner de acuerdo.