Lo que nació hace más de medio siglo como una pequeña empresa familiar dedicada a la patata se ha convertido hoy en una de las compañías agroalimentarias más sólidas y reconocidas del país, sin perder en ningún momento su esencia: la cercanía, la honestidad y el orgullo de pertenecer a una tierra que la ha visto crecer.
Su crecimiento se apoya en la innovación, la sostenibilidad y un firme compromiso con el capital humano y el desarrollo local.
De los orígenes familiares al liderazgo nacional
Pocas historias empresariales ejemplifican tan bien el valor del esfuerzo y la visión a largo plazo como la de Somos Hijolusa. Fundada por José Luis Gómez y Victorina Pérez, un matrimonio leonés que comenzó vendiendo patatas locales, pasando de ser una pequeña comercializadora provincial a convertirse en uno de los principales referentes agroalimentarios de España.
Hijolusa ha mantenido una estrategia de crecimiento basada en la calidad del producto y la confianza de sus clientes. El relevo generacional con sus hijos al frente, José L. y Carlos Gómez, trajo consigo un importante proceso de modernización: nuevas instalaciones, digitalización, profesionalización del equipo y un fuerte impulso a la innovación.

De esa evolución surgió Somos Hijolusa, una marca que refleja la esencia de un proyecto colectivo, con raíces firmes en la tierra y una mirada decidida hacia el futuro. Hoy, este grupo empresarial, lo conforman las empresas Patatas Hijolusa, Agrícola Villena y Natuber, y entre su accionariado se encuentran la familia Gómez, el fondo Proa Capital, así como la reciente entrada en su capital de familias inversoras.
El capital humano, clave del crecimiento
Detrás del éxito de Hijolusa hay un equipo humano comprometido. Más de 1.000 profesionales integran hoy la plantilla de sus compañías, que mantienen una estructura de trabajo cercana y participativa. «El capital humano es el alma de Hijolusa», repiten sus responsables, convencidos de que la excelencia solo se logra con equipos cohesionados, estables y motivados.
La empresa también colabora de forma estrecha con los agricultores, garantizando la trazabilidad del producto y generando empleo y actividad en el medio rural. Esta red de productores forma parte esencial del modelo de negocio de Hijolusa, que apuesta por el desarrollo local y la continuidad de un sector agrícola que es motor económico y social del territorio.
Sostenibilidad: un compromiso que se mide en hechos
La sostenibilidad no es para Somos Hijolusa un eslogan, sino una forma de trabajar. La empresa ha implementado medidas para reducir su huella ambiental, optimizando el consumo de agua y energía, minimizando residuos y apostando por materiales más sostenibles.
Además, impulsa proyectos de economía circular, participa en multitud de iniciativas sociales y colabora con asociaciones y entidades que promueven el deporte, la alimentación saludable, el bienestar y la inclusión de las personas.
Este compromiso ha llevado a la compañía a avanzar en sus certificaciones en las tres empresas, reconocimientos que garantizan el compromiso con estándares internacionales de calidad, gestión ambiental, seguridad o eficiencia. Un paso coherente con su filosofía empresarial, basada en la responsabilidad y el propósito.
Arraigo en León, proyección nacional
Aunque su crecimiento la ha situado entre los principales operadores del mercado nacional, Somos Hijolusa mantiene su corazón en León. Desde su sede en el Polígono Industrial leonés, la compañía sigue generando empleo estable y aportando valor añadido a la economía local.
León no es solo el lugar donde todo comenzó, sino el punto desde el que Hijolusa continúa construyendo su futuro. En los últimos años ha reforzado sus inversiones en tecnología, logística y sostenibilidad, sin renunciar a la esencia familiar que la ha acompañado desde sus orígenes.
Un futuro con raíces firmes
El desafío de Somos Hijolusa es seguir creciendo sin perder de vista lo que la ha hecho fuerte: el respeto por la tierra, las personas y la calidad.
Su trayectoria demuestra que es posible innovar desde lo local y competir a nivel nacional sin renunciar a la identidad ni a los valores que nacen del trabajo bien hecho.
Medio siglo después de aquellos primeros sacos de patatas, la empresa leonesa sigue demostrando que el futuro se cultiva cada día, con raíces profundas, esfuerzo constante y un compromiso sincero con la tierra que la vio nacer.