Desde 2022 es la cabeza de la Asociación Berciana de Agricultores (ABA) y empresario agrícola por herencia de padre. Ha peleado por mantener vivo el sueño de vivir del campo, y lo ha conseguido, con retos aplaudidos, como la modernización de regadíos, que ya es una realidad, y con otros aún por batallar, como la protección ante las heladas y el granizo. Franco pelea con la convicción de que el campo berciano tiene futuro y con la esperanza que ponen campañas como la que acaba de ultimar, la de la pera conferencia.
Este ha sido un año bueno, tirando a excelente, y los agricultores marcan en 2025 como muy bueno para la pera. De calidad “ha sido excepcional y un calibre de lo mejor en los últimos años”, dice el presidente. En cuanto a kilos, aún sin cerrar la recolección, se podría superar los 14 millones de kilos, lo que marcará una gran cosecha. Una buena noticia que empuja para continuar esa pelea que él enarbola.
Tras la cosecha de la pera, lo que queda es venderla. No sé si en este particular tienen problemas porque en algún momento las administraciones ningunearon las peras y manzanas bercianas encajando las de otras poblaciones fuera de la comunidad en su programa escolar. ¿Eso ha dejado de suceder?
-Con los sellos de calidad que tenemos, tenemos mucha ayuda para estar en los lineales de los supermercados. La gente ya demanda peras y manzanas del Bierzo y eso facilita la labor de venta. En el 2022 sucedió ese cambio. Fue una cosa rocambolesca y entendemos que los concursos son abiertos, pero le pedimos a la administración que valorara que la fruta fuera de proximidad, que como mínimo fuera nacional, porque los impuestos los pagamos aquí. Lo tuvieron en cuenta y cambiaron un poco los valores de puntuación. Puntuaron tener marca de garantía y la proximidad. Y llevamos dos años que la fruta en los comedores escolares es del Bierzo y mínimo de la comunidad autónoma y esperemos que este año pase lo mismo.
- Una de las batallas que han llevado los agricultores y por la que incluso salieron en tractoradas es por equiparar o rebajar los condicionantes que se le pone al producto de la UE con respecto al que no lo es, y así, competir es imposible. ¿Se han dado pasos para cambiar esto tras sus solicitudes?
-Yo creo que poco han cambiado las cosas con respecto a este tema. Eso de las cláusulas espejo que siempre decimos, que todo lo que venga de fuera, al menos, yo le pondría más restricciones, pero que tengan las mismas. Al final nos exige Europa y el Gobierno cumplir una legislación y lo hacemos escrupulosamente. Los agricultores profesionales hacen las cosas como tienen que hacerlas, por el libro, aunque haya alguna excepción. Pero hacemos las cosas como debemos y exigimos al Gobierno que, a través del Ministerio, todo lo que venga de fuera cumpla lo mismo que nosotros como mínimo. Recuerdo unas fresas que venían de Marruecos, que venían con restos de excrementos humanos. Usan cosas que a nosotros no se nos pasa por la cabeza, pero la legislación se lo permite. Pero es tan simple como que si a mí se me hace un análisis de mis manzanas sale todo lo que le he echado. Pero si las meto en la cámara y las sacan dentro de cuatro meses, la mitad de las cosas no van a salir. Los análisis no los hacen en campo, los hacen cuando las vamos a importar, por eso no sale mucho. Es sencillo de entender.
-Y siendo tan sencillo ¿por qué no se hace?
-No voy a entrar en política, porque me gusta pelear por lo que creo que tiene futuro en la comarca, que es el campo. Pero, cualquier gobierno que quiera hacer las cosas bien tiene que valorar el sector primario como debe, porque forma una parte importante del PIB. Sin comida no podemos estar. Mientras que no se trate al campo como se merece, como un aliado y no como un enemigo, mal vamos. Pero ¿por qué no se hace? Quizá los que mandan deberían dar esas explicaciones, porque yo no lo entiendo. Veo otros países como Argelia donde tienen una producción de cereza muy importante. Pues no importan nada de lo que producen. Hasta que no acaban su propia producción no importan nada de otro país. Puede que en la UE eso sea complicado pero no me cabe en la cabeza que, con el buen producto que tenemos a nivel nacional, que somos la huerta de Europa, importemos cosas de fuera cuando tienen peor calidad. Pero ahí entra otro problema, el relevo generacional. Si no haces al campo atractivo no lo hay y tienes que importar cosas de fuera que no vienen con la calidad de aquí.
-Pero cómo se hace atractivo al campo. ¿Cuál es la traba principal para que un berciano no se enganche a él?
-La traba fundamental es que funcionamos mucho por el clima, que no es continuo. Este año no tuvimos heladas fuertes y no granizó pero los dos años anteriores sí. Eso se puede estabilizar. Hay cosas para hacerlo, pero el precio de esos aparatos para ello es sobreelevado. Si a un joven agricultor, que empieza, le obligas a hacer esa inversión más que millonaria, no puede. Los que hemos heredado alguna cosa de nuestros padres y abuelos, hemos podido empezar a trabajar en la agricultura. Lo hemos tenido algo más fácil, aunque hayamos tenido que remar. Los agricultores somos pequeños empresarios y los costes de producción desde los años 80 a ahora se han multiplicado por 50. Los obreros tienen que llevarse un sueldo digno a casa, ya vale. Hay gente que no lo hace. Nosotros este año hemos pagado por encima del salario mínimo neto, porque hemos entendido que de qué nos vale tener una cosecha estupenda si luego no podemos recogerla. Ahí no puedo escatimar y no pagar lo que se merecen. Pero empezar de cero es complicado.
-¿Han tenido problemas para encontrar personal para recoger la fruta este año?
-Sí. Pero encuentras de todo. Tienes las cuadrillas montadas y el primer día no te aparecen cuatro, el segundo dos… eso sí es complicado. Como agricultor, en mi empresa se trata al personal como se debe, porque somos igual que ellos. Son compañeros porque tenemos que funcionar todos. Tenemos que hacer piña. Si el agricultor se pone las pilas y paga lo que debe, también pedimos un poco de compromiso y responsabilidad. Pero hay que saber el caso particular de cada uno. He tenido personas que querían venir a trabajar y no podían porque tenían una pensión no contributiva que tenían que suspender y después podían tardar en que se la reactivaran. Pues eso deberían mirarlo y hacer lo mismo que han hecho con el paro, que puedes pararlo y reactivarlo. Yo me he encontrado con esos casos y también con inmigrantes que querían venir a trabajar pero que no tenían aún los papeles arreglados y nosotros así no podemos contratarlos. Siempre nos ponen de ejemplo en otros sitios porque, quitando casos aislados, el agricultor profesional hace todo por el libro, no se la juega.
-Ese es uno de sus problemas, pero otro es el que comentaba de ese cambio climático que cada vez se nota más. Se han intentando usar sistemas antiheladas, pero sin éxito por su coste, ¿esto se da ya por imposible o se pueden mirar otros sistemas que se adecúen más al minifundismo que caracteriza al Bierzo?
-Aquí tenemos extensiones pequeñas. Creo que a las administraciones les hemos planteado muchas veces que nos echen una mano y no sé por qué no lo hacen. Creo que hablamos otro idioma del Manzanal para allá, porque les explicamos cuál es la idiosincrasia del Bierzo, que aquí todo lo que tiras al suelo da fruto, y que solo necesitamos un poco de ayuda, pero no lo ven. No queremos regalos ni subvenciones a fondo perdido, que son muy golosas para otras cosas en las que no quiero entrar. A muchas empresas les han dado ayudas y luego se han ido, pero aquí, si plantas un árbol, se queda en El Bierzo. Si me ayudas a que ese árbol produzca, yo te lo puedo devolver. Pero hablamos de costes muy altos. Tapar con sistemas antigranizo una hectárea cuesta 20.000 euros. Poner una torre antihelada de las pequeñas, para dos hectáreas, cuesta 40.000 euros, la grande, la de 5 hectáreas, cuesta 60.000 euros. Fíjate qué inversión y después tener toda la instalación, estar tres años a la espera con los árboles con los que no voy a tener producción. Vas al banco y pides… son números astronómicos. Para un agricultor nuevo ayudándole, generará producto, dará trabajo a las cooperativas, en la recolección y crea una economía alrededor de él. Podríamos funcionar. No vamos a suplir todo el trabajo que tenían las minas, pero como nicho de mercado y para ayudar a la economía berciana, yo tengo clarísimo que sí.
- Lo que pasa es que lo que dice de que más allá del Manzanal no hablamos el mismo idioma, tampoco parece que lo hagamos para hacer entender que es aquí donde tiene sentido un parque agroalimentario. Parece sencillo que un rincón con siete marcas de calidad sea el lugar ideal para ello…
-Las últimas noticias que yo tengo son que Mañueco sí que apostaba por él aquí. Y no tengo otra noticia. Lo que yo opino es que las administraciones van siempre un paso por detrás de las cosas. En la agricultura es el día a día lo que cuenta. No podemos esperar por una administración para poner un sistema antiheladas, puedo pedir ayudas, pero no puedo esperar tres años a que lo estudien para dármela, tengo que adelantarme como pueda.
-Con todas estas mimbres ¿qué futuro le ve al campo berciano y, en lo próximo, cómo pueden afectar los incendios en el producto y en su venta?
-Los incendios han sido una catástrofe absoluta y creo que ya vale de falso ecologismo de sillón. No es más ecologista uno que no te deje arrancar una hierba por algo que el agricultor que quiere explotar la riqueza del suelo. Que me ponga normas una persona que está sentada en un despacho sin tener la más mínima idea de lo que es un manzano y lo que se hace con él, quiere decir que algo no funciona. Antes de ser cura hay que ser monje. Aún estamos valorando cuántos castaños se han perdido con los fuegos, porque han sido muchísimos y esos no van a volver. Esperemos que los propietarios tengan las ganas y la fuerza de volver a producir. No nos ha afectado en nuestra producción porque nos hemos encargado de analizar todo para que esté en orden. Seguimos teniendo esa calidad que demuestran nuestros sellos. En cuanto al futuro que le veo a la agricultura, yo soy de los que ha apostado por ella. Mis padres lo hicieron y yo he cogido el relevo y una explotación de 5 hectáreas hoy es de 30. Es un trabajo difícil, duro, con días en los que dejarías todo, pero también momentos en los que ves el producto de todo el año. Pero ¿de qué queremos vivir en el Bierzo? ¿De la agricultura solo, del turismo solo, de la industria solo? No. A veces los bercianos somos de quejarnos mucho y hacer poco. Algo estamos haciendo mal porque algo que lleva funcionando toda la vida y que ahora tiene tecnología, debe tirar de la economía berciana. Por supuesto que tiene futuro, si no, no me dedicaría a esto.