En un momento aciago para la miel berciana, tras los incendios de agosto, el presidente de Apícola del Bierzo, Javier Morán, quiso compartir en el programa Entre Nosotras de Cope Bierzo, junto a La Nueva Crónica, su percepción de un año por debajo de la subsistencia en el que, paradójicamente, se estrena la Marca de Garantía.
Morán deja claro que los fuegos han hecho desaparecer más de 2.000 colmenas “que nunca más volverán”, y que unas 12.000 más han resultado dañadas: “Estas se están moviendo de sitio para que su supervivencia sea viable en un tiempo corto”. Más del 50% de las colmenas de la provincia se han visto afectadas por los incendios, por lo que no pone paliativos a la hora de calificar la situación de “desastre total”. Los apicultores intentan ahora trasladar sus colmenas a localidades limítrofes “para poder desarrollar una actividad viable y de supervivencia”.
Pese a lo dramático del escenario actual, Morán aclara que las ayudas pueden permitir un repunte, aunque advierte: “Los negocios no deben basarse siempre en ayudas. En este caso es algo excepcional y sí estamos abiertos a recibirlas”. Ya se han comenzado a repartir, asegura. Son subvenciones que suman 5.500 euros por un lado, la misma cantidad por otro, más ayudas del Gobierno que pueden llegar a los 10.000 euros. “El máximo que se puede cobrar son 21.000 euros”, detalla Morán. Sin embargo, considera que se quedan cortas: “Te ayudan a pagar los autónomos, porque la media serán 5.500 euros al año. Lo que te dan, lo devuelves en base a la cotización”.
Esta situación no hace más que agravar las pérdidas que el sector acumula desde hace cuatro años. “Y este parecía que iba a ser el primer año en el que no estaríamos en resta”, lamenta. Esperaban obtener 12 kilos por colmena, cuando la viabilidad de una explotación apícola se marca en 20 kilos, pero daban por buena esa cifra. Al final, se quedan en apenas 2 kilos por colmena: “El humo intenso que tuvimos durante diez días hizo que las abejas no salieran de sus viviendas”. Así las cosas, sentencia: “La apicultura en el Bierzo ahora mismo no se puede sostener”. Muchos ya están cesando en la actividad, dice, y el sector va a sufrir una merma notable, augura.
Aun así, en ningún momento llegó a plantearse retrasar el nacimiento de la Marca de Garantía de la miel berciana. “La habíamos conseguido en febrero de este año y no teníamos la perspectiva de lo que ha sucedido”, explica. Tras cuatro años de trabajo para lograr ese sello de calidad, ahora constituido como comarcal, se puso en marcha en julio y “ahora trabajamos en darla a conocer al consumidor final”. Solo Zamora y El Bierzo cuentan con estos sellos en Castilla y León, ambos conseguidos en 2025.
Los objetivos inmediatos pasan por conseguir puntos de venta, al menos en la comarca. Diez por mes es la meta, “y se está cumpliendo”, asegura Morán. La intención es terminar el año “haciendo que la gente pida miel del Bierzo”, algo que, afirma, ya empieza a ocurrir. El próximo año se hará una presentación pública “y veremos el programa de expansión que tenemos”, añade, especialmente a la luz de los premios que año tras año reconocen las mieles bercianas.
La miel del Bierzo ha obtenido esta marca tras cumplir con un exigente pliego de condiciones. Acoge cuatro variedades: mil flores de primavera, brezo, castaño y bosque. Una serie de auditorías validan el cumplimiento del sello. Debe garantizarse que las colmenas estén situadas en cualquier municipio de la comarca y que la sala de extracción, las instalaciones y el envasado también se ubiquen en El Bierzo. Es decir, debe cumplir requisitos similares a los de una Denominación de Origen, el sello de calidad más alto que existe.
La directora técnica realiza las auditorías y expide los certificados. Pese a que los requisitos acercan a la miel berciana a esa futura D.O., Morán asegura que, por ahora, no es posible acceder a ella: “Nos separaba el tiempo necesario para conseguirla; era inviable porque nos llevaría entre 10 y 12 años. Teníamos que tener una justificación histórica de que llevábamos 100 años elaborando miel y solo hemos podido documentar 60”. El requisito, además, parte de Bruselas, lo que complica aún más el proceso.
“Por eso hemos decidido trabajar con una Marca de Garantía y, dentro de dos o tres años, dar el salto a una Indicación Geográfica Protegida (IGP). Una vez dado ese paso, en otro año más, aspirar ya a la ansiada Denominación de Origen”, explica Morán. Con este camino, afirma, se acortan los tiempos y se puede disfrutar desde ya de un sello de calidad que dignifica la miel berciana.