El Almería se adelantó en el marcador en la primera jugada del partido, quizá demasiado pronto. A los locales les entró el miedo a perder su renta en cuanto la Ponferradina comenzó a parecerse a sí misma y quedó a merced de un equipo que, dejando de lado el lapsus del primer minuto, firmó otra primera parte brillante a domicilio coronada con el empate de Yuri.
En la segunda mitad las fuerzas se igualaron y los cambios forzados -Melero rozó la segunda amarilla en un par de ocasiones y Miquel se retiró lesionado- de Manolo Díaz dieron aire a un Almería que buscó la portería de Santamaría con más ahínco durante el último tramo del choque, pero se cruzó con un Seoane que fue de menos a más y evitó que Chuli se viera las caras con el cancerbero cuando el partido ya estaba agonizando.
Lesión de Andy
El prólogo del encuentro no pudo ser más retorcido. Antes incluso de que el balón comenzará a rodar, Manolo Díaz se quedaba sin su director de orquesta, un Andy al que le costó horrores coger el ritmo, pero que durante las últimas jornadas había vuelto a ser el mariscal de antaño que creaba y destruía a partes iguales.
La lesión del mediocentro, que podría tener afectado el menisco, durante el calentamiento, solo fue la punta del iceberg. Toda una semana de trabajo estuvo a punto de irse al traste en un minuto. Con los blanquiazules todavía colocándose sobre el césped de los Juegos Mediterráneos, el Almería golpeaba primero. Un despiste defensivo -otra vez- terminaba con el balón suelto en la frontal del área y Reyes, cuya volea sorteaba una maraña de piernas y botas, sorprendía a Santamaría adelantando a los pupilos Joan Carrillo en el marcador.
Los de Manolo Díaz se marcharon a los vestuarios en el descanso tras enderezar un partido que se complicó por deméritos propios
El tanto dispuso el escenario soñado para los rojiblancos: Gol tempranero para olvidar la agonía que supone estar en puestos de descenso a estas alturas y cambiar los pitos por aplausos. Pero fueron los blanquiazules los que dieron el ‘do’ de pecho. El conjunto berciano dio una lección de personalidad para frenar el ímpetu de un Almería, a ratos asustado, al que las urgencias le jugaron una mala pasada.
Un tímido disparo de Berrocal que se estrellaba en el lateral de la red bastaba para desatar el nerviosismo local y dar comienzo al monólogo. Durante los primeros cuarenta y cinco minutos un equipo se gustó y otro simplemente se mantuvo en pie. La Deportiva, tantas veces ha vivido el partido de ayer desde la otra orilla esta temporada, se volcó sobre la portería de Casto y encontró el gol que hizo justicia a su superioridad en una acción no tan justa.
A la tercera fue la vencida. Yuri rozó el empate, con palo incluido, en dos ocasiones y consiguió poner fin a su ‘sequía’ -llegaba a Almería tras marcar un gol en los últimos cuatro partidos- en un rigurosísimo penalti de Carlos Cuéllar que él mismo provocó. El brasileño, letal desde los once metros, no perdonó y los de Manolo Díaz se marcharon a los vestuarios tras enderezar un partido que se complicó por deméritos propios.
Los focos se centraron en el ‘pichichi’… y en Acorán. Ha vuelto. El canario, uno de los que todavía estaba lejos de su mejor versión, recuperó desborde, chispa y visión de juego, supliendo con creces a un Antón discreto y un Berrocal voluntarioso como siempre, pero poco lúcido con el balón.
En la reanudación la película cambió. La entrada de Chuli dio otro aire al Almería, pero la inspiración de la defensa unas veces -Seoane evitó un mano a mano- y la falta de talento en la mediapunta de los andaluces evitó que el marcador se moviera en unos segundos cuarenta y cinco minutos con mucho ritmo y balones que llegaban con facilidad a las área sin encontrar el camino a la portería.
Con el de ayer son ya seis los partidos sin perder de una Deportiva que a pesar de que terminar la jornada fuera de puestos de ‘playoff’, se encuentra a solo un punto del tercer clasificado y a cuatro del líder.