Camino a Fuente de Oliva: "Sigue que vas bien"

Una de las aldeas más remotas de Ancares, que no tiene carretera de acceso asfaltada, solicita pertenecer a Galicia ante el "olvido" al que le someten las instituciones leonesas y levanta una gran bronca política

David Rubio
22/11/2020
 Actualizado a 22/11/2020
Fuente de Oliva se encuentra en el municipio de Balboa, en un paraje privilegiado que se extiende en el límite entre Galicia y León.
Fuente de Oliva se encuentra en el municipio de Balboa, en un paraje privilegiado que se extiende en el límite entre Galicia y León.
La iglesia de Parajís es una de las pocas de España (para algunos la única) en la que hay una imagen del Demonio. «O Demo», dicen allí. Comparte protagonismo con otra imagen del Ángel de la Guarda, titular del templo, y en el pueblo cuentan que, cuando hay romería, le ponen tanto dinero al uno como al otro. Es una certera metáfora de la vida en general... y de la política en particular.

Parajís aparece junto a la carretera de camino a Fuente de Oliva. Son dos de los 18 pueblos que forman parte del municipio de Balboa, en ese fascinante vértice llamado Ancares que une las provincias de León, Asturias y Lugo o, por lo que parece, más bien donde terminan las tres. Más adelante está El Portelo, frontera entre Galicia y Castilla y León, que lo es más que nunca en tiempos de Covid, pues el paso estaría prohibido si alguna autoridad llegara hasta aquí. En el cruce se puede apreciar fácilmente la diferencia entre las carreteras de una y otra comunidad: bacheado del lado leonés, con asfaltado impoluto del lado gallego. Muy cerca, en Castañeiras, la carretera termina y empieza la pista forestal que conduce a Fuente de Oliva, tres kilómetros de piedras y barro subiendo por la sierra en los que, a mitad de recorrido, aparece el mejor cartel de la historia de señalización vial: «Sigue que vas bien».Deben de ser muchos los que se han dado la vuelta pensando que un camino así no llevaría a ninguna parte. Hace más de 30 años que se abrió esa pista, con una máquina de la Diputación Provincial, después de que enfermara uno de los viejos del pueblo y lo tuvieran que sacar cargado en un somier por el medio del monte. En cuanto hubo camino, los últimos habitantes del pueblo se fueron.En Fuente de Oliva,pueblo de un histórico maqui, hoy con seis personas censadas y habitado sólo durante medio año (mes arriba, mes abajo) esta semana había mucho más movimiento del habitual. Periodistas faltos de imaginación y ávidos de contar historias que no tengan que ver con el virus, como el que firma, llegamos a esta aldea remota después de que su pedáneo haya remitido una carta a seis instituciones solicitando dejar de pertenecer a León e integrarse en el municipio lucense de Cervantes. Además del acceso, parece que el detonante ha sido la denegación de una subvención para restaurar el hórreo del pueblo por parte del Instituto Leonés de Cultura.«Yo como alcalde también reclamo mejoras, pero, cuando se hace una reclamación con una amenaza, me parece desafortunada. Cuando además se miente con los argumentos, me parece todavía peor. He escuchado que desde el ILC se ha rechazado una subvención de 300 euros para un hórreo y eso es falso. Presentaron una documentación insuficiente, se les ha requerido que la completen, no lo han hecho y se han quedado fuera. No sé qué habrán estado haciendo los miembros del Ayuntamiento de Balboa y de la junta vecinal de Fuente de Oliva durante este tiempo, pero hay muchas ayudas para estas cosas. Hay que hacer las solicitudes de manera ordenada y no amenazar con que nos vamos a no sé dónde», dijo sobre el caso esta semana, visiblemente enfadado, el presidente de la Diputación, Eduardo Morán. En parecidos términos se manifestó el también socialista Gerardo Courel, presidente del Consejo Comarcal del Bierzo.«Yo no amenazo a nadie. No pedimos 300 euros para el hórreo, eso fue lo que nos costó el proyecto. Pedimos 10.000, y si no rellené bien los papeles pues qué quieres que te diga, yo soy el pedáneo, no técnico, y quizá también nos deberían asistir en este tipo de tramitaciones», decía a continuación Fernando Cerezales, presidente de la junta vecinal de Fuente de Oliva, que en las últimas elecciones abandonó el PSOE, partido por el que había sido concejal en el Ayuntamiento de Balboa.Lo dice mientras atiende a las radios y a las televisiones que esta semana perturbaban la paz de este pequeño y precioso pueblo, atraídas por la tormenta política que desencadenó el titular «Fuente de Oliva, el pueblo berciano que quiere ser gallego», que en este periódico publicó el pasado domingo Diana Martínez. «Sé que es un imposible, que habría que modificar la Constitución, pero digo yo que la Constitución no es un monolito, ¿no?, que llegará el día que se pueda cambiar», añade el pedáneo. «Somos nosotros los que hemos desbrozado el monte, los que limpiamos el camino y las calles, los que nos preocupamos de que esto siga vivo y no se lo coman las llamas cualquier verano», dice Fernando Cerezales.

El alcalde de Balboa es Juan José López Peña y no es precisamente de los que escurren el bulto: «Yo asumo mi parte de culpa, porque creo que la tengo, porque con éste llevo cinco años de alcalde y, aunque la carretera a Fuente de Oliva lleve mucho tiempo sin hacerse, no habré sabido transmitir a las instituciones las necesidades del pueblo», comenta. Sólo dos personas (la secretaria y él) trabajan de forma habitual en el Ayuntamiento de Balboa, que atiende 18 localidades por las que se reparten ya menos de 300 personas censadas. En las pasadas elecciones, López Peña abandonó Coalición por el Bierzo, partido por el que fue alcalde en su primer mandato, y se fue al PP, lo que ha provocado que su ex partido, fundado por el ahora presidiario Pedro Muñoz, haya descargado con él sus iras aprovechando la reivindicación de Fuente de Oliva. Se vuelve a demostrar que las partidas de la política siempre se juegan en demasiados tableros de forma simultánea.

La leyenda de «O Demo» cuenta, según el libro ‘Ancares, Cervantes e Ibias’ de Miguel Yuma, que tres vecinos de Parajís, envalentonados por el orujo de la sobremesa de un 2 de octubre, fiesta local, sacaron la figura del Diablo en procesión, despertando el pánico entre el resto de los vecinos del pueblo. Dos tomaron las angarillas y el tercero cantaba una jota «con todo el sentimiento que podía». Se fueron camino abajo, tardaron en volver y, cuando aparecieron, traían los rostros pálidos y la ropa destrozada. «O Demo» se les había escapado. A duras penas lo devolvieron a la capilla, pero ya nunca nada fue igual.

Por Ancares, aunque todo resulte demasiado lejano, el demonio de la política parece que también anda suelto.
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