Neli, Nélida Gutiérrez Otero, es una omañesa militante, apegada a su tierra, orgullosa de ser hija de ganaderos que además, con el tiempo, le permitirían encontrar en esta vida ligada al campo su futuro. En su pueblo, Villanueva de Omaña tenía su padre una nave a la que buscó ‘salida’ cuando regresó a casa. Se formó y había tenido otros trabajos, ligados al medio ambiente, como el Centro del Urogallo, pero la vida laboral no estaba nada fácil y ¿porqué no? una empresa, lo que hoy llaman una emprendedora...
Acababa de nacer la primera granja de producción de huevos ecológicos. Era 2016 cuando se gestó la idea, era 2020 —un mes antes de la pandemia —cuando obtuvo el primer huevo ecológico de su pequeña granja.

- ¿Pionera en casi todo?
- La verdad es que sí. Fue la primera granja de huevos ecológicos de la provincia de León y sigue siendo casi la única; pues solamente hay otra, de un chico con el que tengo mucho contacto, nos ayudamos. Y también fue la primera granja de gallinas en alta montaña, no parece el clima más apropiado, pero yo quería montarla en mi pueblo, en mi finca...
- ¿Y el nombre de Nafardela, es lo que parece, huevos a la fardela?
- Sí claro. Se lo pusimos por las fardelas que había en todas las casas para llevar la merienda, al campo, a la mina... Nos pareció muy acorde con la filosofía de lo que queríamos hacer.
Y lo que quería hacer, e hizo Neli, fue Nafardela. Una idea de 2016 que se hizo realidad en 2020, en unas fechas que Nélida Gutiérrez no ha olvidado. Conserva la fotografía de aquel primer huevo eco que puso una gallina de la nueva granja y tampoco ha olvidado otra fecha: «El 14 de febrero de 2020 realizamos la primera venta a tiendas de nuestros huevos ecológicos».
Damos un salto en el tiempo y de aquellos primeros días pasamos a la actualidad, cuando las gallinas son noticia en todos los telediarios por un nuevo brote de la gripe aviar que ha ‘atravesado’ a Neli y su granja.
«Yo estaba confiada pues nuestra granja no está en las rutas de aves migratorias, estamos apartados en esta montaña, alejados de cualquier otra granja... pero han tomado la decisión de confinar a todas y, por supuesto, nos ha tocado y lo hemos aceptado. Hasta el jueves habíamos mantenido la actividad sin ningún problema, pero llegó la orden general y ahí las tenemos confinadas... ha vuelto aquella palabra tan habitual en nuestros inicios pues comenzamos un mes antes de la pandemia».
- ¿Es muy grave el problema?
- A ver. Es un problema, pero lo vamos llevando, hemos sorteado tantos obstáculos desde que empezamos que lo vemos como una piedra más en el camino.
- ¿Y las gallinas?
- Lo ideal es cómo las tenemos y cómo las tratamos, pero están bien, tienen mucho espacio, no hay mayores problemas pero a ver si es posible que vu elvan pronto a la libertad.

Cuando Neli dice «cómo las tratamos y cómo las tenemos» se refiere a su apuesta clara por una granja de producción de huevos ecológicos. Así se lo explica a quienes acuden a conocerla, que también ha incorporado las visitas guiadas. «En nafardela eco nuestras gallinas son criadas en libertad en la comarca de Omaña, Reserva de la Biosfera Valles de Omaña y Luna, intentamos que tengan una vida feliz, tienen acceso libre a los corrales desde la mañana a la noche, y pueden entrar a los gallineros para dormir, poner sus huevos o cuando ellas quieran».
Pero ha hablado Neli de los obstáculos para llegar a esta situación, y los que sigue sorteando. «Al ser la primera granja ecológica de la provincia, también de Castilla y León, cada cosa que iba a hacer era nueva; iba a las instituciones y no sabían qué decirme, tenía que ir arreglándome como podía... por ejemplo, asistí a algún curso en Galicia pero no lo podía aplicar aquí porque no estaba desarrollada la normativa como allí».
Recuerda que un año después que ella arrancó otra granja como Nafardela «y yo traté de ayudarle en lo que ya había pasado yo antes, ahora hablamos mucho».
Y pone como ejemplo la última piedra en el camino. «Tengo una granja pequeña, pensada para tener 600 gallinas, pero ahora mismo debo tener algo más de 400 porque no tengo espacio. Tengo un gallinero de viejas a las que tendría que dar salida pero no hay forma de hacerlo. Para carne no me las cogen y he solicitado una sala de sacrificio —que es una categoría inferior al matadero— pero no está contemplada todavía en la normativa , no hay ninguna montada en Castilla y León, y me está causando problemas. Ahora mismo estoy a expensas de la Asociación de Cetrería de León, que las usan para alimentar a sus rapaces, pero sus necesidades son las que son y me sacan un poco del atolladero pero sigo teniendo el problema. A ver si poco a poco...».
La cara positiva de la iniciativa es que Nélida Gutiérrez Otero ha cumplido lo que soñó cuando pensó en darle ‘vida’ a aquella nave de su padre en Villanueva de Omaña.

- ¿Alguna vez te has arrepentido?
- Rotundamente no; pasas por los problemas que pasas, de los que hemos hablado, pero en general las cosas marchan más que razonablemente bien.
- ¿Y las ventas?
- Bien. La verdad es que vendo todo lo que produzco e, incluso, podría vender algo más. Pero quiero controlar la producción, mantener la calidad... si pudiera hacerme pronto con la sala de sacrificio serían casi otras 200 más y ya estaría e los niveles ideales para lo que quiero y necesito.
Y sigue hablando con pasión de su granja, de las gallinas libres, su alimentación... «de las plantas, gusanos e insectos de los corrales, semillas, los minerales del terreno, sin pesticidas...».
- Neli, que veníamos a hablar de la gripe aviar...
- Nada, otra piedra en el camino, pero ta hemos hecho callo, lo superaremos.