Los montes, subidas y bajadas, que ha pedaleado los tres leoneses y el cántabro les han dado algún quebradero de cabeza, pero por suerte, no ha habido que lamentar durante su viaje ningún incidente grave. "Solo hubo una caída de un compañero en una de las bajadas, pero no fue grave" comenta Fernando Lanero, uno de los Montaraces. "Llevábamos 33 kilómetros de bajada en el Cáucaso», explica, y añade que «el cansancio y las temperaturas extremas son muy peligrosas, pueden hacer que en un despiste te caigas de la bici".
Las etapas más duras para los Montaraces fueron las de desierto a causa de las temperaturas extremasAunque las bajadas de las montañas no han sido los únicos peligros del viaje a los que se han enfrentado. Circular en bici por las carreteras en Azerbaiyán y Georgia «es muy peligroso», comentan los Montaraces. «El primer día que nos metimos por una carretera, a los cinco minutos nos adelantó un coche, pero en ese momento se cruzó una vaca, el coche no frenó, dio a la vaca y esta salió volando por los aires», cuenta Lanero. Además, la velocidad de los coches y el poco respecto a las bicis puede provocar que el viento que levantan los turismos al adelantar provoque la caída de algún ciclista. Uno de los miedos que tenían los ciclistas eran los golpes de calor, por eso acordaron avisarse entre ellos si alguno sentía malestar.
En su llegada, el primer día, a Azerbaiyán, tuvieron que buscar una tienda donde reparar sus bicis, ya que en el transporte del avión habían sido tratadas con poco cuidado y los frenos de una de las bicis se habían doblado. «Encontramos a un señor que se ofreció a repararlas y quedaron como nuevas», cuenta Fernando Lanero.
Para los Montaraces, las etapas más duras han sido las del desierto, las temperaturas que «llegaban a 43º grados a las diez de la mañana», por eso, explica Fernando Lanero que procuraban salir de madrugada para evitar el calor. «Solíamos salir sobre las cinco y media de la mañana y, aunque teníamos pensado parar a la una, nunca lo hacíamos antes de las dos o tres de la tarde», relata.

«En una ocasión, teníamos una subida de 45 kilómetros, así que decidimos salir poco antes de las tres de la mañana, estaba oscuro, no se veía nada, estuvimos durante dos horas en absoluta oscuridad hasta que amaneció. Acabamos la etapa a las tres de la tarde», recuerda Lanero, quien también explica que esa decisión fue «para evitar las altas temperaturas durante la subida».
Tras su llegada a León, Fernando y sus compañeros Montaraces ya se plantean su siguiente viaje. «Ya hemos visto el Cáucaso, los Cárpatos, ahora nos planteamos completarlo con los montes Urales», comenta el leonés Lanero.
Tras quince días recorriendo los caminos de la antigua ruta de la seda, los Montaraces resumen su viaje con una sola palabra «impresionante». Ahora los aventureros descansan hasta su próxima aventura en bici que quizás les lleve a surcar la brecha entre Europa y Asia.