Los ojos y los oídos de la artillería

El Gail, unidad de referencia dentro del Ejército de Tierra, se instruye en los sistemas de adquisición de objetivos para proporcionar información del enemigo y dar seguridad

Isabel Herrera
24/12/2018
 Actualizado a 16/09/2019
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Sirven de ojo para poner la bala, o de oído para saber hacia dónde se ha de apuntar. El Grupo de Artillería de Infomación y Localización II/63 (Gail II/63) es una unidad puntera y de referencia dentro del Ejército de Tierra –encuadrada en el Regimiento de Artillería de Campaña– que se organiza en base a baterías de adquisición de objetivos y la batería de RPAS (Remotely Piloted Aircraft System, o sistema de medios aéreos pilotados remotamente).

El teniente coronel al mando de este grupo, José Luis Fernández, afirma que son los «sentidos de la artillería», se preparan para proporcionar información sobre la posición del enemigo y, al tiempo, dar protección. La artillería de campaña adquiere objetivos de todas las fuentes y con todos los medios a su alcance; así, los radares contrabatería Arthur, que detectan los proyectiles en vuelo y determinan la ubicación de las piezas, los sistemas de localización por sonido (Halo) o las aeronaves no tripuladas obtienen una serie de información en forma de coordenadas que es trasladada al Centro Director de Fuego (FDC), que es quien traduce las coordenadas en órdenes: «Envían los datos de tiro a las piezas, y las piezas ejecutan la orden».

Estos medios de obtención de datos e información de oportunidad y precisión están operados por personal con una gran experiencia en su manejo que generan la potencia y flexibilidad de este grupo que asiste a las unidades de apoyo de fuego, así como al resto de unidades de combate o de otros tipos. Pero hay que señalar que se preparan para operar en situaciones de conflicto, por lo que requieren auxilio de reconocimiento de espacios y emplazamiento. «Todos en el grupo estamos instruidos para saber hacer una aproximación asegurando la zona para nuestra defensa, aunque nuestro trabajo fundamental es el del artillero, la entrada y posición para operar», explica el teniente coronel Fernández.

Para que la coordinación y la precisión de su trabajo sea óptima, la instrucción forma parte del trabajo diario de este grupo asentado en la base Conde de Gazola, en El Ferral del Bernesga, donde la mañana ha comenzado con la instrucción física y militar. Acto seguido, y salvo aquellos que se preparan para ascender a cabo, que asisten al curso de formación de cara al examen previsto para el próximo 16 de enero, o los que están convocados a la charla que ofrece el cabo mayor sobre las posibles salidas profesionales para aquellos que están próximos a concluir su vida laboral dentro del Ejército (los no permanentes), el resto se prepara para los ejercicios de instrucción.

Ataviados con chalecos antifragmentos y casco, y ya dentro del campo de maniobras de la base, el primer grupo realiza un ejercicio táctico de reconocimiento de una zona, aproximación y aseguramiento para la entrada y posicionamiento del radar Halo y ejercicio de tiro de ametralladora MG. Rapidez y seguridad son habilidades a desarrollar a base de práctica.

En otra estación táctica se simula lo que sería la defensa de una base. Como explica Fernández, desde los años 2003-2004 hay una gran preocupación por loque es «la defensa de las tropas en las misiones en el extranjero de las amenazas dentro de la propia base, principalmente de fusilería de tipo granada, morteos o artillería; frente a esas tres amenazas que estaba empleando el insurgente, cuyo efecto mortal es muy grande, se diseña una defensa, para ello el grupo dispone de los radares y de los otros sensores que son capaces de localizar los puntos de origen del fuego». En esta estación se instruyen precisamente para eso, para estar preparados para reaccionar contra las fuerzas insurgentes y poder realizar fuego de cotrabatería o enviar destacamentos de reacción a los puntos de origen del fuego.

En la base están desplegados los equipos meteorológicos, sensores topográficos y radares. Un puesto de mando procesa toda la información y emite las órdenes a los puestos.

En la base también estaría la batería de drones, la que opera los RPAS, que está empezando a desarrollarse y a la que Fernández augura «un futuro increíble». Según señala, esta unidad está adscrita a un programa de desarrollo suscrito entre las empresas españolas y el Ministerio de Defensa, que proporciona personal experimentado, medios y logística para poder desarrollar estos sistemas. El día en el que se realiza este reportaje no había prevista campaña de vuelo, pero en la base muestran todo su potencial.

Están asentados sobre una plataforma que se divide entre la zona logística y la zona de operaciones con acceso a una pista de despegue de 18x550 metros. Fuera de la plataforma está la estación de control, desde la que se operaran las aeronaves no tripuladas y, más importante aún, las videocámaras, que sirven de ojos a la artillería.
El trabajo que realizan en la batería de drones está perfectamente coordinado con la base aérea de La Virgen del Camino y otros órganos de control aéreo y, aunque reciben información meteorológica de estas fuentes, también disponen de una estación propia.

Cuentan con un espacio aéreo segregado para realizar las instrucciones de vuelo porque, como explica el jefe de la unidad, «estos aparatos no pueden volar con el resto de aeronaves, no pueden confluir con vuelo controlado». Y al respecto indica que la de León es una de las zonas de trabajo más grandes de España, «por eso León se está convirtiendo en un polo de desarrollo de estos sistemas, esta zona se eligió porque arriba está poco ocupada, tenemos pocas aerovías sobre nosotros, y porque la zona de la Maragatería está escasamente poblada, por lo tanto, la seguridad de las operaciones es mayor que en otros sitios».

Actualmente trabajan con los RPAS Atlantic y Tucán, dos plataformas remotamente tripuladas. El Atlantic es una aeronave de medio alcance y alto rendimiento. Se trata de una plataforma de ala fija fabricada en materiales compuestos, con un peso al despegue de 50 kilos.

Por su parte, elTucán es una plataforma de dimensiones más reducidas, con un peso al despegue inferior a 5 kilos. Utiliza un sistema de propulsión eléctrica con una autonomía de 90 minutos y está diseñado para una rápida puesta en acción, pensado especialmente para misiones de inteligencia, vigilancia, adquisición de objetivos y reconocimiento, «es el más táctico de todos», apunta el jefe del grupo.

Misión en Noruega

Recientemente el Gail participaba en un ejercicio militar dirigido por la Otan que se realizó en Noruega en octubre y noviembre de 2018. El objetivo era entrenar la respuesta de la Otan y probar la capacidad de defensa de la alianza. Entre los 51.000 efectivos de los distintos países miembros de la Otan que participaron en el ejercicio, 25 fueron aportados por este grupo de El Ferral.

El capitán Gustavo Abad y la sargento Ana Domínguez relataban la experiencia que llevó un año de preparativos pues, además del personal, hubo que desplazar medios hasta el país noruego, donde, por otra parte, se enfrentaban a una climatología extrema, pues llegaron a los 20 grados bajo cero.

El balance que hacen es muy positivo, sobre todo en lo que a su parte respecta, pues «los únicos medios terrestres de adquisición de objetivos que había era los que aportaba España y, concretamente, León». Además, reconocen que este tipo de ejercicios son muy útiles para mejorar en rapidez y coordinación de protocolos, en definitiva, para estar preparados para el ataque.
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