Largas noches de retén en la mina

Los mineros cumplen 14 días de encierro mientras sus compañeros se turnan para estar cerca

Estefanía Niño
26/06/2016
 Actualizado a 05/09/2019
La noche y el día se suceden pendientes de los encerrados.
La noche y el día se suceden pendientes de los encerrados.
Este  domingo se cumplen 14 días del encierro de los cuatros mineros de la Hullera Vasco-Leonesa para presionar al Gobierno y que cumpla lo pactado, adelantando los fondos para poder llevar a cabo el cierre ordenado de las explotaciones de interior. Este domingo todas las miradas de este país estarán puestas en las televisiones, con los especiales informativos sobres las elecciones generales mientras que, en la montaña central, los mineros, sus familias y sus vecinos siguen pendientes de los cuatro de la Vasco. Sócrates Fernández, Daniel Garduño, Elías Ortega y Álvaro Rodríguez siguen allí abajo, en las entrañas de la tierra, reclamando lo que es justo, lo que es de ley, lo que está firmado.

Siguen encerrados, pero no están solos. En la superficie del Pozo Aurelio, en el Grupo Santa Lucía, todos estamos con ellos. Pendientes de lo que necesiten, del teléfono interno que es su única vía de comunicación, de lo que pase de retén en retén, 24 horas cada día desde hace hoy 14 días. Los retenes se desarrollan de manera ininterrumpida cada ocho horas. Los propios compañeros se apuntan, se hacen cuadrantes y se dan turnos. Siempre hay compañeros allí, y todo el mundo es bienvenido. Hay que darles apoyo, hay que darles calor para que sigan enteros, con ánimo, luchando con la esperanza de que una firma se materialice sobre un papel.

La sala de reuniones es el epicentro de los retenes, con el teléfono interno que conecta a los cuatro encerrados con el resto. Durante el viernes fueron muchos los que se acercaron por allí a darles ánimo, a felicitar a Dani por su cumpleaños, flores, regalos, el cariño y los dibujos de los niños del colegio de Ciñera, la carta de apoyo de un compañero minero asturiano. La temperatura arriba, en la superficie, de unos 17 grados estos días puede variar en comparación con el interior entre cinco y tres grados, siendo la temperatura máxima en el interior del pozo de unos catorce grados. La alta humedad es la que juega malas pasadas, ya que unida a los corrientes hace que la sensación térmica sea mucho más fría. Arriba, las tardes son más llevaderas, son muchos los que se acercan, y las horas pasan rápido. Las tensiones de familiares y amigos a veces se despejan con charlas en las que aparecen anécdotas de la mina, motes, y mejores épocas. Para los cuatro encerrados el tiempo no pasa de la misma manera, «el tiempo pasa, son ya muchos días allí abajo y pierden un poco la noción del tiempo, allí siempre es de noche...», señalan los familiares.

Viernes. 21:52 horas. Llega la cena. Un compañero se encarga de bajársela en la jaula. Unos cuatro o cinco minutos de trayecto hasta llegar a su destino. La comida es importante, pero en estas circunstancias es lo de menos. Un poco de compañía, un poco de charla, novedades, despejar la mente para intentar llevarlo mejor. Arriba, en las oficinas del Grupo, el goteo de gente empieza a mermar. Familiares, compañeros de retén, y las horas van pasando más despacio. Algún problema técnico con el teléfono interno, cortes de comunicación, y el aviso a los electricistas para arreglarlo. 23:50 horas. Llega el relevo para el retén. Pipas, sacos de dormir, y pendientes del teléfono, con muchas horas de duermevela por delante. 02:17 horas. Última comunicación con los encerrados. Han terminado su paseo tras la cena. Horas de duermevela que pasan despacio, pipas y charlas. 7:55 horas. Llega el retén del turno de mañana. Acaba la noche. Empieza un nuevo día en la mina. El número 14 para los cuatro mineros encerrados.
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