No ponen las calles, pero sí la comida y cada vez a más leoneses. En tiempos donde el el ahorro del mismo y la comodidad lo son todo, los negocios de comida preparada en León se hacen notar en un mercado aupado por estas mismas secciones en las grandes cadenas de supermercados, aunque tienen una ventaja competitiva sobre estos: su calidad.
«Hacemos lo que se come en una casa cada día», dice Susana Benéitez, propietaria de ‘A Comer León’. Ese es el principal secreto de que cada día sean más las personas que, en busca generalmente de un deseado ahorro de tiempo, se abonen a la comida preparada para su día a día: «Hoy en día no cocina nadie, a la gente le gusta que le den todo hecho», opina Alfonso Gutiérrez, de ‘Comidas Senex’. Y en ‘Huik León' lo corroboran: «Sí que está habiendo un auge, nosotros no nos podemos quejar», dice su dueña, Soraya Martínez.
Son tres de los locales con más tirón entre los leoneses y los tres confirman que alimentarse a base de comida preparada es cada vez más habitual. Eso sí, luchan contra la percepción generalizada de que lo que venden son platos precocinados o de comida rápida para salvarte de un apuro. «Nosotros lo que hacemos es comida casera, cocinamos todo como lo hacía mi madre o mi abuela», comenta Alfonso señalando la cocina, que se ve perfectamente desde fuera, mientras los cocineros se afanan en preparar las recetas del día. Lo que allí buscan, además, es que «la gente coma comida casera, no elaborada por una industria de manera industrial, sino hecha». Por eso en estos locales la jornada empieza pronto: en unos sobre las seis de la mañana y en otros a las ocho.

En ese sentido, Susana, de ‘A Comer León’, lo deja bien claro: «No tengo cocina moderna, ¿eh?», dice entre risas. «Tú no comes cada día una hamburguesa ni una fajita ni un burrito, por eso no hacemos esas cosas», se explica. Otro de los puntos a favor de estos locales es su cercanía y su empatía con el cliente habitual. En este último, por ejemplo, conocen los gustos de cada uno de ellos: «Conocemos al que le gusta el queso y al que no, al que le gusta el picante y al que no lo quiere».
Mientras en ese negocio no preparan un menú semanal debido a que se adaptan a lo que les pidan, en los otros dos disponen de un menú semanal «que nunca es igual al anterior». Y dependen, eso sí, de la estacionalidad: platos frescos en verano y calientes en verano. Dice Soraya que ellos lo cambian semanalmente y no tienen un plato que destaque por encima del resto cuando lo ofrecen: «Podrían ser, igual, las patatas a la importancia o las carrilleras». En el local de Susana, por su parte, vuelven a incidir en que lo que triunfa es «lo tradicional»: «Hoy tenemos patatas guisadas y champiñones al ajillo entre otras cosas, pero sé que la gente se va a lanzar a las patatas y voy a hacer más raciones por eso mismo».
A media mañana de un día de diario, las tres cocinas están en plena fase de producción. Para muestra, el ajetreo en los fogones, el ruido de la campana extractora y ese olor que te retrotrae a cuando ibas a comer a casa de tu abuela. Son unas horas complicadas para que los dueños de los tres negocios puedan ausentarse unos minutos de sus labores y atender a este medio, si bien todos acceden con el fin de explicar el fenómeno: «Al final de la pandemia empezamos a crecer muchísimo, nos compenetrábamos con nuestros clientes, porque les conocemos, y nos arreglamos muy bien. Eso sí que lo noto moto», reconoce Susana tras el mostrador de su negocio particular.

No obstante, lo que los tres dueños creen que es la clave del sector son las «ganas» de cocinar de la gente. «Más que ahorro de dinero diría que es tiempo y ganas», comenta Susana, que va en la misma línea que Alfonso, que cree que la gente «quiere disfrutar más de su ocio y ya no se come la cabeza para ver qué hacer de comer todos los días». O como ocurre en el local de Soraya: «Lo que más tenemos son trabajadores de oficinas de por aquí que no les da tiempo a ir a casa o lo que sea y comen con nuestros platos».
Si en este negocio el cliente más habitual responde a una persona «joven y de mediana edad», en los locales restantes la tendencia es contraria. «Nuestro cliente medio es una persona mayor, sin duda, porque luego tengo otros que sí, que pueden pasar por aquí, lo ven y entran y suele ser gente joven, pero la mayoría de los habituales son jubilados», advierten en ‘A Comer León’. Mientras, en ‘Comidas Senex’ admiten que su campo es «la gente que empieza a tener dificultades para cocinar, que dejan de comer casi porque no cocinan porque para una sola persona no hacen nada, ese es nuestro mercado a domicilio, pero aquí, en el local, vendemos a todo tipo de personas».