El cabrero que salvó a sus cabras del incendio y luego a su pueblo

Edilberto es un joven pastor de La Cabrera que pasó, junto a su rebaño y vecinos, tres noches "rodeado" por las llamas haciendo cortafuegos

28/08/2025
 Actualizado a 29/08/2025
El antes y el después de los terrenos de pasto privilegiados del "monte particular" de Pombriego. Las cabras de Edilberto ya no tienen nada que comer allí, todo se ha calcinado. | L.N.C.
El antes y el después de los terrenos de pasto privilegiados del "monte particular" de Pombriego. Las cabras de Edilberto ya no tienen nada que comer allí, todo se ha calcinado. | L.N.C.

Edilberto Rodríguez es pastor desde los 20 años. Toda la vida estuvo rodeado de cabras y un día decidió ponerse al frente de un gran rebaño de 200 cabezas. Ocho años después, este joven de Pombriego, un pequeño pueblo de La Cabrera, se vio rodeado por las llamas y se quedó sin corral y sin pastos para sus cabras por culpa del incendio de Llamas de la Cabrera.

«Primero vimos el fuego que prendieron en Yeres y luego cayó el rayo en Llamas. Al final estábamos rodeados», relata un cabrero que primero salvó a sus cabras de la quema con un puñado de azadas y motosierras, «haciendo lo que otros deberían hacer», cortafuegos; y luego lideró la hacendera que salvó al pueblo.

Sus cabras siguen hoy con vida gracias a que él «y gente de la familia, amigos» limpiaron toda la maleza de los caminos que rodeaban una nave de su propiedad en el monte particular de Pombriego, donde pastaban sus cabras, haciendo cortafuegos para perimetrar la nave en la cual se resguardaron él y sus cabras y algunos «de casa». Se salvaron «casi todas», porque cuenta Edilberto que alguna cabra se le perdió por el «caos» y el «humo» del incendio y todavía «una semana después me aparecieron diez». 

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Tareas de desbroce en los caminos de Pombriego para proteger el pueblo. A la izquierda, de azul, Edilberto. | L.N.C.

Este joven cabrero representa una ganadería tradicional que se reivindica por el propio sector a nivel nacional como un «aliado silencioso» contra los incendios. En ese sentido, Edilberto argumenta que, al hecho de que «no nos dejen desbrozar el monte, se añade que no hay nada pastao y por eso los medios de extinción están centrados en salvar los pueblos, pero dejan arder el monte porque no pueden con ello, pero este monte no debería haber ardido». 

Mucho se ha hablado estos días de que hay habitantes de las zonas afectadas por los incendios que han «obstaculizado» labores de extinción, mientras los vecinos han criticado al operativo por «no conocer el terreno». Y en medio de ese conflicto, lo que defiende este ganadero es una «colaboración» entre vecinos y bomberos forestales. «Aquí hubo muchos medios y yo estuve con ellos hasta que me hicieron ya marchar, pero al principio muy bien, porque yo igual no puedo apagar las llamas, pero sí puedo decirles por dónde hay un camino para escapar o dónde hay una fuente de agua», relata.

"Yo igual no puedo apagar llamas, pero sí puedo decirle a los bomberos por dónde hay camino para escapar"

«El problema es que vienen brigadistas de cualquier sitio y que no conocen el terreno», apostilla un joven que movilizó a los vecinos del pueblo para frenar las llamas antes de que llegaran a Pombriego. «Fuimos nosotros los que pasamos toda la noche cavando, luego ya llegaron ellos y refrescaron y lo apagaron», añade.

"Me hacen la vida imposible"

El incendio de Llamas de Cabrera es para este cabrero un desastre natural –inevitable o no queda ya para el debate– que colma el triste vaso de muchos años de dificultades por culpa de la mano del hombre, en este caso, de la Junta Vecinal: «Me hacen la vida imposible, no me dejan ni pastar, y donde llevo mis cabras es porque me las dejan los vecinos».

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