Vuelta a León: Cristian Rodríguez brilla en una bendita locura

[GALERÍA DE FOTOS] El corredor del Caja Rural encarrila la ronda leonesa en una etapa espectacular, la más dura de su última década, con diferencias enormes y el pelotón roto en mil pedazos

Jesús Coca Aguilera
23/07/2015
 Actualizado a 17/09/2019
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Hay etapas que, por mucho que pase el tiempo, se seguirán recordando durante muchos años. La de este jueves es una de ellas. En la última década, es imposible recordar una jornada tan dura como esta en la Vuelta a León. Un recorrido increíble, con unos últimos 70 kilómetros extremadamente duros que propiciaron un día de ciclismo espectacular. Diferencias enormes, un pelotón roto en mil pedazos con cada ciclista yendo solo al ritmo que podía, una exhibición del ganador... En resumen, una locura. ¡Aunque bendita locura!.

Con sólo 20 años, el almeriense Cristian Rodríguez demostró que será un nombre a tener muy en cuenta en el futuro del ciclismo español. Se supo dosificar y, llegando desde atrás, dio un ‘zarpazo’ en el último puerto y se plantó en meta con más de minuto y medio sobre el segundo y de tres sobre el sexto. Un hueco enorme que, teniendo detrás al equipo más fuerte de la Vuelta como es el Caja Rural para controlar la dura etapa de hoy,se antoja definitivo.

Merecía la etapa un ganador joven, con hambre y un tremendo futuro por delante. Porque, desde el kilómetro 58 en que pasaron Truchas, con una fuga con más de cinco minutos de ventaja que para nada inquietaba al pelotón, todo fueron durísimas subidas y vertiginosas bajadas.

Contaba el director del Diputación de León, Javier Fernández, que en un entrenamiento había echo ir a tope a sus corredores hasta Llamas de Cabrera. Cuando llegaron ahí, totalmente muertos, les dijo, bueno, pues ahora nos queda por subir La Lomba y la Gobernada. «¡No, es imposible, no podemos, estamos muertos¡», contestaron. Pues nada, ya sabéis cómo es esta etapa, les respondió.

La lección era que quien no guardara, lo pagaría, y a muchos les pasó. Por arriba, donde el claro ejemplo es un Ramírez que iba al lado de la cabeza a cinco kilómetros para coronar el último puerto y acabó perdiendo más de 12 minutos. Y por detrás, donde los kilómetros no pasaban para corredores que ya en las primeras subidas perdían un mundo.

Había cuatro puertos... señalizados, porque por ejemplo la subida a Castrillo de Cabrera no lo estaba siendo durísima. De hecho, ya ahí los ciclistas situados en torno al puesto 30 perdían más de 10 minutos y preguntaban a los coches cuánto quedaba para meta. Pues mucho, porque La Gobernada, con las piernas tan cargadas por lo anterior, se convirtió en un coloso.

Las diferencias seguían creciendo. Los corredores iban solos. Más de 20 se bajaban de la bicicleta. Con un solo coche por equipo, casi siempre situado delante, todos los corredores pedían a gritos si alguien les daba agua en esa última subida. Cualquier empujón era bienvenido. Nada de cuestas de cabras, sino puertos enlazados y desgaste. Enorme emoción. Tremendo espectáculo. Puro ciclismo.
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