Ordeñar a 400 vacas por hora

En la explotación de vacuno de leche de los Hermanos Conejo en Algadefe han instalado la sala de ordeño más grande de Castilla y León y la segunda de España

Teresa Giganto
02/09/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Son las tres menos cuarto de la tarde y en la explotación familiar de vacuno de leche de los Hermanos Conejo, en Algadefe, comienzan a prepararse para el segundo turno de ordeño del día. Las vacas van llegando poco a poco a la sala de espera, alguna lo hace derrochando leche y haciendo así gala de su buena producción. Caminan algo reticentes, sobre todo las primeras, dado que hay novedades en el modelo de producción y estos están siendo días de adaptación, pero las vacas no tardarán en percatarse de las facilidades de la nueva sala en la que serán ordeñadas. Es la más grande de Castilla y León y la segunda de España y tiene una capacidad para ordeñar a 400 por hora.

Una a una, las vacas van encontrando acomodo en uno de los 72 puntos de ordeño dispuestos de manera circular. Cuando entra la primera, empieza el baile. La estructura comienza a moverse en el sentido de las agujas del reloj dejando así la entrada libre para el siguiente animal y Santi, uno de los hermanos propietarios de la ganadería, va colocando las pezoneras sin tener que preocuparse de nada más y situándose a una altura más baja que la del animal lo cual le permite visualizar a todos con perfección. El resto, es todo cosa de la nueva maquinaria, capaz de desechar incluso las primeras gotas de leche del ordeño para cuidar de la higiene del proceso y de la calidad de la materia prima producida.

La explotación de los Conejo cuenta con 1.000 vacas de ordeño y una producción diaria de 31.000 litrosUna vez la vaca se encuentra en el compartimento en el que va a ser ordeñada, el podómetro, una especie de pulsera que la vaca lleva en una de sus patas delanteras, envía al ordenador la información del animal. Su número de identificación aparece entonces en la pantalla individual que tiene cada puesto, la misma en la que va marcando los litros producidos por la vaca, facilitando así al ganadero la monitorización de toda su cabaña. Una vez acaba la rutina del ordeño, las pezoneras se retiran solas y la máquina desempeña también el proceso del sellado. La vaca regresa a la zona de estabulación mientras su leche circula por las tuberías hasta llegar al inmenso depósito nuevo que los Hermanos Conejo también han tenido que instalar en la nueva sala de ordeño.

Atrás queda ya la vieja sala en la que, con menos comodidades y más reducida, había que trabajar el doble. Ahora, gracias al flujo continuo de animales, se consigue la máxima eficiencia en el número de vacas ordeñadas por hora y una reducción notable de la mano de obra. En poco más de dos horas tendrán las 1.000 vacas de ordeño listas para volver dentro de ocho horas al mismo lugar. Mejora así el rendimiento de esta explotación de vacuno de leche en la que sus propietarios aún están en plena fase de expansión, quedando pendiente de llenar una nueva zona de estabulación con capacidad para 400 cabezas de ganado que pronto pasarán a sumarse a las 1.800 con las que ya cuentan en la actualidad.

Cada vaca lleva en una pata delantera un podómetro que sirve para controlar la producción de cada una Con ellas, los Hermanos Conejo producen una media diaria de 31.000 litros de leche que cada día un camión cisterna se encarga de pasar a recoger para llevarlos a una industria cercana a la capital leonesa. El trabajo de estos últimos cuatro años ha conllevado que la producción de leche se haya prácticamente duplicado pasando de los 17.500 litros en 2014 a la cifra actual, que pronto esperan también incrementar. Pero en esta explotación, donde actualmente hay ocho empleados y cinco personas de la familia trabajando, además de atender al ganado hay que desempeñar labores propias de la agricultura con la que complementan la actividad ganadera y lo cual supone un alivio en las cuentas ya que lo que producen queda en su propia explotación para alimentar a las vacas, algo que resultaría más costoso si tuvieran que comprarlo. Así van capeando las épocas de crisis en las que el precio de la leche baja ahogando las cuentas.

El futuro ya está aquí y los ganaderos de vacuno de leche que aguantaron el envite de la crisis de precios padecida hace un años se han tenido que reinventar para ser más competitivos y abaratar costes, pero también para mejorar la calidad de la materia prima producida. De este modo, esta sala de ordeño rotativa de Gea Farm Technologies, cuenta con las últimas tecnologías en control de ordeño y en herramientas de gestión de la explotación y cumple estrictamente con las normativas de calidad de la leche. El gran cambio entre el anterior sistema con el que contaban en esta ganadería de Algadefe lo están notando a niveles prácticos, y es que el trabajo es mucho más sencillo ahora gracias a la automatización de algunas tareas como por ejemplo la limpieza de la sala de espera de las vacas, que se efectúa a través de un sistema de bomba y válvulas que emplean el agua de la limpieza de la instalación de ordeño, aprovechando así los recursos existentes.

La sala de espera al ordeño se lava con un sistema que aprovecha el agua de la limpieza de las máquinas
Para llegar hasta aquí, llevan un año con obras de albañilería y desde enero montando toda la maquinaria. La de Algadefe no es la sala de ordeño más grande de España por ocho puestos más que tiene la navarra de ‘Valle de Odieta’, en Caparroso, sumando un total de 80 unidades de ordeño, lo que le convierte además en la segunda más grande de Europa.

De 10 novillas a 1.800 vacas

Detrás de este proyecto de futuro están Santi, Iván y Alejandro, tres hermanos que trabajan en esta explotación del sur de León con la ayuda de sus padres, quienes fueron el germen de todo esto. Cuenta Santiago, el padre, que cuando él se casó su progenitor le regaló 10 novillas. «Y desde entonces no he hecho otra cosa que no sea trabajar con el ganado», cuenta.

Ahora tiene 1.800 cabezas de ganado vacuno, de las que 1.000 tienen que ser ordeñadas cada día. Ni preguntar de viajes ni vacaciones. «¡Uy, hija!», exclama mientras agacha la cabeza y sonríe al volver a levantarla y ver todo lo que ha conseguido en casi 40 años. No es hombre de muchas palabras, lo suyo es más calzarse las botas de goma, enfundarse el mono de trabajo y estar pendiente del ganado. Jamás imaginó que ordeñaría con un ordenador, que el modelo de trabajo iba a cambiar tanto hasta el punto en el que las vacas darían vueltas en la sala de ordeño para producir más, mejor y con menos mano de obra. Nunca pensó que llegaría a donde ha llegado, a embargar orgulloso su pasado por un futuro para sus hijos y por eso, cuando lo cuenta, la emoción le llega a los ojos que se vuelven acuosos mientras se toca el pecho: «Me emociono, ¿sabes? Esto es mucho».
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