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Ya no quedan karaokes

26/05/2024
 Actualizado a 26/05/2024
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Ya no quedan karaokes en mi ciudad. Bueno, vale, sí, igual soy yo, que salgo menos y hace demasiado tiempo que no recurro a esa especie de comida rápida de la juega, fácil y grasienta. Pero, si quedan karaokes en León, son residuales, nada que ver con aquella moda que hacía que abriesen tantos como hoy en día las tiendas de manicuras. Los programas televisivos de cocina han hecho mucho daño a la hostelería, porque ahora hay clientes que se sienten jueces aunque, como los de toda la vida, lo quieran todo bueno y barato, pero los programas televisivos de aspirantes cantantes no han evitado el ocaso de los karaokes. Se echa de menos aquel inconfundible olor a rancio al entrar, los nervios de contar cuántos iban delante de ti, desear que un simple carraspeo te diera la voz que nunca tuviste, la vergüenza ajena y propia, desinhibición fatal y el micrófono, al acercártelo a los labios, con un cierto tufillo a paisano, como si en lugar de una canción de JuanPardo, antes de ti hubiera cantado el mismísimo JuanPardo. 

El karaoke ‘con sapore ‘enLeón siempre fue el Hula Hula.Grandes galas acogegieron aquellas paredes, por suerte desmemoriadas, en las que toda insonorización era poca. Llegué a cantar una vez a la mismísima Betty Misiego. Allí tenía su templo el fallecido RafaelAmor, gran cantautor argentino que cada año volvía para atender a sus fieles con su ‘No me llames extranjero’. Daría lo que fuera, incluso volvería a hacer el ridículo sobre aquel escenario, a cambio de poder escuchar su opinión sobre Javier Milei, el hombre que nos ha demostrado que, contra todo pronóstico, se puede ser más bocazas que Óscar Puente. Rafael Amor contaba siempre anécdotas entre canción y canción y había una que repetía en todos los conciertos.Decía que una vez, en su país, había cambiado el gobierno y el nuevo ministro de economía había decidido aumentar exponencialmente la inversión en cárceles y reducir de forma proporcional la inversión en colegios. El nuevo presidente del Gobierno le preguntó si de verdad pensaba que eso sería bueno para la sociedad argentina: «Para la sociedad no sé, pero... ¿tú al colegio piensas volver?», respondió el ministro. «Pues a la cárcel nunca lo sabemos».

Era una profecía. No lo supimos ver. No era sólo un chiste, ni una batallita, ni uno de sus geniales recursos para estirar los conciertos. Las inversiones en seguridad superan con mucho a las inversiones en educación porque, como cualquiera puede entender, la primera tiene que paliar las carencias de la segunda. Esta semana dijo el delegado del Gobierno que la Policía Nacional «vive uno de sus mejores momentos históricos» y es cierto. Concretamente, la equiparación salarial por la que lucharon durante años, y que asumió este gobierno y no el anterior por mucho que se les llenase la boca diciendo «fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado», les llegó pocas semanas antes de unas elecciones generales. ¡Vaya casualidad! Es una pena que no puedan votar los alumnos que van a colegios públicos en la ciudad de León, sorteando goteras y hormigueros, oliendo a gasóleo, viendo a sus padres acudir a hacenderas para pintar gimnasios y patios, aunque no debe de ser por una cuestión de edad: los de la educación concertada parece que sí votaran, porque disfrutan de aulas tan resplandecientes como subvencionadas mientras se repiten a través de las generaciones estereotipos demodé. Luego, claro, hay que pedir una Ebau única para buscar el agravio entre comunidades y disimular que la verdadera diferencia está entre las notas de los alumnos de la concertada y los de la pública, porque los uniformes y la factura por desgaste de patio no garantizan mejores resultados académicos. Otra casualidad. 

La Junta de Castilla y León presume de conseguir la mejor nota en educación pero mira hacia otro lado, siempre hacia el mismo, cuando los leoneses claman por el estado de sus colegios públicos.El alcalde de León dice que, si los tiene que cerrar, los cierra, como si fuera lo mismo que cerrar un karaoke. El PSOE autonómico no considera urgente preguntar a la Junta por el tema, porque resultan mucho más importantes sus enfrentamientos personales y su obsceno juego de tronos, pero en cambio vota a favor de una propuesta del PP para contentar a sus socios de Vox y «proteger la tauromaquia en Castilla y León fomentando la celebración de festejos taurinos en los pueblos y ciudades». 

Viéndoles tratar la educación o la sanidad públicas como otro más de sus juguetes rotos, a veces sólo nos queda el consuelo de desear que se cumpla, hasta sus últimas consecuencias, la profecía del gran Rafael Amor.

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