Leo en la prensa que los sindicatos reclaman más competencias para la Diputación y una mayor descentralización. Esto me trae a la memoria aquellos años en los que desempeñe el cargo de concejal en el municipio de León, compartiendo, entre otros, la mencionada actividad municipal, con Andrés Martínez Trapiello.
Estando en uno de los encuentros informales que teníamos, comentábamos la utilidad que las distintas delegaciones autonómicas proporcionaban, sin aparentemente mucha conveniencia. León nunca escogió, ni se le consultó, (la cosa sigue) sobre si se quería, o no, el formar parte de la comunidad de Castilla y de León pero, ya se sabe, eran los comienzos de la construcción del estado de las autonomías tras la promulgación de la Constitución española y estábamos en mantillas en cuanto a tomar decisiones políticas.
En la provincia de León se llevó a cabo una consulta a todos los ayuntamientos sobre si se quería ser una autonomía de León solo, o formar parte de Castilla y León. La consulta hecha desde la Diputación se decantó mayoritariamente a favor de ‘León Solo’. La cosa no quedó ahí porque, aduciendo razones de Estado, desde Diputación se repitió la mencionada consulta auspiciada por el leonés Rodolfo Martín Villa, en la que, lógicamente, salió formar parte de una comunidad con Castilla, con la que nada tenemos en contra pero que en muy poco nos sentimos identificados. En una palabra, nos la metieron con calzador para que doliera menos debido al incipiente conocimiento con el que nos encontrábamos en materia democrática, no supimos ver lo que nos venía encima y nos pilló lloviendo y sin paraguas, mientras otros nunca se mojaron al ir en coche oficial.
En la reunión entre amigos había opiniones variadas y encontradas. Unos defendían que el formar parte de una Comunidad más grande nos reportaría mayores beneficios (ojos de lince), mientras Andrés apoyaba firmemente la opción de un «un León solo», justificando la medida diciendo que el pertenecer a la citada y recién creada autonomía, lo que haría seria vaciarnos de contenido mientras que desde una diputación con medios propios, se administrarían mejor los recursos que nuestra provincia genera.
Andrés, con un empleo fijo por oposición, ajeno a los méritos políticos, se metió en política azuzado por el bien público, aunque luego conoció la realidad de esta en su pleno apogeo, pero eso es otra cosa. Conclusión, Andrés no iba desencaminado en sus apreciaciones.