dario-prieto.jpg

El vuelo del hombre

27/04/2025
 Actualizado a 27/04/2025
Guardar

Llego tarde (como siempre, como a todo), pero aquí va una recomendación para el Día del libro. No es que el autor sea mi colega (que lo es), sino más bien que ‘El vuelo del hombre’ (Seix Barral) se levanta por encima del resto de novelas españolas que ven la luz últimamente. En su primera obra, por la que ha ganado el premio Biblioteca Breve (el mismo que obtuvo en su momento Mario Vargas Llosa con ‘La ciudad y los perros’; ahí es nada), Benjamín G. Rosado despliega sus alas con un prodigio de erudición, fantasía y, sobre todo, generosidad. 

Nunca conocí a nadie que cuente las historias mejor que Benjamín. Es cierto que, por escrito, se pierde todo ese despliegue de caras, pausas dramáticas e imitaciones de voces con los que aliña sus relatos. Pero, así y todo, al leerlo uno se contagia por la pasión con la que mira el mundo, su capacidad de maravillarse y compartirlo con los demás. Frente a la tradicional actitud de los grandes novelistas estadounidenses formados en escuelas de escritura («Siéntate y estate bien atento a lo que tengo que contarte, que vas a alucinar»), nuestro autor toma una actitud mucho más cercana, como quien te acompaña en un paseo y va señalando los edificios mientras te cuenta historias casi desconocidas o te pide que escuches el canto de los pájaros y te los identifica, también con alguna peculiaridad.

Son, precisamente, las aves las que articulan la hermosa tesis de ‘El vuelo del hombre’: La posibilidad de que los seres humanos estén predispuestos genéticamente al lenguaje, en lugar de ser éste una habilidad adquirida, se conecta con el deseo innato de volar por parte del Homo Sapiens Sapiens. En un paraje especialmente inspirador del libro, se trazan paralelismos entre un homínido que quiso hacer lo que mucho más tarde harían Icaro y Franz Reichelt en la Torre Eiffel de París: Emular a los pájaros y conquistar el aire, la última frontera.

Novela de ideas, ‘El vuelo del hombre’ apunta a que el lenguaje pudo venir, justamente, de la mimesis del trino aviar. Y que, si somos criaturas ante todo simbólicas, las palabras nos permiten ver el mundo desde otra posición, desde arriba, donde la realidad cambia, donde nuestros problemas cotidianos quedan atrás… y aparecen otros nuevos. Un libro realmente inspirador, en el sentido más puramente etimológico: ‘El vuelo del hombre’ nos ‘sopla’ ideas que nos mueven a otros lugares, a otros mundos, a otros rincones de nuestro interior que desconocemos. No hace falta ningún Día del libro para recomendar viajar dentro de él.

Lo más leído