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Viaje a bordo de la nave del misterio

23/10/2022
 Actualizado a 23/10/2022
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Un domingo por la noche llamaron a mi puerta y cuando pregunté quién era me respondieron: «La nave del misterio». Un buen amigo que por entonces trabajaba para el popular programa de Iker Jiménez estaba en León buscando historias que hubiesen naufragado en los numerosos pantanos de esta provincia. Junto a los técnicos que le acompañaban, les había guiado aquel viernes por los bares del Barrio Húmedo y, entre tapa y tapa, les fui contando las historias que yo conocía, aunque la verdad es que ninguna de ellas me parecía que podía encajar en ‘Cuarto milenio’, porque yo el único misterio que encontraba en el asunto era por qué se había tardado tres décadas en desarrollar los regadíos si tanta prisa había en echar a la gente de sus casas. Batallas entre vecinos y guardias, dramas familiares, pelotazos por los tejados, la sed insaciable de los regantes y la melancolía de quienes ya no pueden regresar a su tierra completaron mi relato, que obviamente sólo les servía como orientación cuando empezaba el fin de semana, pero el domingo por la noche, después de buscar durante dos días las mejores mollejas de la ciudad y de haber asistido a un concierto de los Violadores del Verso en Oh! León, se había convertido en el más valioso testimonio que había podido conseguir: misterios sin resolver de la noche leonesa.

Me desmontaron la casa para buscar el encuadre más misterioso, me hicieron apagar casi todas las luces y tuvimos que cortar varias veces la grabación porque a mí, no sabría explicar el motivo, se me escapaba siempre la palabra «inquietante», que al parecer estaba prohibida en el programa porque todos los imitadores del presentador la utilizaban tanto que éste la había vetado. Terminé apareciendo en televisión otro domingo tan de madrugada que pensaba que, por suerte, nadie me habría visto, pero el lunes hasta los que nunca me hablaban se me acercaban para decirme que qué miedo les había hecho pasar. Supongo que contribuyó la música de ‘El resplandor’ con la que acompañaron mis sosas declaraciones y que, entre algunas de mis palabras, pusieron efectos especiales de disparos con mucho eco. Suerte que aún no existían los memes.

No fui precisamente el primer ni el último leonés en aparecer en ‘Cuarto milenio’, programa que durante un tiempo, quizá por la querencia de sus trabajadores a las mollejas, estuvo a punto de abrir una corresponsalía en esta provincia, dada la gran cantidad de historias enigmáticas que encontraron en esta tierra. Fuimos ganando protagonismo en La Nave del Misterio sin darnos mucha importancia, como antes habíamos ido ganando protagonismo en Interviú con los escándalos de nuestros políticos, hasta el punto de que dedicaron un programa entero al presunto Santo Grial y la que hoy suena en las quinielas como posible candidata del Partido Popular al Ayuntamiento de León, Margarita Torres, se convirtió en una de las colaboradoras habituales. La fama que la historiadora adquirió gracias al Copón Bendito es, al aparecer, su principal argumento. La política encierra misterios que no resolverían el mismísimo Iker Jiménez ni su avezados tertulianos.

Si ellos quisieran, aquí les podíamos dar más trabajo. No sólo es porque los pantanos están ahora tan vacíos que emergen las casas, las calles y las iglesias como figuras fantasmales, ni porque los pueblos se conviertan durante estos meses en el escenario perfecto para rodar otra película más sobre el apocalipsis zombi, con calles desiertas y vecinos que podrían actuar como extras sin demasiada caracterización: el que no se te acerca cojeando, lo hace arrastrando los pies. Pero no, Friker y sus secuaces bien podrían investigar aquí otros muchos misterios que tenemos sin resolver. Se me ocurre, por ejemplo, el de la joven leonesa que vaga sola por las calles porque tiene fecha reservada para casarse en la Catedral mientras sigue esperando para encontrar novio a que abran la Escuela de Pilotos. Quizá también podrían dedicar otro programa a la figura de Victorino Alonso, no sólo por su condición de escapista de la justicia, sino porque hizo desaparecer 500.000 toneladas de carbón y le dijo al Gobierno «nada por aquí» y a sus trabajadores «nada por allá». Y si es cuestión de buscar, ya que fueron capaces de encontrar la copa de la Última Cena, a ver si saben dónde han ido a parar las 3.000 viviendas que, según el plano que presentaron, faltan por construir en el barrio de La Lastra. O los 70 millones para modernizar la vía entre León y Ponferrada que, antes de Navidad, nos dijeron que se aprobarían en cuestión de días. También nos ha quedado la duda de por qué la Ciudad del Mayor está terminada (el misterio de por qué tardó tanto la obra ya casi ni nos importa), cuenta con personal cobrando jugosos sueldos y, en cambio, sigue cerrada. En resumidas cuentas: Iker, te necesitamos.

Precisamente el otro día acudí a un acto en el que tuve la sensación de contemplar en directo la grabación de un programa de Cuarto Milenio. No lo digo por la concentración de fantasmas, aunque había más de uno, sino porque todo lo que contaron era una cuestión de fe. Para empezar, se presentaba el proyecto de Torneros, otro de nuestros históricos culebrones, una «plataforma intermodal» en la que, con ese nombre, cabe todo y nada. Por eso el presentador repetía tanto «no descartamos...», que debe ser la máxima de los investigadores de lo paranormal. Como la segunda fase del Hostal de San Marcos, dicen que hay dinero para hacerlo pero que no aparece en los Prespuestos Generales del Estado. Es decir: está pero no se ve, algo así como notar presencias. Yo creo que no es solo cosa mía: ¿acaso no resulta todo muy inquietante?
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