Secundino Llorente

Umbría, un privilegio para unos pocos afortunados

04/05/2023
 Actualizado a 04/05/2023
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El viaje a la Toscana nos había dejado ‘tocados positivamente’ y queríamos repetirlo. Al final nos decidimos por la hermana gemela de la Toscana que es Umbría. Queríamos visitar no sólo las ciudades de Asís y Perugia que son las más famosas de Umbría en todo el mundo, sino la esencia de esta región, un paraíso inconfundible donde los pueblos, entre paisajes idílicos, parece que se han detenido en el tiempo. Esta vez, y ya es la cuarta, cuarenta jubilados, en su mayoría profesores, decidimos visitar la Umbría profunda en la última semana de abril. Es precisamente a finales de abril cuando esta zona italiana ofrece su mejor color. Tiene un poco de todo lo bueno de la Toscana: colinas y arte, grandes monumentos religiosos y una gastronomía deliciosa. Emplazada donde los Apeninos pierden su fiereza y se convierten en una extensión de suaves colinas, Umbría es una de las pocas regiones italianas sin salida al mar; de ahí que ponga el acento en sus valores naturales y se proclame así «el corazón verde de Italia». El paisaje mezcla retales de campos cubiertos de olivos, de pinos y de cipreses con el amarillo rabioso de los girasoles o colza y con la torre de una iglesia asomando al fondo. Es, en definitiva, una Italia alejada de la masificación y que se degusta a paso lento. Nos llovió casi todos los días, especialmente en Asís, lo suficiente para demostrarnos la razón de su verdor y lo justo para permitirnos admirarla sin paraguas. La jubilación nos da posibilidades para permitirnos estos lujos: «Elegir la fecha, en abril o mayo, y no necesitar permiso sin sueldo».

Nuestro campamento base estaba en Perugia. Desde allí abrimos un abanico y cada mañana salíamos en una dirección que nos permitiera abarcar toda la región. Las expectativas, después de Toscana, estaban muy altas y teníamos miedo a las comparaciones. Umbría no nos defraudó. Hemos quedado enamorados de este maravilloso y desconocido rincón del mundo, casi de cuento. Cada día desde el autobús podíamos gozar de unos paisajes que enamoran. Además, aún te permiten pasear sin ningún tipo de aglomeración, accedes a iglesias en las que el silencio y el verdadero recogimiento te rodea y puedes ir a disfrutar en un excelente restaurante de la mejor comida casera sin tener que reservar o esperar mesa.

Cada turista recuerda sus viajes de una forma personal. A mí, de la ‘otra Umbría’, me impresionaron sus paisajes, sus grandes ciudades como Perugia o Asís llenas de belleza, arte e historia, y los pequeños y bucólicos pueblos como ‘Spello’, amurallada y en una colina. Su pasado la convierte en una ciudad fascinante. Según nuestra compañera María Ángeles, «una de las 15 calles del mundo que hay que pasear al menos una vez en la vida». Tuvimos la suerte de que estaba abierta Santa María Maggiore, a pesar de ser festivo, y alucinábamos con los frescos pintados por Pinturicchio. ‘Spoleto’, con su catedral y su Rocca a la que sólo se accede por unas interminables rampas mecánicas. ‘Gubbio’ con si Pallazzo dei Consoli en lo más alto de la colina tocando el cielo. ‘Todi’ nos sorprendió con la iglesia de Santa María de la Consolazione, la iglesia de San Fortunato y la Plaza del Popolo, medieval y bien conservada. ‘Orvieto’ con una de las catedrales más bellas del mundo y fachada similar a la de Florencia. En cuanto al agua, es cierto que Umbría no tiene mar, pero la fuerza del agua impresiona en la ‘Cascata delle Marmore’, la más alta de Europa, que alcanza un desnivel de hasta 165 metros, y en la belleza del lago Trasimeno empapado de historia. Aún tenemos en la retina y en las fotos estos coquetos pueblos medievales o los pequeños montes ondulados con colores indescriptibles. La estampa más típica, bella y bucólica de la Umbría la encontramos en los campos, olivares, bosques de hayas, encinas y castaños. Una maravilla y pura magia. Más destacado aún en esta zona es su notable legado espiritual. La región natal de San Francisco y Santa Clara se ha convertido en cuna de centros y maestros espirituales de toda índole. Los retiros de este lugar no son sólo cristianos, sino que están vinculados a cualquier tipo de credo y todo el mundo parece sentirse atraído por el inefable poder de meditación del lugar. Tengo la sensación de que hemos llegado a tiempo, cuando aún es poco conocida. Estoy seguro de que muy pronto estas pequeñas ciudades y pueblos de Umbría estarán en los circuitos turísticos de Italia y abarrotadas de gente. Yo me rindo ante la belleza de Umbría, a esos paisajes de un verde intenso, a esos pueblos construidos en piedra a lo largo de verdaderos laberintos de subidas y bajadas, y me fascina esa gente hospitalaria orgullosa de una región que tiene todos los elementos para seducir y conquistar a los amantes de la naturaleza, la historia y la buena comida. Mención especial para el vino y la trufa. Queridos lectores, si se os presenta la ocasión de visitarla, no la perdáis.

La guinda fue un fin de semana en Roma. Es difícil superar ese postre. Simplemente inolvidable nuestro paseo por la ciudad eterna. En mi opinión son variados los factores que influyen en el éxito o fracaso de un viaje turístico, pero yo destacaría dos: «Belleza y compañía». Es importante ir sorprendiéndote con las maravillas que te vas encontrando: valles, ríos, pueblos, catedrales, palacios, paisajes, calles empedradas o flores. Pero más importante es ir bien acompañado, con amigos alegres, generosos, colaboradores, respetuosos y en buena convivencia. Hoy en el grupo de Whatsapp del viaje se repiten las sensaciones de «armonía y buen rollo». Placer, goce, satisfacción, deleite o agradecimiento por haber viajado en una alfombra mágica por lugares deliciosos, paradisíacos… Y en excelente compañía.
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